El primer mes no era de prueba
Mañana cumplen un mes en el cargo. Cinco alcaldes noveles, rostros nuevos, cuentan su experiencia durante 30 días frenéticos al frente de sus ayuntamientos: “Sin tiempo para pensar”, “a tope” o “el móvil echa humo” son algunas de sus afirmaciones.
Pasan el día de reuniones, colgados del teléfono. “Un poco atropellados a veces, la verdad”, confiesa alguno de ellos. Parar durante diez minutos a cinco alcaldes recién nombrados, con agosto a la vuelta de la esquina, y “un montón de trabajo por hacer” y nuevos proyectos que quieren activar, es como subirse a un tren en marcha. Admiten que su vida ha cambiado, que sus días ahora son más largos. Reconocen también que su teléfono móvil ha cobrado vida propia, que no para de sonar y recibir mensajes. Que les paran por la calle, para felicitar, sí, pero para plantear asuntos varios también, en vez de ir a las oficinas municipales y rellenar un impreso y darle entrada. Coinciden en que ser alcalde es un “honor”, una “gran responsabilidad”, y que sus familias son el pilar fundamental en el que se sustenta toda la energía con la que llegan. Su sensación, a un día de cumplir un mes en el cargo, es de que todo ha pasado muy deprisa. Son nuevos, pero el primer mes no era de prueba.
Previstos e imprevistos
Kepa Zubiarrain, el nuevo alcalde de Lazkao (PNV), todavía está comiendo cuando le llamamos. Son las 15.35 horas.
-Hola, Mikel. No me he olvidado. Tenía pensado llamarte a la tarde.
-¿Prefieres que te llame luego?
-No, no, estaba terminando de comer, pero ya que estamos, dime.
Lo primero que destaca de sus casi 30 días en el cargo es “la acumulación de trabajo”, “temas que quedaron encima de la mesa en la anterior legislatura”, pero su sensación, como la del resto, es de satisfacción. “Estoy muy a gusto, hemos tenido buena acogida por parte de los trabajadores del Ayuntamiento y hemos encontrado colaboración a tope. Me gustaría destacar la actitud positiva de todos. Son grandes profesionales”, dice.
Kepa ya sabía lo que es tener el teléfono abierto de forma permanente por cuestiones de trabajo, pero admite que este paso, “personalmente, sí supone un cambio. Es una labor que va más allá de tus horas de despacho. Parece un tópico cuando se dice que un alcalde tiene que estar las 24 horas disponible, pero es cierto. Además de las cuestiones previstas, están los imprevistos. El fin de semana pasado estuvimos pendientes de un problema que tuvimos con el suministro de agua. Ya lo hemos arreglado. Pero te toca estar ahí. Como anécdota, o ejemplo”, apunta Zubiarrain.
Fue concejal hace 20 años, y “aunque ha pasado mucho tiempo”, Zubiarrain ya conocía el funcionamiento de un ayuntamiento, por lo que su tarea como primer edil no le ha sorprendido, como tampoco le pesa estar siempre disponible “Ese registro lo tenía interiorizado”, reconoce, debido a la responsabilidad de su anterior trabajo.
Tiene tres hijos, dos niñas de 14 y 13 años y un chaval de 8. Por eso, cuando tomó la decisión, el apoyo de su mujer fue fundamental. “Antes de presentarte, es algo que compartes en casa. Necesitas ese apoyo”.
“Ni tiempo para pensar”
La primera sensación de Nagore Alkorta, la alcaldesa de Azpeitia, es de satisfacción. “Hay que decir que el apoyo de los vecinos es muy grande. Me siento muy a gusto porque todo ese apoyo te da más ganas de trabajar”, asegura, puntual a la cita que nos había marcado.
Y “hay que trabajar mucho”, reconoce. Al primer Pleno del día 2, le siguió una reunión, el día 3, con las asociaciones del pueblo: “Nos juntamos 120 personas y pudimos plantearles nuestros retos. Estamos preparados para trabajar de la mano con todas ellas y otro compromiso nuestro fue ponernos en contacto con el Gobierno Vasco y la Diputación. Con el Departamento de Vivienda del Gobierno Vasco ya hemos estado; nos falta concretar las citas con la Diputación”. Objetivo: sentar las bases de los temas importantes antes de agosto.
“Estamos a tope. Hemos licitado las obras, por diez millones de euros, de 29 viviendas de VPO y 33 tasadas. Y luego están las fiestas encima (saninaziyuek), que dan mucho trabajo. Este año tenemos un protocolo contra ataques sexistas, un punto de atención las 24 horas mientras duren las fiestas”, añade.
Alkorta admite que estos primeros 30 días han sido frenéticos. “No tienes ni tiempo para pensar. Yo ya sé que me he metido en una gran responsabilidad y soy consciente de que voy a tener momentos de mucho trabajo, pero me siento arropada”.
El apoyo de su familia también está ahí. Su hija de seis años está permanentemente en su cabeza. “Sí, cuando decidí presentarme, lo primero, profesionalmente, es un honor, pero es cierto que de cara a la familia y la conciliación, es un reto. Soy madre y mujer, y esas gestiones hay que acordarlas en casa”, afirma.
Subir al tren en marcha
Si los saninaziyuek de Azpeitia están cerca, a Maider Lainez, en Andoain, los sanjuanes le alcanzaron de lleno. “Entramos un sábado y el viernes siguiente ya eran las fiestas patronales, San Juan”, afirma la primera edil socialista. Al igual que su homóloga de Azpeitia, Lainez afirma que en este mes el cúmulo de trabajo te deja casi “sin tiempo para pensar. Días intensos y largos, que empiezan muy temprano. “A las seis de la mañana me levanto, y muchos días a las siete estoy en el Ayuntamiento. Estamos aprovechando para hacer reuniones por las mañanas y por las tardes contactar con las distintas asociaciones para poner en marcha cosas de cara al nuevo curso o dar continuidad a las del pasado”. Cuestiones previas y “nuevas ideas” que requieren “reuniones de puesta a punto para ver cómo encajar las cosas”, asegura.
Julio es un mes raro para estrenar el cargo, admite, “porque todo el mundo está pensando en las vacaciones, pero son la fechas que son y los que tenemos que adaptarnos somos nosotros. Este es un tren que va en marcha y hay que subirse. Yo trabajaré las primeras semanas de agosto”, asegura.
Madre de un niño de diez años, la conciliación surge en la conversación. “Cada día tienes que ver cómo te organizas: udalekus, txokos...” Su nuevo trabajo exige paciencia en casa. Es un trabajo compartido, si en casa no tienes el apoyo que te permita hacer este juego, no puedes. El apoyo es básico y fundamental. Son decisiones compartidas”, zanja.
“El móvil echa humo”
Igor Zapirain, alcalde de Ibarra, aún tiene la cabeza a 100 cuando descuelga el teléfono. “¿Qué tal?”, le decimos. “A tope”, responde, y comienza a compartir varias de las cuestiones que acaparan su atención. “El principio ha sido muy movido. Hay temas potentes y el verano está encima. El plan general se aprobó justo antes de entrar, y algunos constructores han mostrado interés por hacer viviendas. Es una buena noticia. Estamos ilusionados, pero antes queremos hacer una encuesta entre los jóvenes. Y encima, el pasado curso un tercio de la escuela, que ha estado en obras, estuvo clausurada y los niños en barracones; a ver si cerramos el tema para que en septiembre esté todo listo. Tampoco teníamos guardia municipal y tenemos a dos agentes ya contratados formándose en Arkaute. En agosto ya estarán en la calle y esperamos contratar a otros dos”, resume.
Zapirain “no tenía una imagen clara de lo que supondría ser alcalde, pero es cierto que de fuera, las cosas se ven más fáciles”. Admite que su teléfono “está que echa humo”, pero “estamos con mucha fuerza. Es estimulante, como grupo municipal, tener la oportunidad de sacar adelante tu proyecto, porque si nos han votado es porque creen en él”, señala.
La vida, eso sí, le ha cambiado de forma radical. Con tres hijos de 12, 13 y 15 años, “cuando coges un cargo así tienes que hablarlo, sobre todo con la pareja. La vida que tenía antes y la de ahora son completamente distintas. Antes trabajaba de siete a dos y salía comido. Tenía las tardes libres, para hacer compras, andar en bici con los hijos o ir al monte. Tenía capacidad de desconectar”, añade. Ya no.
“La vida me ha cambiado”
Iñaki Arregi, alcalde de Mendaro, nos envía un emoticono a última hora del día. Lo dice todo. “¿Podemos hablar mañana?”, ruega. Ya nos había advertido que estaba “a tope”.
“Al principio, como estaba trabajando a las mañanas en el taller, luego iba al ayuntamiento y las primeras tres semanas se me han hecho muy largas. No me daba el día. Ahora estoy 100% en el ayuntamiento. No podía seguir así. ¿Sabes qué pasa? Estaba trabajando en el taller, pero tenía la cabeza en el ayuntamiento y eso no puede ser”, admite.
Comentó su intención de presentarse a alcalde con tiempo a los suyos. Tiene dos hijos de 22 y 18 años. “La vida me ha cambiado por completo. Ni mejor ni peor, sino diferente. Pero estoy a gusto, con ilusión. Antes, en el taller, como soy socio, ya estaba acostumbrado a llevarme los dolores de cabeza a casa. Esa presión ya la tenía”, concluye.
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