A Tele 5 le queda una semana para evitar firmar su peor dato mensual de audiencia de toda su historia. Ese peor dato tiene forma de iceberg y navegan directos contra él, como si pensaran que, como el Titanic, son indestructibles. Y que por ser agosto, es una pecata minuta, fruto de haber desalojado la parrilla por vacaciones y poner en el plato, a modo de lentejas, los mismos programas que ya retiraron hace un año por fracasar en audiencia (¡Alla tú!, El rival más débil...) y cerrar lo poco que les funcionaba (¡De viernes!) para emitir refritos que nadie ve. Piensan, me temo, que la pasta ahorrada vale más que la que se irá a otras cadenas por caer al pozo de las audiencias y que vale más que la mala imagen de marca con la que se quedan clientes y espectadores, así que ni mueven el timón para no estrellarse. El sábado, hicieron un pésimo 6,4% (solo 0,2 más que Cuatro y prácticamente la mitad que Antena 3 y La 1).

Tras la salida de Vasile, la cadena emprendió una huida en círculo de su pasado que, lógicamente, no le ha llevado a ninguna parte con el evidente desplome de audiencias. Por un lado, hablan de renovarse, pero por el otro no gastan un euro, no contratan a nadie, ni idean nada nuevo llenando la parrilla de los mismos programas quemados, otros ya caducos que rescatan del pasado y esos que renuevan aunque no funcionen. Y lo que anuncian para la temporada de otoño no es más alentador, con una tele subarrendada a la productora de AR (La mirada crítica-El programa de AR-Vamos a ver-El tiempo justo-Fiesta) y las paridas de las Campos para llenar los programas de contenido barato. Finiquitan magacines para hacer lo mismo (Socialité-Vaya fama) y traerán de vuelta programas que ya fracasaron (Bailando con las estrellas), al que han hecho una promo espantosa.

Y mientras, Cuatro vuelve a estar a punto de superar a una descafeinada La Sexta, casi cinco años después, algo que ya habría logrado en julio, si no le hubieran quitado First Dates.