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Baja California en 360 grados

PEIO RUIZ CABESTANY HA RECOGIDO EN IMÁGENES PANORÁMICAS SU PERIPLO DE MÁS DE 1.400 KILÓMETROS EN BICI POR | México

Con 16 años, el exciclista profesional Peio Ruiz Cabestany salía de casa a escondidas con su bici para disfrutar de unas horas de libertad. En la actualidad, a sus 53 años, este donostiarra no se cansa de ser aquel niño rebelde que cogía su bicicleta para escaparse.

No hace mucho que acaba de regresar de su última aventura en Mexico: 1.400 kilómetros en bicicleta por el estado de Baja California. Un viaje en el que ha estrenado el blog Bikealone, donde día a día iba describiendo su experiencia con una novedad respecto a otro tipo de blogs de aventura. “Se trata del primero que retransmite imágenes en 360 grados, es decir, que permite ver todo el paisaje”, señala el protagonista, quien opina que esa es la razón del “éxito y seguimiento masivo” que ha tenido la web www.bikealone.com.

No fue un viaje cómodo. Los primeros días, confiesa, estuvo agobiado hasta que le pilló el “tranquillo”. “Tenia que sumar al cansancio de 10 o 12 horas en bici, la búsqueda de wifi y la eterna espera de 2 o 3 horas mientras se subían las fotos..., además de todo el material, cámara, cables...”, recuerda.

El exciclista, ganador de una etapa del Tour en el año 1985, afirma que no hubo ninguna razón concreta por la que decidió elegir dicho destino, “siempre me fijo en billetes baratos, además del tiempo que vaya hacer en las fechas en las que viajo”. “Estuve mirando Chile, Perú y México, y se dio que en esta ocasión era la más adecuada”, sostiene. No obstante, desvela que realmente el secreto que lo convenció para ir fue el de “visitar las ballenas, que justo coincidía con las fechas en las que estaba libre. Si se hubiera dado el caso de que fuese en octubre, no creo que hubiera decidió optar por esa opción”, confiesa.

Su meta no era batir ningún récord, sino mas bien empaparse de la cultura y los paisajes. “El viaje es el camino”, afirma con entusiasmo el guipuzcoano. A pesar de las enormes dificultades que tenía viajar por las eternas rectas del desierto mexicano, explica que “lo más duro fue ir acompañado de camiones gigantes cuando el espacio que hay en la carretera es muy estrecho”. Sin embargo, confiesa que ha sido una de las experiencias mas bonitas y motivantes que ha tenido en sus numerosos viajes, ya que, en esta ocasión, “todos los días eran muy diferentes y conocía a muchísima gente de todo el mundo”. “Sobre todo, lo que mas fuerzas me daba para seguir era pensar que en unos pocos días alcanzaría el mar”, detalla.

Mientras enumera los desiertos y los paisajes por los que pasó, se acuerda, por ejemplo, de Tijuana, en donde “conocí a tres chicas y un chico, y de repente este muchacho me reconoció, ¡en México!”, comenta entre risas.

También rememora la suerte que tuvo algunos días. “Estaba a 70 kilómetros del próximo pueblo y me encontraba en una recta enorme. Para colmo se avecinaba un gran chaparrón. Al final, tuve la suerte de encontrar la única chabola que había, en donde a los pocos minutos llegaron unos pescadores, con los cuales termine sentando hablando de tonterías y tomando unas cervezas. Más tarde, cuando paro de llover me invitaron a su pueblo para salir al día siguiente a por langostas”, relata entre carcajadas.

El camino, no obstante, le reservaba sorpresas inesperadas. “Un día me desvíe y me metí por un caminito de un bosque que terminaba en una playa desierta hermosa, en donde me encontré a un pescador que me invitó a su humilde chavola; en realidad era un súper chalé al pie de playa, y después de cenar con su hija y su esposa, me invitó a salir a pescar, pero me quede dormido”, recuerda.

A 40 kilómetros de llegar a su destino, Peio llegó a Pescadero, un pueblo en donde conoció a un joven surfista. Este lo convenció para ir a visitar una playa ideal para hacer surf, en donde se encontró de repente “en el paraíso, en una hamaca, con una tabla de surf y tomando cerveza, por lo que decidí no llegar al destino”, explica entre risas. “Sin embargo, ese punto de rebeldía conmigo mismo de no llegar al destino final, fue lo que más me gusto”. Así era Peio con 17 años y así sigue siendo con 53.