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Gipuzkoa, un destino de lujo

El turista de poder adquisitivo alto que acude al territorio viene atraído por su gastronomía. Un visitante alejado de las grandes excentricidades y que busca relajarse y visitar los máximos restaurantes posibles en pocos días.

Gipuzkoa, un destino de lujo

La imagen de un visitante que busca champán francés, bañarse en duchas doradas y llegar en helicóptero a la azotea del hotel no se corresponde con el turista de lujo que viene a Gipuzkoa. “Esto no es Cannes ni Niza, ni mucho menos Dubái. No es un lujo de pastiche y artificial. El que viene aquí quiere irse de pintxos y mezclarse con la gente en la Parte Vieja”, afirma Ander Elortegi, director del Hotel Villa Soro de Donostia. Eso sí, el gerente advierte de que este turista también quiere exclusividad -“tener un reservado para tomarse gin tonics sin que nadie le moleste”- y es capaz de irse de forma improvisada una mañana al Asador Etxebarri en taxi y volver.

El perfil habitual de este cliente exclusivo es el de una persona británica o estadounidense, de entre 45 y 65 años y con un nivel cultural alto, siendo en muchas ocasiones profesor de alguna universidad de prestigio, como Berkeley, y con unas ganancias anuales de entre 400.000 y 500.000 euros. “Aunque últimamente también vienen muchos orientales; chinos y japoneses que incluso no saben inglés”, apunta Oihana Subijana, del hotel y restaurante Akelarre.

El principal motivo de su visita es la gastronomía -“quieren conocer desde las bodegas de la Rioja alavesa hasta el proceso de creación del queso Idiazabal”-, sin obviar el patrimonio cultural. Aprovechando su estancia visitan el Museo San Telmo, el Museo Balenciaga, el Guggenheim y la costa de Iparralde. Todo ello en una estancia media de poco más de dos días. “Quieren hacer lo máximo posible en el menor tiempo posible: andar en bicicleta por la ciudad, ir de tiendas, conocer una sidrería y relajarse en la playa. Acostumbrados a las grandes ciudades, para ellos estar en Donostia es como estar en una película”, explica Capeleris.

Basque Luxury, la asociación de empresas del sector de lujo de Euskadi, se encarga muchas veces de programar todas las actividades de los turistas a través de planes específicos. “El terrorismo en el norte de África y Francia ha convertido a Euskadi en un buen destino para este sector. Nosotros recogemos diferentes rutas y nos encargamos de promocionar a estas personas lo mejor del territorio”, asegura el director de la asociación, Joanes Mathiuet.

“Comúnmente se establecen en una ciudad, teniendo mayor pernoctación Donostia que Bilbao, y se desplazan a los sitios en taxi o autobús, según el número que sean”, añade Mathiuet, quien agrega que el servicio de taxis Vallina Hermanos suele ser de los más habituales.

Este servicio recoge al cliente en el propio aeropuerto y durante los días que dure la estancia le lleva a los restaurantes y museos previamente escogidos, siempre con un chófer esperando a la puerta. “Muchas veces cuentan también con un guía”, cuenta Josean Arrospide, de Vallina Hermanos, al tiempo que añade que el consumo ha cambiado en los últimos años. “Ya no vienen a pedirlo solo en verano, sino que se da todo el año. Además, cada vez son más habituales familias con diez personas que contratan microbuses”, relata.

“Se sorprenden del buen sistema social”

A pesar de que el cliente de lujo que llega al territorio suele pasar inadvertido, de vez en cuando hay alguna que otra excentricidad. El director del Hotel Villa Soro recuerda la petición del magnate ruso Andrey Melnichenko, quien atracó su megayate en la bahía de Pasaia y acudió en helicóptero desde Biarritz al hotel.

“También hemos recibido grupos de diez personas que llegan todos con Ferraris o Aston Martin”, afirma Elortegi, asegurando que aunque es gente con mucho dinero, normalmente no trata de llamar la atención. “Se suelen sorprender de cosas que no imaginaríamos como el buen sistema social que tenemos. Una vez a un austríaco le dio un ataque de alergia y tuvimos que llamar a la ambulancia. Al hombre le atendieron en el Hospital Donostia y luego no paraba de repetir que el hospital parecía de lujo”, apunta.

Desde el 1 de julio del pasado año junto al restaurante Akelarre de Pedro Subijana, se levanta el hotel que lleva el mismo nombre. La hija de Subijana, Oihana, opina que el establecimiento es un reclamo para que muchos decidan instalarse en el hotel. “Creo que todos los que acuden están acostumbrados a otro funcionamiento hotelero. En los sitios en los que suelen estar cuentan con todas las comodidades y la gente está encima de ellos en todo momento. Pero aquí, aunque siguen consumiendo y viviendo de una manera diferente, se adaptan a nuestra cultura”, cuenta.

Las mayores pruebas del poder adquisitivo que tienen estos turistas se demuestra muchas veces en las inmobiliarias guipuzcoanas. El 20% de las viviendas que se venden en Engel & Völkers de Donostia son a extranjeros. “Quieren zonas en el centro, con vistas a la bahía y con mínimo 100 metros disponibles”, explica Virginia Giménez, directora de la inmobiliaria, asegurando que la decisión de comprar una casa la toman tras “enamorarse de la ciudad en unos días o incluso horas”.

“Nos ha llegado a venir un australiano que tras una mañana por Donostia quería comprarse una casa. Tras elegir una, quiso pagarla con la tarjeta de crédito”, con-cluye.