- La ciudad japonesa de Nagasaki conmemora hoy el 75 aniversario del último ataque nuclear que sufrió por parte de Estados Unidos, que previamente lanzó otra bomba de las mismas características sobre Hiroshima. Este año el acto conmemorativo se adaptará a las medidas sanitarias para evitar contagios por

Ayer los operarios ultimaban detalles para el evento junto a las más de 400 sillas dispuestas en filas de veinte con distancia de seguridad en el Parque de la Paz, junto a la estatua del mismo nombre, diseñada por el escultor local Kitamura Seibo, en la que se representa a un hombre que señala hacia el cielo. En el entorno de esta simbólica obra, el ambiente estos días pasados ha sido calmado, con un número menor de periodistas y turistas que hace tres días en Hiroshima. Para estos tres cuartos de siglo desde lo ocurrido se ha instalado temporalmente la obra Memory Undertow, del artista nipón Shinpei Takeda, en la que a través de la realidad aumentada se recuperan los testimonios de supervivientes de la bomba.

La bomba acabó con la vida del 31% de personas entre las 240.000 que habitaban Nagasaki. “Si no ha habido una tercera bomba que haya destruido una ciudad en estos 75 años, ha sido por la contribución de los supervivientes relatando lo vivido”, aseguró en una reciente videoconferencia de prensa el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue. Su homólogo de Hiroshima, Kazumi Matsui, avisó en el acto de conmemoración del 75 aniversario del primer lanzamiento de una bomba atómica el pasado jueves que, para que ese “doloroso pasado” no se repita, la sociedad civil debe “rechazar el nacionalismo egocéntrico y unirse ante todas las amenazas”.

Durante el periodo Edo (1603-1868) de la historia nipona, el puerto de Nagasaki se convirtió en la única vía de entrada comercial permitida a las demás naciones en Japón, mientras que el resto del país vivía una etapa de aislamiento. Por las calles de la ciudad, la mayoría de ellas reconstruidas tras la bomba, se hace patente el crisol de influencias chinas, holandesas y portuguesas; además del legado cristiano, en la cuna de la región japonesa con más practicantes de esta religión.

Su catedral de Urakami, una de las mayores de la época en Asia oriental, fue destruida y los rosarios carbonizados o las estatuas de santos decapitadas por el impacto de la bomba se exponen en la actualidad en el Museo de la Paz. En ese recinto, los paneles narran cómo este segundo ataque nuclear estadounidense iba dirigido en principio a Kokura, otra localidad japonesa situada unos 150 kilómetros al norte de Nagasaki en la misma isla de Kyushu.

El avión bombardero voló en círculos hasta tres veces en torno a su objetivo, pero la falta de visibilidad les hizo decantarse por otro secundario, Nagasaki, donde finalmente lanzaron la bomba en una breve apertura de las nubes cuando ya consideraban volver a la base ante la falta de combustible. La bomba explotó a las 11.02 de la mañana del 9 de agosto de 1945. Este domingo a la misma hora se guardará un solemne minuto de silencio por las víctimas, una plegaria silenciosa para pedir que una masacre similar nunca vuelva a producirse.