- El expresidente de Estados Unidos Donald Trump afronta esta semana el inicio de su segundo juicio político en apenas un año, con la certeza de que contará con el apoyo de la bancada republicana en el Senado a pesar de que un sector del partido se esfuerza por desmarcarse de la figura del magnate. Al no ocupar el cargo por el que se le juzga, el impeachment se presenta como una opción de censura pública contra todo el electorado del exmandatario, especialmente contra la rama más extremista del Partido Republicano y los simpatizantes que asaltaron el Capitolio el pasado 6 de enero. En caso de que más republicanos de los esperados apoyaran la moción contra el neoyorquino y esta saliera adelante, Trump no tendría privilegios como expresidente ni tampoco podría volver a presentarse para ocupar ningún cargo público.

La salida de Trump de la Casa Blanca a regañadientes ha provocado un trauma en el Partido Republicano, que parece cerrar filas con Trump posicionándose en el extremo contrario de sus rivales demócratas en un contexto de crispación y polarización política. Entre las razones de este posicionamiento también entra en juego el carisma y el poder de movilización que tendría el magnate en caso de presentarse finalmente a las presidenciales de 2024.

"Siempre lucharé por vosotros: estaré observando, estaré escuchando, volveremos de alguna manera", anunció Trump poco antes de la toma de posesión de Joe Biden, su relevo como presidente de EEUU. Como ya ocurriese en su primer impeachment hace un año, saldado con su absolución tras ser acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso por presiones a las autoridades ucranianas para perjudicar a la familia Biden, es muy complicado que este nuevo proceso salga adelante y con ello cortar la posibilidad de que pueda presentarse a las próximas elecciones, en 2024.

En esta ocasión, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, de amplia mayoría demócrata, aprobó hace un mes, con 232 votos a favor y 197 en contra, iniciar un nuevo juicio político contra Trump, bajo un único artículo de acusación por incitación a la insurrección y su rol desempeñado en el asalto al Capitolio.

Aquella votación contó con el apoyo de diez republicanos, entre ellos algunas figuras consagradas como la congresista por Wyoming, Liz Cheney, la número tres del partido dentro de la cámara, reprendida esta semana por su apoyo a este proceso por la delegación republicana de ese estado.

Cheney es parte de una rama más moderada del partido, de la que forman parte otras figuras como John Katko, Jamie Herrera, o el congresista por Illinois Adam Kinzinger, quien en los últimos días ha lanzado una campaña dentro del seno de la formación para poner fin a las "venenosas conspiraciones y mentiras" de Trump y sus acólitos.

Todos ellos conviven ahora con otros congresistas republicanos que no han escatimado elogios hacia el expresidente Trump, como la representante por Georgia Marjorie Taylor-Greene, o la representante por Florida Lauren Boebert, quienes no solo han propagado y apoyado las teorías infundadas sobre fraude electoral, sino que también se han revelado como seguidoras del movimiento conspiratorio QAnon. Este sostiene sin pruebas que la cúpula del Partido Demócrata es una organización política para blanquear su verdadera actividad clandestina como secta pederasta.

La situación para los demócratas en el Senado no es tan propicia, puesto que en la Cámara Alta cuenta tan solo con una exigua mayoría, gracias a los dos últimos escaños arañados en las elecciones celebradas en el estado de Georgia hace un mes, que solo puede alcanzarse con el voto de desempate de la vicepresidenta, Kamala Harris.

Esto les obliga a contar con el aval de al menos 17 senadores republicanos para que el juicio político pueda salir adelante, algo que podría descartarse de antemano atendiendo a las declaraciones de muchos de ellos, que han cuestionado la legalidad del proceso, repitiendo en la mayoría de los casos que "la Constitución no prevé un juicio de estas características contra un expresidente".

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Al menos diez senadores republicanos han anunciado que apoyarán el impeachment contra Trump.

Dos tercios del Senado. El presidente acusado solo tiene dos escenarios posibles: la absolución o la inhabilitación, para lo que son necesarios los apoyos de dos tercios del Senado.

El primero con dos. Trump se convertirá con este proceso en el primer presidente de Estados Unidos en ser sometido a dos juicios políticos, aunque el segundo de ellos una vez ya fuera del Despacho Oval. El magnate de Nueva York es el tercer inquilino de la Casa Blanca en someterse a un proceso de destitución, después de los demócratas Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998. Richard Nixon se salvó en 1974 de un proceso en ciernes al presentar su dimisión por el caso Watergate, una serie de espionajes del Partido Republicano a sus rivales demócratas que destapó el diario The Washington Post.

"El presidente incitó esta insurrección, esta rebelión armada de terroristas domésticos"

Presidenta de la Cámara Baja