El fundador de Oncomatryx, el científico Laureano Simón, trasladó ayer su optimismo sobre el fármaco OMTX705. “Hay que confirmar los resultados, pero, por lo visto con animales, hay pocas posibilidades de fallar”, destacó sobre un tratamiento que no genera resistencia, ni efectos secundarios y se puede administrar durante años. Al científico no le dolieron prendas en resaltar sus bondades. “Es eficaz, muy potente y muy seguro porque destaca por sus bajos efectos secundarios”, subrayó. “Solo ataca a lo que tiene que atacar; lo llamamos balas mágicas”.

Sobre la novedad de combatir al microambiente tumoral, y no al tumor directamente, Simón destacó que hasta hace unos años “eso era algo con lo que nadie se había atrevido a trabajar”. “El fármaco mata a las células que provocan la metástasis y la inmunodepresión y que, además, son su escudo protector frente a los tratamientos convencionales”.

Un peregrinaje de 15 años

Simón desgranó el origen de estas novedosas investigaciones. “Decidimos desarrollar este ADC en colaboración con los grupos académicos más punteros. ¿Quién puede darnos el anticuerpo? Pues nos fuimos a hablar con unos científicos de la Universidad de Stuttgart y con ellos lo desarrollamos”, relató con sencillez. “¿Quién nos puede dar la carga tóxica? Pues hablamos con una startup en Austria”, siguió contando, para también revelar cómo decidieron vehiculizar el compuesto y cómo dirigirlo para que sea capaz de actuar. Finalmente, contactaron con un grupo de expertos de Turín para juntar las dos partes. Un periplo larguísimo de tejer alianzas y de trabajo ímprobo en el que ya habían pasado tres años.

“Había que probarlo primero en modelos celulares. Luego miramos si funcionaba en modelos animales, que no hay más remedio que usar de forma razonable y ética, usando el menor número de animales posible. Y comprobamos que la eficacia del compuesto era muy alta”, afirmó.

Había pasado ya más tiempo, con ensayos de toxicología y muchas más pruebas. “Para la fabricación, acudimos a Taiwán, que trabaja para las grandes farmacéuticas europeas y americanas, para fabricar una molécula muy sofisticada. Juntos hemos fabricado los lotes”, expuso Simón. Un largo peregrinaje y miles y miles de horas de esfuerzo hasta recibir el plácet de la Agencia del Medicamento de EEUU y de España, que admitieron con sorpresa el hecho de que una empresa pequeña de solo 25 trabajadores, -frente a los 2.500 de las grandes multinacionales- haya logrado desarrollar esta investigación a través de alianzas con universidades, hospitales y centros de investigación europeos y estadounidenses.