- Los juicios de Núremberg contra los principales criminales de guerra nazi, que se iniciaron hace 75 años en la sala 600 del palacio de justicia de dicha ciudad alemana, representaron el comienzo de la confrontación de los germanos con los horrores del nacionalsocialismo, en medio del trauma y los escombros dejados por el desastre de la guerra.

La conmemoración, que contó ayer con la presencia del presidente alemán, Frank Walter Steinmeier, no pudo tener una gran asistencia de público debido a la pandemia y fue transmitida por Internet a todo el país desde la sala 600 del tribunal alemán. Incluía un vídeo mensaje del último fiscal superviviente, Benjamin Ferenz, que ya ha cumplido los 100 años.

La significación de los juicios se ha transformado a través de la historia, pero desde el comienzo implicaron una confrontación con el horror, aunque al principio hubiera resistencia: Günter Grass sostiene, en su libro de memorias Pelando la cebolla (2006), que él solo aceptó los crímenes del nacionalsocialismo cuando oyó por la radio que, tras las sentencias de Núremberg, el jefe de las Juventudes Nazis, Baldur von Schirach, aceptaba haber tenido conocimiento del plan de exterminio de los judíos.

La experiencia de Grass, que asegura que no le había convencido lo que le contaron antes oficiales estadounidenses encargados de programas de reeducación, parece haber sido compartida por mucha gente en su momento.

En una encuesta realizada en la zona de ocupación estadounidense en noviembre de 1945, un 65% aseguraba haberse enterado con el proceso de Núremberg de cosas que desconocían. En el verano del año siguiente la cifra había subido al 87%.

Entre lo que los encuestados aseguraban haber oído por primera vez estaban los campos de concentración y los planes de exterminio.

Detrás de esas respuestas pudo haber sin duda un intento de exculpación de parte de muchos. El propio Grass dice que si no había conocido antes los crímenes de los nazis había sido, como tantos otros, porque no quería saber.

No obstante, según el historiador Arnd Bauerkämper, fue después de su celebración que los juicios de Núremberg empezaron a ser interpretados como el comienzo de una cultura del recuerdo. “El Proceso de Núremberg no tuvo un papel muy importante al comienzo en la cultura del recuerdo en Alemania, pero posteriormente, desde los 60, ha sido interpretado como el inicio de una confrontación crítica con el pasado alemán, en especial con los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y la preparación de una guerra de agresión”, explica el historiador . “Los aliados intentaron que esa confrontación empezase mucho antes, ya en el 45 o 46, pero no se consiguió porque los alemanes, sobre todo en Occidente, tendían a reprimir y a minimizar el recuerdo del pasado nazi”, agrega.

Se necesitó una generación más critica para valorar el proceso de Núremberg como el comienzo, no solo de la confrontación jurídica sobre el pasado nazi, sino también como el punto de partida para crear una cultura de la memoria.

Las bases jurídicas para el proceso habían sido fijadas por el Tratado de Londres entre las potencias aliadas -EEUU, el Reino Unido, Francia y la Unión Soviética- en el que determinó el estatuto para la creación del tribunal con fiscales y jueces de los cuatro países.

La idea era hacer varios procesos ante ese tribunal, pero al final -por diferencias entre los aliados- solo se realizó uno que se inició el 20 de noviembre de 1945 y terminó con la lectura de las sentencias el 1 de octubre de 1946. En todo caso, el llamado estatuto de Londres está considerado como un precedente de lo que sería posteriormente el estatuto del Tribunal Internacional de la Haya.

Germen del TPI. Los históricos juicios de Núremberg contra la cúpula de los supervivientes detenidos del régimen nazi sirvieron de piedra de toque para la configuración del actual Derecho Internacional y que tiene en su máximo exponente en el Tribunal Penal Internacional (TPI), encargado de perseguir el genocidio y los crímenes de guerra.

Elección de Núremberg. La elección de esta ciudad tenía un carácter profundamente simbólico, al ser considerada la “cuna ceremonial” del Reich, como recordó el fiscal estadounidense Robert H. Jackson en su declaración inicial.

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El llamado “juicio del siglo”, en el que también participaron magistrados de EEUU, Francia y la Unión Soviética, duró poco menos de un año y se saldó con doce sentencias de muerte, tres condenas a cadena perpetua, otras cuatro largas condenas a prisión y tres absoluciones.