La diseñadora Agatha Ruiz de la Prada se hizo famosa por la utilización de colores vivos y flores en sus prendas y complementos. La exposición que la pintora urretxuarra Mary Franco va a inaugurar el jueves en la casa de cultura de Zumarraga, al igual que los desfiles de la diseñadora, es una explosión de color. Franco defiende el valor terapéutico de los colores alegres.
Esta pintora nació en Extremadura en 1946. Cuando era una niña, sus padres vinieron a Euskadi. Siempre le gustó pintar y hacer teatro, pero su padre murió cuando ella era todavía una cría y con 13 años tuvo que ponerse a trabajar. Lo hizo en la empresa Irimo y después se encargó de acoger a los visitantes de la sala de exposiciones de la casa Itarte de Zumarraga. Con 50 años decidió comenzar a pintar y cuando se jubiló se apuntó al grupo de teatro Karmakros de Urretxu y Zumarraga. “El primer curso de pintura lo hice con Manu Muniategi. Me costaba hasta dibujar una manzana, porque no lo había hecho desde que era una niña. Aquel curso tenía 15 días de duración y Manu me recomendó seguir. Me dijo que tenía afición y buena mano”.
Franco acudió a la escuela de Bellas Artes de Zumarraga. Desde entonces, ha sido alumna de Félix Vaqueriza, Begoña Idiakez y Laura Zendoia. Le encanta pintar. “La tele me aburre, mientras que la pintura me llena de fuerza. Me pongo a pintar después de comer y la tarde se me pasa volando. También suelo ir a la escuela de Bellas Artes de Zumarraga, pues está muy bien para seguir aprendiendo, estar con la gente, ver disfrutar a los niños, ver por dónde tiran los adolescentes... Disfruto como una enana. Soy una aficionada a la pintura a la que le encanta lo que hace”.
Exposiciones La artista de Zumarraga ha ofrecido ya varias exposiciones en Azpeitia, Beasain, Burgos y Zumarraga. En su anterior muestra se pudieron ver trabajos pintados en blanco y negro.
En esta ocasión, en cambio, predomina el color. De hecho, la exposición se titula Todo color-Kolore guztiak. Su marido es de un pueblo de Burgos, Barbadillo de Herreros, y es allí donde ha pintado muchos de los cuadros. “Es un pueblo de la sierra de la Demanda, pegado a La Rioja. Tenemos una casa con una huerta y frutales. Mi marido se encarga de cuidar las plantas y yo las pinto. En cuanto sale algo, lo pinto: manzanas, membrillos, peras, cerezas, lirios, hortensias...”.
La exposición la completan varios cuadros con motivos otoñales. “El otoño también me gusta mucho y yo todo lo bonito que veo, lo pinto. Los cuadros de esta exposición son explosiones de color. El color me da vida, alegría... Me motiva mucho. La vida en blanco y negro sería muy triste”.
En cuanto a la técnica, esta vez todos los cuadros están pintado al óleo. Pero le gusta mucho la pintura acrílica y adelanta que sus siguientes trabajos van a ser acuarelas.
Tal y como se ha indicado, a Franco también le gusta mucho el teatro. “El teatro también me llena de fuerza. Para presentar la segunda gala del concurso de obras de corta duración Antzezmotz me metí en la piel del comisario Villarejo. Me lo pasé pipa”. En verano suele ofrecer una función en Barbadillo de Herreros, con otro veraneante al que le gusta el teatro. “La plaza se suele llenar”.
Ella llena la plaza y el teatro y la pintura le llenan a ella. “Desde que dejé de trabajar, el teatro y la pintura llenan mi vida”.
Invitación Recomienda a los jubilados mantenerse activos. “En Zumarraga y Urretxu hay muchas actividades. Cada uno tiene que elegir lo que le gusta. Lo que no se debe hacer es quedarse en casa. En el caso de la pintura, empiezas haciendo garabatos y ver que cada vez lo haces mejor te llena de satisfacción. Y el teatro es muy bueno para desarrollar la imaginación, trabajar la memoria, perder miedos... Muchos han vivido encorsetados durante toda su vida, sin atreverse a nada, y la jubilación ofrece la oportunidad de empezar una segunda vida. Es muy triste pasar toda la tarde delante de la tele: con las actividades te llenas de fuerza y conoces gente”.
Aquella manzana que parecía cualquier cosa es ahora una apetitosa pieza de fruta. Si la viera Adán, volvería a picar. Y mira que le salió caro el primer mordisco...