Donostia - El veredicto del jurado no pudo ser más rotundo. Las dudas razonables que rodeaban al juicio por la muerte de Julen se disiparon y Luis Serrano fue declarado ayer culpable de asesinar a su hijo de 13 años en venganza hacia su mujer. La pena mínima por estos hechos asciende a quince años de cárcel. Una vez conocido el veredicto, el juez dictó ayer por la tarde un auto de prisión para el condenado ante el riego existente de fuga. El juicio ha quedado visto para sentencia.

El tribunal del jurado se mostró rotundo al concluir por unanimidad que fue Luis Serrano quien asestó la cuchillada mortal a su hijo en diciembre de 2011. Tres semanas después del comienzo del juicio que, por su complejidad, ya ha pasado a la historia de Gipuzkoa, el ansiado veredicto se dio a conocer ayer pasadas las 15.30 horas.

Fue el portavoz del jurado el encargado de desvelar el resultado de la votación. La quinta pregunta del objeto del veredicto redactado por el juez resultaba determinante. Por nueve votos a favor y cero en contra los jurados dieron por probado que el 1 de diciembre de 2011 padre e hijo se encontraban en la habitación del dormitorio del antiguo domicilio familiar, en el número cinco de la calle Logroño de Ondarreta. Es aquí donde Luis Serrano “asesinó a su hijo como venganza contra su esposa” por la decisión que había tomado Itziar Loinaz de divorciarse. Según ha quedado probado, el padre le clavó el cuchillo en el corazón “con la intención de matarle”.

Los familiares acogieron el fallo entre lágrimas de emoción. En realidad, pocos minutos antes de que se hiciera público el veredicto, el abogado de la acusación particular, Iñigo Iruin, ya anticipaba en los pasillos de la Audiencia de Gipuzkoa un resultado que se intuía favorable a sus intereses. “No os pudo decir nada, pero estar tranquilos”. Itziar Loinaz, madre de Julen, aguardaba con inquietud el resultado, mientras le comunicaba a su hermano que los críos -el matrimonio tiene otros tres hijos- se habían quedado a comer con un familiar.

Poco después, ya en el interior de la sala, el jurado dio por probado que Luis asesinó a su hijo. Los familiares suspiraron, al tiempo que el padre de la víctima gritó: “¡No hay derecho!” y también comenzó a sollozar. Pese a su oposición, una tras otra, todas las cuestiones favorables a las tesis de las acusaciones obtuvieron el mismo resultado condenatorio.

Sobre los hombros de los jurados pesaba estos días una gran responsabilidad y, de hecho, ayer a primera hora de la mañana se observaban semblantes de preocupación entre sus miembros.

Era el segundo día de deliberación, que resultó especialmente intenso. El tribunal llevaba reunido desde las 8.00 horas. Casi ocho horas después dieron a conocer el fallo, en el que también quedó probado por nueve votos a favor y cero en contra que el ataque de Luis Serrano a su hijo fue “repentino e inesperado”, sin que Julen tuviera ninguna oportunidad de defenderse. “¡Ay mi niño!”, se escuchó en ese momento en la sala de vistas de la Audiencia de Gipuzkoa. Quedaba entonces demostrado que no se trató de ningún homicidio, sino de un asesinato.

El fallo del jurado también dio por probadas dos cuestiones con las que previamente habían mostrado su conformidad todas las partes. El acusado y la madre de Julen estaban casados, tenían cuatro hijos, vivían de alquiler en el piso del barrio de El Antiguo en el que falleció el niño, y en noviembre de 2011 la mujer planteó el divorcio al procesado, quien intentó evitarlo, contexto en el que el hombre se autolesionó con una navaja por lo que tuvo que ser ingresado en un psiquiátrico.

Tras ser dado de alta, fue a vivir a casa de su madre e intentó contactar con su mujer directamente y a través de terceras personas entre las que se encontraba el propio Julen.

Las partes tampoco discutían, como así quedo probado, que la muerte del niño tuvo lugar en un dormitorio del domicilio familiar al que el 1 de diciembre de 2011 acudió con su padre para recoger diversos enseres porque debían desalojar el piso, en el que ya no residía nadie, en el marco del divorcio del matrimonio.

El fallecimiento se produjo a consecuencia de una herida en el corazón causada por un cuchillo de 11 centímetros de filo, que ocasionó al niño un taponamiento cardiaco y un shock cardiogénico.

Agravante de parentesco Una vez probados los hechos, el fiscal Jorge Bermúdez solicitó una pena de 18 años de prisión “por un delito de asesinato con agravante de parentesco”, al tiempo que pidió que se modificara la situación de libertad provisional en la que hasta ayer se encontraba el procesado. Iruin mantuvo los mismos términos del escrito de conclusiones definitivas, en el que mantiene la pena de 20 años de prisión. También alertó del “riesgo grave” de fuga del acusado. “Su perspectiva de salir absuelto se ha difuminado, el fallo que acabamos de conocer puede conllevar años de prisión. Existe riesgo de fuga, y riesgo para otras personas”.

Atendiendo a estas consideraciones, el magistrado Augusto Maeso dictó ayer por la tarde para el condenado un auto de prisión provisional. El abogado de la defensa, Miguel Castells, solicitó aplicar una atenuante “por las dilaciones indebidas” durante el proceso y anunció un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV). El juicio ha quedado visto para sentencia.