Pablo Ibar esquiva el corredor de la muerte y luchará por su libertad
Es condenado a cadena perpetua, pero recurrirá la sentencia que en enero volvió a declararle culpableEl jurado atiende a las súplicas de su familia para no matar a “un buen hombre” y elude la pena capital
donostia - El preso de origen guipuzcoano Pablo Ibar esquivó la pena de muerte y fue condenado anoche a cadena perpetua, por lo que podrá seguir defendiendo su inocencia en una todavía larga lucha judicial fuera del corredor de la muerte, la antesala del infierno, en la que ya estuvo durante 16 años, desde 2000 hasta 2016. Sus familiares, especialmente su esposa, su padre y hermanos, presentes en el juicio, celebraron la condena a cárcel de por vida como un triunfo. El único al que podían aspirar en el juicio de ayer, después de que el pasado 19 de enero Pablo fuese hallado nuevamente culpable del triple asesinato del empresario propietario de un conocido club nocturno del sudeste de Florida, Casimir Sucharski, y las modelos Marie Rogers y Sharon Andersen, el 26 de junio de 1994, en la casa del empresario en Miramar (EEUU).
Pablo Ibar ha vuelto a vivir de alguna forma. Aunque su equipo defensor ya había avanzado que la batalla judicial continuaría y que recurrirían fuese cual fuese el veredicto del jurado ayer, la cadena perpetua significaba, al filo de la madrugada en Euskadi, una victoria en esta interminable montaña rusa de emociones que ayer vivió momentos de tensión insoportable.
Ibar había conseguido lo más difícil en 2016, después de años de batalla legal, cuando el Tribunal Supremo de Florida anuló la condena a muerte que le impuso un tribunal en 2000 y mandó repetir el juicio en 2016. Se había logrado demostrar que durante el juicio anterior se habían producido varias irregularidades y que las pruebas que sustentaban la versión de su culpabilidad eran débiles. Fue un momento emocionante, especial para Ibar y los suyos, que acariciaban la libertad. Pablo tocaba el cielo.
Pero el pasado 19 de enero otro jurado le devolvió al barro, a la desolación y el miedo, a la amenaza de morir ejecutado en una cárcel o de vivir para siempre entre rejas. El juicio en el que tenía depositadas sus esperanzas, la repetición, se le rebelaba en contra, con una Fiscalía feroz que logró nuevamente convencer al jurado popular para decantarse por una sentencia condenatoria. Un revés inesperado que hundió a Ibar y los suyos.
Ayer, pese a la cadena perpetua, las tornas volvieron a cambiar. El jurado escuchó las súplicas de la familia. Y Pablo ganó... tiempo y ánimos.
Según explicó Andrés Krakenberger, presidente de la asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, “la cadena apelatoria está como al principio del todo”. Es decir, la condena de ayer a cadena perpetua es como regresar al año 2000, pero con la diferencia de que esta vez Ibar no estará sometido a la presión de la pena capital, mientras la batalla legal continúa.
El siguiente paso de su defensa ahora es lograr una nueva repetición del juicio y para ello deberán apelar a un tribunal intermedio de Florida, al Tribunal de Apelaciones del 4º Distrito de Florida (habrían vuelto al Supremo si la condena hubiera sido la pena capital).
“seis u ocho años más” Desde la asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, el portavoz, Andrés Krakenberger, aseguró: “Creo que tenemos armamento apelatorio más que de sobra para conseguir otra anulación y repetición del juicio, lo que pasa es que estamos hablando probablemente de otros seis años más de apelación y otros dos de organizar la repetición del juicio. Es el inicio de otra carrera de fondo”, dijo.
La falta de imparcialidad manifiesta del juez Dennis Bailey es una de las razones que permite a la defensa tener esperanza en su recurso, aseguran desde la asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar.
Durante el proceso, Bailey aceptó la mayoría de las pruebas y testigos de la Fiscalía y rechazó los de la defensa. Por ejemplo, el juez había denegado la declaración de un psicólogo que a petición de la defensa iba a explicar el impacto de una eventual ejecución de Ibar sobre sus hijos. Pero lo rechazó y prohibió cualquier intervención en este sentido, mientras que sí permitió el miércoles pasado que testificaran seis familiares de las víctimas mortales del triple asesinato. Todas ellas pudieron hablar sobre los efectos que tuvo en sus vidas la pérdida de sus familiares, aunque al finalizar, el juez avisó al jurado de que esos testimonios no debían ser tenidos en cuenta a la hora de determinar si debía condenar a muerte a Ibar.
sus hijos de siete y doce años A medida que avanzaba la última jornada del juicio, ayer, las esperanzas de la familia aumentaban, pese a la tensión creciente por el veredicto. Uno de los tres hermanos del procesado, Michael, no se podía creer que, después de los testimonios de los familiares durante el lunes y martes, como testigos de la defensa, el tribunal popular pudiera decidir su ejecución y enviarlo de nuevo al corredor de la muerte. Impensable.
Su padre, sus hermanos, su esposa, sus cuñadas, su suegra, su sobrina, toda la familia, se había dejado la vida en su defensa. Con lágrimas, Tanya Ibar Quiñones había suplicado el día anterior por la vida de su marido, lo pedía por sus dos hijos, de siete y doce años, que lo “admiran” y no podrían vivir sin él. Es un “padre ejemplar, una buena persona”, decía entre sollozos. Ni el propio Ibar pudo contener las lágrimas.
Había que llegar al menos a uno de los doce miembros del jurado y es lo que sucedió. Siete mujeres y cinco hombres, que observaban para luego decidir si cárcel de por vida o muerte. Hasta el embajador de España en EEUU testificó en favor de Ibar.
“Yo no creo que sea posible que doce personas, escuchando todo lo que nosotros hablamos, puedan decidir darle pena de muerte. No puedo creer eso”, señaló Michael Ibar en declaraciones a ETB unas horas antes del veredicto final. También el padre del procesado, expelotari y hermano del fallecido boxeador José Manuel Ibar Azpiazu, Urtain, se mostraba satisfecho y mantenía la esperanza de cómo habían transcurrido las cuatro jornadas del juicio. “Ha sido muy emocionante, increíble, la verdad, así que yo creo que estamos en buen lado”, añadió Cándido.
Las dos horas de deliberación que se tomaron los miembros del jurado dieron paso a una tensión insoportable, según describió vía Twitter la corresponsal de EITB Amaia Uribe, presente en la sala. La defensa había concluido su alegato, sus conclusiones, destacando que hay “muchas razones para salvar la vida de este hombre”. La Fiscalía no ofreció contrarréplica, pero sus argumentos eran firmes.
La defensa esperaba que al menos uno de los doce miembros del jurado, compuesto por siete mujeres y cinco hombres (cinco personas afroamericanas, cuatro hispanas y tres anglosajonas), no votase a favor de la pena capital. Y lo consiguió. No hubo unanimidad.
El portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar, Andrés Krakenberger, cree que es “algo innecesariamente duro que, en el siglo XXI, una familia tenga que comparecer y argumentar delante de un jurado por qué a un familiar suyo no se le debe condenar a muerte”.
siguen las dudas sobre el crimen Pero es que además siguen sin disiparse las dudas sobre el atroz crimen que fue grabado por una cámara de seguridad en el interior de la vivienda del empresario asesinado en 1994. Dos encapuchados que matan a tres personas y uno de ellos se descubre el rostro y es recogido por la cámara, pero la imagen, de baja calidad, no permite su identificación.
Elementos que siguen generando dudas pese a la repetición del juicio que en enero volvió a declarar a Ibar culpable. Sin embargo, tres días después, el primer día hábil tras conocerse el veredicto, uno de los miembros del jurado se puso en contacto con el juzgado para retractarse de su decisión. Su oposición habría roto la unanimidad y habría declarado nulo el juicio. El miembro arrepentido denunció fuertes presiones durante las deliberaciones del jurado, pero fue apartado por el juez, que no ordenó investigar la denuncia.
También otro jurado suplente denunció que había sido contaminado al conocer una información que los miembros del jurado tenían prohibido conocer.
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