donostia - La investigación policial abierta tras la escalada de atracos cometidos en Gipuzkoa durante las últimas semanas ha permitido establecer un claro vínculo entre el asalto cometido el miércoles en Donostia y el perpetrado la semana pasada en Usurbil. Según ha podido saber este periódico, ambos sucesos habrían sido protagonizados por las mismas personas, y siempre con el mismo modus operandi: el rostro cubierto con máscaras de látex, y armados con una escopeta de cañones recortados. El último botín tras el atraco a la oficina de Laboral Kutxa, en la Avenida de Madrid de Donostia, asciende a 6.000 euros, según fuentes policiales consultadas.

En el atraco perpetrado el pasado día 16 de abril fueron dos los intrusos que accedieron a una sucursal del BBVA de Usurbil. Esta semana, en cambio, ha sido una sola persona la que encañonó a los clientes de la oficina del barrio donostiarra de Amara. Pese a ello, se sospecha que su acompañante le aguardaba a bordo de un coche o una moto para emprender la huida. Según ha podido saber este periódico, el delincuente huyó por una puerta trasera que da a la Plaza de los Soldados, donde se pierde su pista.

cada dos semanas Los agentes hacen sus propias cuentas. Por el momento se está registrando una media de un atraco cada dos semanas. Con toda probabilidad, "estos dos asaltantes volverán a actuar", cometiendo algún error, algo que hasta ahora no ha ocurrido. "En un principio pueden tenerlo todo controlado, pero siempre acaba registrándose alguna incidencia que permite cazarles. Hay que esperar el momento: puede ser una cámara que les graba, o alguien que pasa por ahí y apunta la matrícula del vehículo...". En la medida que se suman atracos, también las posibilidades de dejar huellas. "En ocasiones, se echan a la carrera y se desprenden de la máscara, lo que permite saber dónde la han comprado. Otras veces, cuando nos hacemos con los guantes empleados, pueden extraerse de ellos muestras de ADN que ofrecen información muy valiosa", detallan las mismas fuentes. Al menos de momento, los atracadores están sabiendo elegir el instante preciso para cambiar su indumentaria. No es ningún detalle menor. Cubrirse el rostro con la máscara en un momento poco oportuno -minutos antes de entrar en la sucursal, por ejemplo- puede acabar siendo fatal, en la medida que sirven en bandeja a algún testigo la posibilidad de alertar de ello. "Es algo que no ha ocurrido en estos casos. El atracador puede ser arrestado antes de abandonar la sucursal cuando deja pistas, pero se ve que ellos se ponen la máscara poco después de entrar a la entidad", sostienen.

Por el momento, el visionado de las cámaras de seguridad ha permitido registrar la imagen de un hombre con el rostro cubierto y ataviado con varias capas de ropa. Las fuentes consultadas sospechan que este último atraco "no les ha salido del todo bien".

Así, no parece corresponder el alto riesgo al que se expone el asaltante -armado y en pleno mediodía- por 6.000 euros. "Probablemente sean delincuentes comunes. No es habitual portar un arma por una suma tan escasa. Te la juegas por 300.000 euros, pero no por esa cantidad. Probablemente sean delincuentes comunes con antecedentes. Generalmente, gracias a estos botines, se adaptan a un elevado nivel de vida, echándose al juego hasta que acaban atrapados".

La Ertzaintza apenas tardó unos minutos en llegar a la avenida de Madrid de Amara, donde tuvo lugar el último atraco el miércoles, pero los autores ya se habían dado a la fuga. "Suelen amenazar a los empleados con pegarles un tiro si alertan de lo ocurrido. Por eso transcurren unos minutos en los que las víctimas están en estado de shock. Es un tiempo muy valioso, porque para cuando llegamos, ellos, con una moto o un coche, pueden haber alcanzado ya la AP-8". En ocasiones, los agentes han llegado a bloquear todas las salidas de la ciudad para intentar dar caza a los atracadores, pero no es fácil que este tipo de dispositivos concluyan con éxito.

un trabajo 'profesional' Estos atracos no guardan ninguna relación con el ocurrido el pasado 25 abril, cuando un atracador se llevó 100.000 euros de una sucursal de Kutxabank en pleno centro de Donostia tras a acceder a una entidad bancaria mediante un butrón realizado desde un portal contiguo.

Fuentes policiales destacan a este periódico que se trata de "un trabajo muy profesional, probablemente de una persona que vino de fuera y se marchó con el botín. Había hecho mediciones de la zona los días previos. Los vecinos no se enteraron de nada. A la hora de hacer el agujero no utilizó taladro en ningún momento para no levantar sospechas. Fue un trabajo muy profesional, sin emplear armas, sin poner en peligro la vida de nadie. Probablemente no sea ningún jovencito sino una persona de cierta edad con experiencia y que sabe lo que hace".