Trintxerpe recupera la sonrisa
la fiesta infantil en el lavadero de azkuene consigue recaudar 4.500 euros en unas pocas horas
Trintxerpe fue una fiesta. Las lágrimas por el calvario de las 42 familias que el pasado martes se quedaron sin hogar debido al devastador incendio que afectó a dos inmuebles de Euskadi Etorbidea dieron paso ayer a sonrisas cómplices y lágrimas de alegría, después de que toda Pasaia se volcara una vez más con los afectados, como ha venido sucediendo a lo largo de toda la semana.
"Teníamos que estar aquí" fue la frase más repetida durante la mañana de ayer en el lavadero de Azkuene, que acogió a centenares de vecinos que se acercaron a aportar su granito de arena en el improvisado festival infantil organizado por Ibon de la Fuente y su mujer, Cristina Báez. Ambos estaban desbordados, al igual que Michel Magala y Noe, que ayudaron a organizar el evento. "Es que es una pasada. No puedo ni hablar. Se me saltan las lágrimas de la emoción", aseguraba De la Fuente, visiblemente emocionado y enormemente agradecido a todas las personas que se acercaron hasta el lavadero.
"Ha sido enorme. Hemos conseguido más de 4.500 euros y no vamos a parar, porque esta gente se merece todo", indicaba.
La fiesta comenzó a las 10.30 horas, cuando más de medio centenar de motoristas se reunió en el hotel Lintzirin de Oiartzun, donde se encuentran realojados muchos de los damnificados por el incendio, e iniciaron una caravana solidaria hasta el lavadero de Azkuene. "La iniciativa ha corrido como la pólvora con esto del Facebook y del WhatsApp. A mí me avisó un amigo ayer por la tarde y dije, ¿por qué no? Nos encanta andar con la moto y esto no nos costaba nada", contaba Álex García.
Una vez allí y a partir de las 11.00 horas, la cuesta de Azkuene fue un ir y venir de gente. "El objetivo era hacer pasar un buen rato a los críos, pero al final hemos acabado llorando todos. Es una pasada el vínculo que se está creando", explicaba Ibon, que no paró de atender a gente en una improvisada barra de bar.
Ni siquiera la lluvia pudo con el ánimo de los vecinos. Hinchables, talleres de maquillaje, de pompas de jabón, de caretas, de zancos, de malabares, un ajedrez gigante y hasta titiriteros hicieron las delicias de todos.
Al igual que otros muchos vecinos, Elvira Bello llegó a la fiesta cargada de bolsas. "Tenía un montón de juguetes que mis hijos ya no usan y los he traído", explicaba con las dos manos llenas de bolsas. Tan solo unas pocas palabras bastaban para palpar el estupor que ha causado el incendio entre los pasaitarras. "Esto es un pueblo pequeño y nos conocemos todos. Ha sido muy muy fuerte", indicaba. "¡Yo viví en ese portal cuando estaba soltera! Imagínate", exclamaba.
El de ayer fue otro ejemplo más de la solidaridad que en los últimos días ha desbordado Trintxerpe. "Y esto no ha hecho más que empezar. No vamos a parar hasta que toda esta gente tenga lo que necesite", afirmaba De la Fuente.