Los caminos de la tele, como los del Señor, son inescrutables. Basta con observar la deriva vital de algunos rostros populares para cerciorarse de que hay existencia más allá de la pequeña pantalla. Un cambio radical que, por ejemplo, experimentó de lleno el ídolo de masas Kirk Cameron. Varias generaciones enteras le vimos crecer en la serie Growing Pains (Los problemas crecen), hasta que fue despedido por su adicción a ciertas sustancias ilícitas. Pasado un tiempo, ingresó en un programa de rehabilitación, donde conoció a Dios, y desde entonces ejerce feliz como pastor evangélico y autor de varias obras sobre cristianismo, fe y Dios. Una conversión que, sin embargo, no sufrió Steven Seagal, aunque siempre ha repartido hostias como panes. Fue un actor muy rentable para las películas de acción, y quizá por ello pasó de ser policía en la gran pantalla a ejercer como comisario real en el estado de Nuevo México.

¡Y qué decir de los años maduros de Vanilla Ice! El conocido rapero, que tuvo una fructífera, pero breve, carrera en los 90, fue muy espabilado a la hora de invertir sus millones de dólares. En cuanto pudo puso a la venta sus mansiones y vio en ello una jugosa fuente de ingresos. Por ello ahora se dedica a comprar y vender bienes raíces e incluso es dueño de una compañía inmobiliaria.

Pues bien, trasladando esta tendencia conversa al famoseo castizo, no podemos obviar la noticia de la que se hacía eco esta semana la revista Pronto: "Las hermanas Hurtado, sorprendentes artistas plásticas". Teresa y Fernanda, tras años en el ostracismo, se dedican en la actualidad a crear arte digital a partir de imágenes que juntan, manipulan y editan para crear "obras intangibles que se venden por Internet". Todo muy surrealista y muy kitsch (expresión que ellas mismas utilizan), pero que les salvó de caer en una depresión tras la muerte de sus padres, por quienes ambas abandonaron hace años la profesión para cuidarles.