Rubén Cortada dejó sus estudios de Ingeniería Aeronáutica en La Habana (Cuba, su isla natal) cuando comenzaron a surgirle los primeros contratos como modelo en España, aunque su inicial intención era dedicarse profesionalmente al tenis. En su tierra jugó como deportista federado hasta los 15 años, y entre sus aficiones está también la práctica del boxeo. Pero con el cambio de rumbo tuvo éxito en las pasarelas y desfiló para reconocidas firmas como Roberto Verino y Custo Barcelona, además de ser la imagen de Jean Paul Gaultier.

Después de triunfar como modelo decidió probar en el mundo de la interpretación, y en 2011 se le pudo ver por primera vez en la serie diaria de Antena 3 Bandolera. Su segunda oportunidad fue en la exitosa adaptación televisiva de El tiempo entre costuras. En estas dos producciones su quehacer actoral pasó bastante desapercibido, pero destacaba por su enorme atractivo físico.

Fue la serie El Príncipe la que le lanzó al estrellato con un papel protagonista. Estaba en el bando de los malos y se enfrentó a José Coronado y a Álex González como Faruq Ben Barek, un narcotraficante peligroso y conflictivo. Las tres temporadas de esta historia le colocaron en la cima de la popularidad.

Su recorrido parecía imparable a partir de entonces, y consiguió ser coprotagonista de la serie de La 1 Olmos y Robles. Con Blanca Suárez protagonizo la TV movie basada en hechos reales Lo que escondían sus ojos. En 2017 se puso al frente de Ella es tu padre, ficción que fue retirada después de seis capítulos. A partir de ese momento, y hasta hace unas semanas, nada se supo del actor cubano, al que todos le suponían una carrera brillante que se había truncado.

Su nombre dejó de aparecer en titulares y daba la sensación de que se lo había tragado la tierra. En diciembre se reactivaron sus redes sociales con una foto en la que se mostraba desnudo en una playa donde decía: I'm back (Estoy de vuelta). En una entrevista ha confesado que se había vuelto a Cuba: "Paré de trabajar porque me fui por unos temas personales y cada vez se complicó más la cosa. Todo se me fue de las manos y no pude salir del país hasta casi pasados tres años", decía.

El actor, todo un sex symbol en su momento, ha dejado ver en su reaparición una imagen muy descuidada, algo poco habitual en él en sus tiempos de éxito, y no ha aclarado cuáles fueron los problemas que encontró en su tierra. Solo ha dicho: "Bajé a los infiernos, al noveno círculo, y saludé a Dante". Dicho esto, está dispuesto a deshacerse de sus demonios o de lo que ocurriera durante todo este tiempo y a buscar de nuevo su oportunidad de oro para volver a ser el Rubén Cortada que encandiló a su público como uno de los malos más atractivos de la televisión. Busca que aquellos que un día se fiaron de sus habilidades ante las cámaras renueven su confianza en él. Porque no quiere quedarse fuera.