El Departamento de Educación impulsará un proceso de diálogo activo con la comunidad educativa con el objetivo de alcanzar un Pacto contra la segregación escolar . Así lo ha avanza el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, en la ponencia parlamentaria en la que presenta el timing sobre el que se asentará la Ley Vasca de Educación. En noviembre de 2021 arrancó la reflexión sobre la concentración en los colegios públicos de la mayoría del alumnado vulnerable debido a su nivel socioeconómico, nacionalidad o necesidades educativas especiales.
A lo largo de este curso se han seguido dando pasos para lograr un diagnóstico compartido sobre este problema que lastra la escuela vasca. El último movimiento ha sido un monográfico celebrado hace unas semanas organizado por Eusko Ikaskuntza en el que participaron un centenar de profesionales y especialistas. Fruto de este intercambio de experiencias, Bildarratz presentará en otoño un esperado diagnóstico que retrate la realidad, a día de hoy, de la creciente diversidad que puebla las aulas y su desequilibrada distribución-concentración en determinados centros. Fundamentalmente, de la red pública y de los modelos lingüísticos A (castellano) y B (bilingüe). Y en octubre, el Departamento de Educación prevé sellar en un acuerdo político sobre este problema con el respaldo del 90% del arco parlamentario al pacto educativo en el retrovisor.
La segregación escolar no es un fenómeno nuevo en Euskadi. De hecho, lleva en el debate público más de una década porque la escolarización diferenciada, según Bidarratz, no solo puede condicionar la igualdad de oportunidades del alumnado y “los resultados académicos”, sino también “la propia cohesión social de nuestro sistema escolar y, por extensión, de nuestro territorio”. La “preocupación” ante la segregación es una constante en Educación si bien, a juicio del consejero, “es un problema complejo que no se explica y no se podrá resolver únicamente desde la comunidad educativa”.
UN PEZ QUE SE MUERDE LA COLA
La segregación por el origen migrante, en particular, responde a múltiples factores que van desde el mercado laboral a estructura residencial de las ciudades pasando por las desigualdades sociales. No se puede sustraer de la ecuación que otra de las razones determinantes para que se de esta concentración -incluso la guetización de ciertos centros públicos- es la decisión de las familias vascas de llevar a sus hijos e hijas a colegios con poca diversidad. Este patrón de conducta no es exclusivo de Euskadi puesto que se repite en otros muchos lugares. Distintos estudios realizados en EEUU y Dinamarca, por ejemplo, exponen que un porcentaje de concentración de migrantes en unos centros determinados genera un efecto huida o aumenta la demanda de educación privada, lo cual acaba reforzando las dinámicas de segregación. Es el pez que se muerde la cola.
Quizás sea por esta complejidad, pero el hecho es que las medidas impulsadas por el II Plan Marco para el desarrollo de la escuela inclusiva (2019-2022) no han corregido la situación de desequilibrio entre las redes. Es más, la brecha no hace más que crecer. Según los datos del Eustat, desde el año 2003 a 2019 se ha multiplicado por cuatro el número de alumnos nacidos en el extranjero que se matriculan en centros vascos. También se aprecia que la mayoría (el 69,4%) cursa sus estudios en centros de la red pública. En concreto, el curso 2019/2020, un total de 17.900 estudiantes de origen extranjero estudiaban en colegios públicos, mientras que 7.870 lo hacían en la red concertada.
La sima abierta entre los colegios públicos y concertados convierte a la escuela vasca como la más segregadora del Estado. Según el último Informe PISA, la segregación por origen inmigrante es relativamente baja en el Estado español en relación a la media de la OCDE y semejante a la de países como Suecia, Noruega o Canadá. Existe, sin embargo, una enorme variación entre comunidades autónomas. Euskadi encabeza este ranking en la ESO y ocupa el segundo puesto en Primaria, solo por detrás de Madrid. Además, los microdatos del Informe PISA de 2019 indican que la segregación había crecido en Euskadi respecto a la edición de 2015.
CRISIS DEMOGRÁFICA
Aunque la estructura económica y la distribución geográfica de la migración importan, estudios recientes indican que erradicar la segregación es también cuestión de aplicar políticas educativas efectivas. Vista la situación de partida de la escuela vasca, la necesidad de un pacto y una estrategia de matriculación equilibrada parecen cuestiones inaplazables. Mucho más si se toma en cuenta la evolución sociodemográfica de Euskadi. El desplome de la natalidad a partir de la crisis económica de 2011 y los alumbramientos de las mujeres migrantes que ayudan a maquillar la debacle de natalidad que sufre Euskadi dibujan un futuro en las aulas vascas con menos niños y mayor diversidad.
La sociedad vasca es la que tiene la segunda natalidad más baja de Europa, solo por detrás de Italia. El Eustat indica que los nacimientos han caído un 64% los últimos 45 años, siendo los datos de 2021 los peores de las últimas décadas. Por otro lado, las mujeres de origen extranjero son las madres de una parte nada despreciable de los nuevos vascos y vascas. Y es que, los hijos de las madres nacidas fuera del Estado han pasado de representar apenas un 2% el año 2000 al 27% en 2019. Este 30% de migrantes de segunda generación se ha incorporado ya a las aulas de Infantil o lo hará próximamente. Y a ellos hay que sumar la matrícula viva, es decir, los 3.000 migrantes de media que cada año se matriculan con el curso ya empezado.
SEGREGACIÓN POR IDIOMA
El modelo lingüístico en el que se decide estudiar se une a la crisis demográfica y a la mayor diversidad como tercer factor segregador. Todo, sobre la base de que el perfil socieconómico de quienes cursan sus estudios en la red pública es más bajo de quienes lo hacen en los colegios concertados. Según el último informe Situación del sistema educativo vasco , el modelo A de la red pública, pese a que su peso en el sistema es mínima (8,5% de los centros), matricula al 80% del alumnado con el índice socioeconómico y cultural (ISEC) más bajo. En cambio, el alumnado de A en la concertada tiene un ISEC alto. Otro tanto sucede con el modelo B (bilingüe) de la pública, que concentra a un 62% de alumnado de perfil bajo.
En el modelo D (euskera) -el mayoritario del sistema educativo y por tanto el más diverso- también presenta diferencias entre colegios públicos y concertados. Según el Consejo Escolar de Euskadi, el perfil medio del modelo D público es medio-bajo y el 32% bajo a secas. Además, la tendencia apunta a que la escuela pública incorpora cada vez a mayor número de estudiantes de este último perfil más vulnerable. Evidentemente, esta distribución influye en los resultados académicos: el 50% de los estudiantes de los modelos A y B públicos ha repetido curso alguna vez así como un 19% e los estudiantes del D público, un 16% en A y B concertados y un 7% en los colegios concertados de modelo D.