“Es indigno viajar desde Tolosa en estas condiciones”
NOTICIAS DE GIPUZKOA cubre los 24 kilómetros desde la villa papelera a Donostia a bordo del mismo autobús en el que una menor de 16 años salió despedida a la altura de Andoain tras romperse el cristal de la puerta trasera.
ocho grados de temperatura, lluvia, y decenas de universitarios adormilados. Nada cambia a primera hora de la mañana en la parada Zezen plaza de Tolosa, el punto de partida de los autobuses de Lurraldebus que cubren el trayecto hasta Donostia, donde ayer era visible el cansancio de los usuarios que consumían el último día de la semana lectiva. El reloj marca las ocho de la mañana. Los estudiantes comienzan a subir al vehículo, el motor ruge y poco después emprende la marcha. Sorprendentemente, es el mismo autobús en el que hace diez días una menor de 16 años vivió una auténtica odisea tras salir despedida por la puerta trasera, cayendo en medio de la N-I tras reventar el cristal por causas que se investigan. “Esa puerta no estaba en condiciones”, decían ayer unos pasajeros, señalando el lateral por la que se precipitó la chica. El cristal que se hizo añicos ha sido reparado y se aprecia un pequeño agujero en la parte inferior de la puerta. “Si hubiera estado en condiciones, ese cristal necesitaría toneladas de fuerza para que se rompiera como lo hizo”, señalan fuentes de una empresa proveedora de componentes para el mercado de la automoción. Ella, en cambio, no tiene ningún golpe en la parte derecha de su cuerpo. Ni en el hombro ni en la cabeza. Todas sus heridas son por abrasión de asfalto. La joven pesa unos 50 kilos. Fuentes cercanas a la familia indican que si en realidad hubiera roto por su propio empuje el cristal, “tendría que tener algún rasguño que no existe”.
La familia de la menor todavía no ha recibido el atestado policial de lo ocurrido. Probablemente lo haga a mediados de la semana que viene y, sin tener una versión oficial de los hechos, se muestra sorprendida de que el mismo vehículo en el que la menor pudo perder la vida siga circulando como si nada hubiese ocurrido. “Tres o cuatro días después del accidente ya estaba en marcha. Han cambiado el cristal, pero por un mínimo respeto podían esperar hasta que se esclareciera lo ocurrido”, decía ayer un pasajero al tomar asiento.
A vueltas con la velocidad
El autobús emprende la marcha y para cuando sale de Tolosa sus 42 plazas ya están ocupadas. El resto de usuarios tendrá que viajar de pie. Quedan por delante 24 kilómetros bajo una lluvia inclemente que complica la circulación. Muestra evidente de ello es el vehículo que acaba de salirse de la calzada a la altura de Irura y está siendo asistido por una patrulla de la Ertzaintza, cuyas luces se convierten en pequeños puntos morados a espaldas de un autobús que continúa circulando. El trayecto es sinuoso. Especialmente incómodo para la veintena de pasajeros, prácticamente todos estudiantes, que acaban de subir en la parada de Villabona. También hay alguna que otra persona de edad, como Vicenta Garrido, de 70 años. “Habitualmente me bajo en Irura para visitar a mis nietos, pero como vayas hasta Donostia esto se convierte en un trayecto larguísimo si vas de pie. Puede que el autobús circule a la velocidad legal de 80 km/h, pero da igual. Es peligroso según las circunstancias del viaje”, indicaba la mujer.
El trayecto continua y la lluvia no cesa. El autobús circula a la altura de la curva de Andoain, justo donde la estudiante de la Ikastola Laskorain de Tolosa sufrió el grave percance. Si salvó su vida, después de quedar tendida, fue por su instinto, que le hizo incorporar medio cuerpo en suplicante gesto al conductor del camión que se le echaba encima. “El otro día ocurrió por un cristal en malas condiciones, pero ante un frenazo o cualquier otra maniobra brusca cualquiera puede salir despedido por la parte delantera”, criticaba un pasajero. Frente a él, en esos instantes, en torno a una treintena de personas viajaban de pie.
La Diputación no tuvo constancia de lo ocurrido hasta un día después. El Departamento de Movilidad ha abierto un expediente a la empresa TSST, concesionaria de esa línea, por no haber informado de este suceso, del que el ente foral exculpa al conductor del vehículo.
Los pasajeros tampoco cargan tintas contra los empleados, pero sí demandan un servicio más acorde a los nuevos tiempos. Enara Oyanluce y Nerea Esnaola, de 18 años, tomaron asiento en la primera parada de Tolosa con destino al campus de Ibaeta. “Depende de las horas puede notarse más o menos gente o una conducción más o menos brusca, pero hay cosas que llaman la atención, como por ejemplo el jueves, cuando me sorprendió el asiento roto e inservible que tenía al lado”, señalaba Esnaola.
La “tiranía” de los horarios a los que se ven sometidos los conductores también estaba de boca en boca. Difícilmente pueden cumplir con los tiempos en desplazamientos tan largos en los que siempre hay contratiempos, como decía Iker Elola, otro estudiante de 18 años. “Depende de quien te toque, hay unos que van más rápido que otros”, algo que ha ocasionado más de un susto. “En algunos casos estamos hablando de autobuses antiguos que han superado el periodo legal de uso y que no han sido renovados”.
Algunos pasajeros indicaron que “mediante el sindicato de trabajadores” han podido saber que parte de la flota de autobuses que sigue operando fue adquirida de segunda mano a la Comunidad de Madrid. “Nos jactamos de tener una industria pionera, con empresas como Irizar y con una política de implantación progresiva de autobuses eléctricos, pero en la línea de Tolosa a Donostia no se ha invertido nada. No hablamos de ninguna sigla política en concreto. Por aquí han pasado partidos de todos los colores, y nadie ha movido un dedo para mejorar las condiciones”, según denunciaban.
Fuentes de la Diputación indicaron tras al suceso que la de Buruntzaldea, a la que pertenece este servicio y en la que se incluyen las empresas Garayar, Hasa y TSST, es la única concesión que no ha sido renovada tras el proceso de actualización acometido durante legislatura pasada. La renovación, según arguyen, no ha sido posible por “el bloqueo” de las empresas que no comparten los términos planteados.
Y esa falta de respuesta provoca el consiguiente malestar entre quienes usan a diario la linea. “Es indigno que sigamos viajando desde Tolosa en las mismas condiciones. El problema es que nos vemos obligados porque no queda otra, aunque conozco a quienes visto lo visto han optado por dejar este servicio y apostar por otras modalidades de transporte”. El autobús hace su entrada a Donostia mientras una veterana pasajera relata su experiencia diaria, por motivos laborales, con este servicio. “Circulamos por una mala carretera de dos carriles, con muchas curvas y el consiguiente susto al más mínimo frenazo”. Leybing Lagos, nicaragüense de 27 años, también tira de la Mugi la mañana como a la tarde. Dice que ha asistido a más de una escena que no le ha gustado nada. “A veces se percibe falta de tacto con personas con discapacidad, mujeres con sillas de niños o mayores. Necesitan su tiempo para acomodarse, pero cuando todo son prisas no se les atiende como se debiera. Ha habido veces que no me han dejado ni pasar la tarjeta Mugi, con el consiguiente coste, porque se producen atascos y dicen que no se puede perder más tiempo”.
El autobús está a punto de llegar a la parada de Universidades de Donostia, pero poco antes queda en punto muerto debido al colapso de vehículos provocado por las obras que se acometen en la Avenida de Tolosa. Una nueva incidencia que hace acumular retraso. “Los chóferes no van rápido porque quieren. Tienen unos horarios muy estrictos que les son impuestos y que son imposibles de cumplir con una conducción sosegada. Para llegar al destino a tiempo hace falta ir rápido. Se pone el foco en los usuarios y en los trabajadores, pero la Diputación tiene una responsabilidad al respecto. No se puede dejar una línea abandonada que utilizan tantos pasajeros”, indicaba un grupo de estudiantes.
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