Por tercer año consecutivo el Zinemaldia ha cerrado la Sección Oficial con nota y con un palmarés muy repartido que coronó a la colombiana Laura Mora (en la imagen). Pero si algo ha demostrado este 70º aniversario, independientemente de lo apropiado o no del palmarés, es que frente a la sombra de neopuritanismo y de poscensura que amenaza a las expresiones artísticas y que ha llegado ya a festivales como el de Toronto, el Zinemaldia sigue siendo, por ahora, un lugar de libertad, de debate y de confrontación de la discrepancia. El equipo que lidera José Luis Rebordinos entiende el cine y lo que debe ser este certamen como un punto de encuentro quirúrgicamente equilibrado entre lo popular, lo profesional y lo más técnico, siendo una ventana para las propuestas más eclécticas e, incluso, vanguardistas pero sin que los extremos diluyan programaciones sólidas que dialogan desde la sala de prensa hasta las cafeterías adyacentes a los teatros. Debemos recordar y poner en valor la virtud de lo que tenemos porque, cuando la amenaza del devenir de los tiempos llame a nuestra puerta, habrá que elegir entre claudicar o poner pie en pared para garantizar, al menos, otros 70 años de más que sanas y necesarias polémicas. Por mi parte, voy preparando mi bota. l