Lo que estaba siendo una previa festiva y agradable, de hermandad entre ambas aficiones, terminó viéndose deslucida por las reforzadas medidas de seguridad de acceso al estadio. Estas provocaron importantes colas en las puertas del recinto, y muchos aficionados de ambas escuadras entraron al campo cuando el marcador ya reflejaba un empate a uno. Borja Bastón marcó en el segundo minuto, y Agirretxe igualó en el décimo.
La jornada había arrancado a primera hora en Eibar, desde donde un millar de aficionados viajaron a la capital guipuzcoana, utilizando en su mayoría el tren como medio de transporte. Llegaron a la plaza Easo donostiarra pasadas las diez, y desde allí se dirigieron a Anoeta en un pasacalles amenizado por la txaranga Ustekabe y al que se sumaron también aficionados locales. El ambiente resultó inmejorable. Había ganas de derbi, sobre todo teniendo en cuenta que el del año pasado en Anoeta se jugó un frío sábado de enero a las diez de la noche.
Luego vino lo peor. La Real había avisado. La gente debía acudir con antelación a Anoeta. Pero muchos seguidores se quejaron de que en determinadas puertas solo había un operario de seguridad controlando el acceso, lo que generó largas colas y retrasos incluso para los que habían hecho caso a los anuncios. - N.G.