Las luces nocturnas de las grandes ciudades son una gran atracción para los turistas. Madrid, Nueva York o París cuentan con una gran iluminación artificial que magnifica y resalta los encantos de la ciudad. No obstante, esta aparente belleza esconde un grave problema tras ella: la contaminación lumínica.

La contaminación lumínica se produce por fuentes de luz artificial y hace referencia a la presencia anormal de luz durante la noche. El exceso de energía de las luces artificiales y la falta de protección en farolas y paneles, causa que esas radiaciones se reflejen el suelo y se emitan directamente al cielo, generando una alta contaminación.

Consecuencias

En el plano ambiental, un alto consumo energético conlleva emisiones de gases de efecto invernadero. Además, también se alteran los ciclos de algunos animales, especialmente de las aves, puesto que la presencia de luz artificial les provoca desorientación y la ceguera causada por las luces hacen que choquen contra los edificios.

Los animales marinos tampoco están exentos de estos efectos. Desde Efe informaron que la contaminación lumínica provoca que, al nacer, las tortugas marinas confundan el brillo de las ciudades con el del océano, provocando que se desplacen en la dirección equivocada. Esto causa que miles de ellas mueran a lo largo del año.

Tortuga marina bebé desplazándose hacia el océano, Pixabay

Sin embargo, esto no solo supone un peligro para la naturaleza, sino también para la propia salud humana. Según la Comisión Europea, la luz artificial altera el sistema hormonal y su uso indebido puede generar graves daños en la piel y en los ojos.

El cielo nocturno, cada vez mas imposible de ver

Para ciencias como la astronomía, la contaminación también supone un grave problema. Debido a la gran cantidad de luz emitida, planetas, estrellas y otros cuerpos celestes se vuelven casi imposibles de ver y estudiar.

Es más, según el Atlas Mundial de la Contaminación Lumínica, publicado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica, un 60% de la población europea no puede ver la Vía Láctea debido a esta contaminación.

Este dato es aún mas impactante si tenemos en cuenta que el estudio aseguró que en Singapur “no es posible observar la Galaxia de la Vía Láctea desde ningún lugar del país” por la gran presencia de luz artificial.

Ante ello, desde la Asociación Internacional de Cielo Oscuro promueven reducir el uso de luces cuando no sean necesarias, así como utilizar luces led cálidas, en lugar de blancas y brillantes, para así reducir el impacto en humanos y fauna.