Lo primero que podemos hacer para saber si una red social tiene un impacto negativo en nosotros es cambiar una de las preguntas que solemos hacer habitualmente. En lugar de preguntarnos si una red social nos gusta o no, podemos comenzar por preguntarnos cómo nos hace sentir. Muchas veces utilizamos algunas redes porque otras personas las usan, o por costumbre, pero cuando nos paramos a analizar cómo nos hacen sentir nos damos cuenta de su impacto negativo. Si es el caso y vemos que la mayoría del tiempo algunas redes sociales nos generan tristeza, nos hacen sentir frustración, nos enfadan, nos hacen sentir envidia, bajan nuestra autoestima€ podemos dejar de utilizarlas e invertir ese tiempo en hacer cosas que nos hagan sentir mejor con nosotros mismos.

Sin dejar de utilizarlas, puede ser una buena idea no seguir cuentas que nos hagan sentir mal. Si detectamos que son cuentas concretas podemos probar a abandonarlas. Pueden ser cuentas que publiquen cosas que nos den pena, que nos enfaden, que consigan que nos comparemos constantemente con ellas€ Podemos generar entornos positivos en las redes sociales siguiendo cuentas que nos generan bienestar.

Si lo que tiene un impacto negativo en nosotros son los comentarios que hacen en nuestras publicaciones, podemos poner las cuentas privadas, aceptar solamente a personas conocidas y permitir que comenten solamente gente de nuestra confianza.

Es muy importante desarrollar un espíritu crítico con lo que vemos. Las redes sociales han amplificado una forma de pensar en la que se equiparan el glamour y un canon de belleza concretos con la felicidad. Una y otra vez se muestran publicaciones que intentan vendernos felicidad, bienestar€ asociándolas con un estilo de vida muy caro y muy específico. Muchas personas persiguen ese estilo de vida y se frustran cada día al no conseguirlo, pensando que no son suficientemente buenas. Es importante ser conscientes de que el glamour no tiene por qué significar felicidad, y que eso que vemos en las redes sociales, cuando es real, suele ser un momento efímero que se vende como perpetuo. La mayoría de veces las cuentas de marcas, de famosos e influencers manipulan la realidad para vendernos ese glamour y ese estereotipo de belleza, pero no son reales. Todos los cuerpos de esas cuentas están retocados en fotos y vídeos, se utilizan filtros, se alquilan mansiones o decorados de aviones para dichas imágenes fingiendo estilos de vida concretos que no son reales€

No tiene sentido compararse con lo que vemos en las redes sociales porque sencillamente no es real. Podemos sentirnos solos en la fiesta más glamurosa que podamos imaginar, podemos sentirnos tristes teniendo el cuerpo más increíble, y se puede tener la conversación más profunda del mundo con nuestra abuela mientras estamos en el sofá de casa viendo una telenovela. Los momentos de felicidad los podemos encontrar en cualquier lado, y generalmente los vamos construyendo poco a poco con nuestras elecciones cada día.

Las notificaciones están pensadas para llamar nuestra atención y robar nuestro tiempo. Cuando nos llega una, de media pasamos vente minutos en una red social. Podemos elegir una red o app de mensajería que sea nuestra principal vía para comunicamos con otras personas y activar solamente las notificaciones en esa aplicación. Al desactivar las de las demás vamos a vivir mucho más tranquilos y bajará un poco el nivel de estrés y ansiedad que generan tantas llamadas de atención constantes.

También es buena idea elegir un único dispositivo para conectarnos a cada red social. Por ejemplo, para no estar todo el día en Instagram, Facebook o TikTok y controlar más el tiempo que pasamos en ellas podemos elegir conectarnos solamente desde el ordenador. Por último, podemos comenzar a crear momentos sin dispositivos de forma consciente. Pasamos la mayor parte del día conectados a internet y pegados a las pantallas. Vemos la tele, vemos series y películas, Youtube, estamos en redes sociales, en la calle escuchamos música, escuchamos podcasts mientras hacemos ejercicio, jugamos a juegos online€ Esta conexión constante nos impide parar un segundo y poder identificar la cantidad de inputs que estamos recibiendo y las vivencias que estamos experimentando. Si creamos momentos sin dispositivos nos daremos la oportunidad de digerir todo lo que vivimos cada día y de saber cómo nos sentimos.

Podemos comenzar con cosas sencillas, como ir a hacer la compra sin teléfono, comer sin usar pantallas, no usarlas como mínimo una hora antes de acostarnos€ También podemos crear momentos grupales sin dispositivos cuando estemos con otras personas, fomentar los juegos de mesa, poner el teléfono en silencio cuando estamos con amigos o familiares€ Son muchas las cosas que se pueden hacer en este sentido.