normalizar el uso de órganos creados mediante impresoras 3D es todavía ciencia ficción en la sanidad actual, pero la medicina avanza a pasos agigantados y la introducción de este tipo de impresoras comienza a hacerse cada vez más habitual, también en Euskadi. Sirven para planificar operaciones, para anticiparse a las situaciones que los médicos pueden encontrarse en determinadas cirugías, lo que permite reducir el tiempo de sedación del paciente, haciendo más fácil su recuperación. Se trata de técnicas de futuro que cada vez están más presentes y que indican el camino sin retorno que ha emprendido la medicina.
Así lo explicó ayer en el programa Gipuzkoako Kale Nagusia Stephany Laguna, cirujana cardiotorácica que hoy impartirá un taller en Etorkizuna Eraikiz Gunea. Está dirigido a todos los públicos y versará sobre los avances de la medicina moderna.
“Gracias a la impresión 3D tenemos la oportunidad de imprimir tejido vivo, lo que nos abre una gran puerta de oportunidades de trabajo, como crear órganos. Esto transformará la medicina tal y como la conocemos, pero falta mucho para llegar a eso”, reconoció Laguna. Sin embargo, este tipo de impresoras están encontrando su hueco en la medicina actual. “Se utiliza para crear modelos de pacientes -explicó-. Esto te permite planificar las cirugías. Creas un modelo con la base del escáner de ese paciente y con ese modelo impreso en 3D puedes planificar qué tipo de cirugía vas a hacer, qué tipo de abordaje e incluso explicarle al paciente lo que se le va a hacer”, narró.
Su utilización es tremendamente beneficiosa para reducir el impacto de las operaciones. “Nos permite disminuir el tiempo de la cirugía, ya que podemos conocer de antemano lo que nos vamos a encontrar en el campo quirúrgico. Con el escáner nos hacemos una idea, pero el modelo impreso en 3D enfrente nos da una idea física que podemos tocar, palpar y conocer mejor lo que nos vamos a encontrar en el momento de operar”, señaló, al tiempo que recordó: “En el Hospital Donostia, por ejemplo, se ha simulado una cirugía de colocación de unas barras para corregir el defecto que quedaba después del tumor”.
Mejorar este tipo de técnicas permitirá que, en el futuro, los tratamientos sean mucho más personalizados y, por lo tanto, sea el paciente el que determine qué pasos seguir en su proceso de cura y no solo el tipo de enfermedad, como sucede ahora. “Será algo personalizado, dirigido a la patología de cada enfermo, más que a enfermedades que se aborden de manera sistemática”, precisó.
Esto también modificará los procedimientos éticos de los profesionales. “Creo que llegará un punto en el que se logrará una relación bilateral en la que el paciente tendrá opiniones, opciones de elegir tratamientos, de elegir cómo ser tratado, más que como se hacía antes, que tenías una enfermedad y yo como médico te decía lo que tenías que hacer y no había más opción”, apuntó.
Se trata de revoluciones que, aunque se antojan futuras, ya asoman por la puerta de nuestros hospitales.