Pekín - En medio de una inusual tormenta de críticas por la gestión de la epidemia del coronavirus -y por el continuo aumento del coste de vidas que el brote sigue produciendo- la paradójica muerte del doctor Li Wenliang es la principal.

Mientras tanto, continúa la lucha en Wuhan, cuna del brote que acumula la mayoría de los muertos e infectados en la provincia de Hubei, de la que la citada ciudad es capital. Así, ayer comenzaba a funcionar el segundo de los "hospitales exprés" construido en apenas unos días: el de Leishenshan. Al igual que el recientemente inaugurado hospital provisional de Huoshenshan, se trata de un centro médico construido con barracones prefabricados, aunque Leishenshan cuenta con mayor capacidad: 1.600 camas.

En él se tratará solo a pacientes diagnosticados de neumonía de Wuhan, provocada por el coronavirus, que deja ya al menos 722 muertos y 34.546 contagiados, según las cifras publicadas ayer por la Comisión Nacional de Sanidad china.

Ayer también se conocían las primeras víctimas extranjeras del coronavirus, ambas fallecidas en Wuhan. Se trata de dos varones en la sesentena, uno estadounidense y otro japonés. En el caso del japonés no se ha podido confirmar por completo que su fallecimiento se haya debido al coronavirus, aunque Tokio dice contar con suficientes sospechas.

Por su parte, Francia reconocía nuevos casos. La ministra francesa de Sanidad, Agnes Buzyn, anunció que han sido identificados cinco nuevos casos del coronavirus chino en la región de Alta Saboya, y que los afectados, cuatro adultos y un niño, no presentan signos de gravedad.

Se trata de un ciudadano británico que viajó a Singapur entre el 20 y el 23 de enero y a su regreso a Europa pasó cuatro días en Francia en la localidad de Contamines-Montjoie, cerca de la frontera con Italia y Suiza, donde contaminó a otras personas cercanas a él. Todos los afectados son de nacionalidad británica y fueron hospitalizados el viernes por la noche en un hospital de Lyon.

Cuarentena en Hong Kong Fuera de Wuhan y de la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia, la prensa estatal destacaba ayer que el número de nuevos contagios diagnosticados está en declive: 890 nuevos infectados el lunes, 731 el martes, 707 el miércoles, 696 el jueves y 558 el viernes. Pero a pesar de este, a priori, esperanzador dato, las autoridades de Hong Kong quieren minimizar riesgos de contagios en la ciudad semiautónoma, donde la población tiene al Gobierno local en el disparadero por su supuesta laxitud en la respuesta a esta crisis. En Hong Kong pesa aún el recuerdo del SARS, que causó en la ciudad casi 300 muertos, de los más de 700 que hubo en todo el mundo. Por eso, desde ayer está en vigor una norma que exige que toda persona procedente de la China continental se someta a cuarentena de catorce días bajo pena de hasta seis meses de cárcel o multas equivalentes a unos 2.940 euros.Por otra parte, ayer llegaba a Wuhan el equipo que investigará la muerte del médico, el primero en dar la alarma y ser reprendido por las autoridades por "difundir rumores".

Inspección disciplinaria El grupo, enviado a Wuhan por la Comisión Central para la Inspección Disciplinaria, realizará sus pesquisas "relacionadas con la muerte del doctor Li Wenliang de manera concienzuda", informó ayer el propio organismo, espoleado por el descontento popular, particularmente patente en las redes sociales desde el jueves, cuando comenzaron los rumores del fallecimiento.

La muerte de Li se ha convertido en una farsa en China, y el régimen que lo reprendió por alertar a sus compañeros y amigos de que tomaran precauciones ante una posible nueva enfermedad se hace eco de su duelo a través de la prensa estatal: "La nación guarda luto por la muerte del médico que sucumbió al virus", titulaba ayer China Daily.

En un acto de valentía cuyas consecuencias tienden a ser funestas en China, el profesor de la Universidad Normal de Wuhan, Tang Yiming, y otros colegas de profesión, emitieron una carta abierta. Sin destinatario, pero con un mensaje claramente dirigido a las autoridades. "Si las palabras del doctor Li no se hubieran considerado rumores, si cada ciudadano estuviera autorizado a hacer uso de su derecho de decir la verdad, no estaríamos en este desastre, no tendríamos una catástrofe nacional de impacto internacional", reza la carta, citada por el rotativo hongkonés South China Morning Post.