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Verano sin límites

Refugios naturales y frescos para unas vacaciones de belleza salvaje

Descubre algunos destinos ideales cercanos para unas vacaciones lejos del bullicio

Refugios naturales y frescos para unas vacaciones de belleza salvajePatxi Cascante

Cuando el calor aprieta y las ciudades se vuelven ruidosas y densas, el norte se convierte en un santuario. Para las personas que buscan desconexión, aire fresco y naturaleza en estado puro, Euskadi ofrece un catálogo de paisajes espectaculares, aguas cristalinas y bosques frondosos que invitan a bajar el ritmo y reconectar con lo esencial. Aquí te proponemos algunos destinos ideales para unas vacaciones lejos del bullicio.

 

Embalse de Maroño (Álava)

Preciosa estampa del embalse de Maroño.

A los pies de la Sierra Salvada, el embalse de Maroño en el municipio de Ayala es un rincón sereno donde las aves migratorias encuentran descanso, y el visitante, paz. Las praderas lucen verdes y las aguas del pantano todo un reclamo para los amantes de la fotografía y la pesca.

 

Dónde alojarse: Lo ideal es aposentarse en algún alojamiento rústico cercano o alguna casa rural en Artziniega, repleto de encanto.

Qué visitar: En los alrededores, la iglesia de Madaria al pie del pico Ungino o las cascadas del molino de Belandia enriquecen una escapada perfecta para el turismo slow.

 

Piscinas naturales de Mutriku y Elantxobe (Bizkaia)

Vista general de las playas naturales de Mutriku.

Si prefieres sumergirte en aguas saladas, pero sin renunciar a la tranquilidad, dirígete a las piscinas naturales de la costa vasca. En Mutriku, dos grandes piscinas olímpicas se nutren del mar Cantábrico, perfectas para nadar o bucear entre rocas. En verano, el ambiente se completa con socorristas y un chiringuito.

 

A unos kilómetros, la piscina natural de Elantxobe se esconde entre los muros del puerto, con vistas a la bahía de Ogoño. Allí, el baño es sereno, casi íntimo, con las coloridas casas del pueblo trepando por la ladera como fondo de postal.

 

Dónde alojarse: En Mutriku, puedes elegir algún hotel con vistas al mar. En Elantxobe, opta por apartamentos turísticos o casas rurales cercanas a Lekeitio o Ea.

Qué visitar: Además del baño, explora los cascos antiguos de ambos pueblos y sus miradores al Cantábrico.

Pozas y piscinas fluviales: baños salvajes entre bosques

Álava dispone de piscinas fluviales como la de Fresnedo.

La piscina fluvial de Fresnedo, en el entorno del Parque Natural de Izki (Álava), ofrece un plan ideal para familias. Mesas, zona de juegos y naturaleza a raudales hacen de este enclave una opción cómoda pero inmersiva. Más al norte, las pozas del río Urumea, cerca de Hernani, ofrecen un baño auténtico en plena naturaleza. Aquí no hay comodidades, pero la belleza salvaje lo compensa con creces.

 

Y si te diriges hacia Navarra, las pozas de Artikutza son un tesoro escondido dentro de un bosque protegido. Agua cristalina, rutas de senderismo y una atmósfera casi mágica hacen de este lugar un paraíso para senderistas y amantes de los baños naturales.

Dónde alojarse: En Hernani, el Hotel Txintxua ofrece una opción sencilla y práctica. Para visitar Artikutza, es recomendable alojarse en Oiartzun o en San Sebastián, a pocos kilómetros en coche.

Qué visitar: En Izki, aprovecha para hacer rutas en bicicleta o visitar pueblos cercanos como Bernedo. En el valle de Artikutza, déjate llevar por los senderos señalizados y disfruta de una jornada de trekking con final refrescante.

Selva de Irati (Navarra)

La belleza de la Selva de Irati resplandece aún más en estas fechas.

Dónde alojarse: El pueblo de Otsagabia es ideal como base. Puedes optar por casas rurales tradicionales, donde la hospitalidad navarra se siente en cada detalle.

Qué visitar: Desde el propio bosque parten rutas de senderismo para todos los niveles. No te pierdas el embalse de Irabia ni el alto de Tapla, con vistas panorámicas que quitan el aliento.

Pocos lugares en España pueden competir con la imponente belleza de la Selva de Irati, el segundo hayedo-abetal más grande de Europa. Sus 17.000 hectáreas de bosque prácticamente virgen ofrecen un refugio perfecto para caminantes, fotógrafos y soñadores. La tranquilidad aquí es casi palpable, interrumpida solo por el canto de las aves o el crujido de las hojas bajo los pies.