Estas creencias siguen asentadas en gran parte de la población del altiplano andino que todavía contempla el Titicaca y sus contornos como un enclave sagrado.
Desde un punto de vista antropológico el lago aún conserva numerosos aspectos culturales de los pueblos Aymara que desde tiempos inmemoriales poblaron las altas planicies entre Perú y Bolivia. Varias tribus allí asentadas todavía se comunican en idioma aymara y conviven con otros pueblos diferentes de ascendencia quechua.
El lago junto con sus islas constituyen un paraje de gran belleza que llama la atención del turismo local e internacional. En esta zona confluyen dos rutas de viaje de mucho interés: el corredor quechua y el corredor aymara. Ambos han contribuido a desarrollar el famoso eje sur entre el Cuzco y Puno, entre la región Inca y el altiplano.
El Corredor Quechua se corresponde con el nuevo trazado vial que une Cuzco y Puno, o lo que es lo mismo, con la ruta de Viraqocha entre el lago Titicaca y la capital de los Incas. El Corredor Aymara tiene su inicio en Puno y avanza hacia el sureste bordeando el límite sur del lago por las poblaciones de Chucuito, Juli, Pomata y la frontera con Bolivia, continuando hasta su capital, La Paz. Este tramo Aymara está siendo transitado cada vez más por grupos de turistas.
A 3.820 metros de altura
El lago Titicaca se encuentra a 3.820 m de altura sobre el nivel del mar, tiene 170 km de longitud y ocupa 8.559 m² sobre la región altiplánica que se extiende entre Perú y Bolivia. Su profundidad máxima alcanza los 340 m en época de lluvias aunque suele mantener una media de 250 m. Al Titicaca se le considera el lago navegable más alto del mundo, es además la masa de agua más grande de Sudamérica y de todo el planeta por encima de los 2.000 m.
Desde el punto de vista antropológico este gigantesco mar interior es el núcleo de subsistencia más importante de la cultura aymara. Buena parte de los habitantes del lago creen en su poder mágico y le consideran una deidad independiente llamada Wacacocha. Sin embargo es el Dios Titi, concebido con caracteres felinos, el verdadero amo de las aguas. Desde 1978 el lago es una Reserva Nacional, siendo un área natural protegida en la que viven unas 60 especies de aves, además de peces y anfibios. La flora del lago suma 12 tipos de plantas acuáticas pero abundan sobre todo la totora y el Llacho.
las Islas de los Uros
La tribu indígena de los Uros se refugió y aisló en este lago de las presiones de los Incas y de los Collas separándose casi completamente de la tierra firme. Para ello idearon un interesante sistema de islas flotantes construidas artificialmente con el junco de totora que nace en el fondo del lago. Uniendo las cañas lograron crear unas plataformas sobre las que asentarse. Con la totora también construyen resistentes barcos de pesca.
En la actualidad el patrimonio cultural de los Uros ha disminuido considerablemente. Aunque siguen habitando las islas flotantes y su principal medio de subsistencia todavía es la pesca, la influencia del turismo les ha hecho perder muchas de sus antiguas costumbres. El idioma uro dejó de hablarse entre los indígenas hace ya mucho tiempo y ha sido completamente olvidado.
En el lago quedan alrededor de 300 indios uros viviendo pero al casarse y mezclarse con otras tribus del altiplano ya ninguno ostenta la pureza de sangre de su estirpe. Muchos de ellos ahora se expresan en aymara aunque la mayoría tiene nociones de castellano.
Las islas de los Uros se mantienen impermeables y limpias debido a que el piso superior es revestido cada poco tiempo con paja fresca, si se levanta la primera capa del suelo se puede observar la gran humedad que existe por debajo de ella.
Los Uros cultivan varios tipos de tubérculos sobre este terreno artificial. Las barcas viejas y podridas se reciclan para integrarse en los propios islotes y crear nuevas plataformas flotantes.
Los indígenas también utilizaron la totora para levantar sus viviendas aunque los techos los rematan con modernas planchas de zinc o uralita. El territorio de los Uros se halla en el margen noroccidental del lago y muy cerca de la ciudad de Puno, es por ello que reciben continuas oleadas de turistas.
Taquile y Amantaní
Dentro de todas las islas flotantes la más interesante es la de Taquile, que alberga una comunidad indígena muy tradicional. Los lugareños hablan quechua y mantienen un modo de vida basado en las antiguas normas sociales y legales impuestas en el tiempo del Imperio Inca. A diferencia de los indios Uros, los taquileños son endógamos y raramente se mezclan con nativos de otras etnias.
En la actualidad viven en esta isla unas 1.700 personas que subsisten de la pesca y la agricultura aunque también de la confección textil, se pasan muchas horas al día hilando y tejiendo.
Desde la ciudad de Puno los barcos tardan unas cuatro horas en llegar a Taquile. La isla es muy escarpada en su parte occidental y tiene una escalera empinada para ascender entre los andenes de cultivo hasta la cumbre del acantilado. Para acceder a la aldea de esta isla hay que abonar un pago simbólico de unos pocos soles en concepto de donativo voluntario. Se puede comer en tres o cuatro restaurantes donde los platos son mayormente de pescado. El paisaje es magnífico, todo rodeado de tierras de labranza en forma de terrazas. La longitud de la isla es de siete kilómetros y en su parte oriental y sobre una colina se encuentran restos arqueológicos, desde aquí se contempla una hermosa vista de la orilla boliviana del lago. Algunas casas particulares reciben huéspedes por una o dos noches a cambio de unos pocos soles.
Otra isla es Amantaní. Se ubica a unos pocos kilómetros al norte de Taquile y en la mitad del lago. La aldea cuenta con un par de comedores donde siempre se puede degustar algún sabroso guiso local.
Esta también la isla Suasi, en la costa norte del lago, es privada pero su propietaria permite visitarla. O la isla de Llachón donde sus habitantes perpetúan ritos y costumbres de los tiempos de los Incas al igual que en Taquile. También hay restos arqueológicos prehispánicos y unas panorámicas espectaculares.
Qué visitar en Puno
La ciudad de Puno se encuentra a 3.830 m de altitud junto a la orilla occidental del lago Titicaca y es por ello la ciudad más visitada de todo el altiplano peruano. El origen de la ciudad surgió con las disputas entre algunas de las familias españolas más ricas de la época por controlar las minas de Laykacota. Se produjeron revueltas y tuvo que intervenir el Virrey español, Conde de Lemos, quien aprovechando esta coyuntura fundó la ciudad de San Carlos de Puno el 4 de Noviembre de 1668. Sin embargo son muy pocos los vestigios que permanecen en pie de aquel periodo histórico.
Puno es considerado el centro folclórico más importante del país. Sus fiestas y bailes destacan pero en especial la celebración de la Candelaria. Antiguamente esta fiesta se celebraba después de la Navidad y duraba 40 días con sus 40 noches, con procesiones y velas para purificar a la virgen María.
Actualmente la fiesta se celebra en menos días y comienza el 2 de febrero con sus concursos, danzas, procesiones etc. Los lugareños suelen disfrazarse con máscaras grotescas y vestidos estrafalarios que siempre hacen alusión al motivo principal sobre el que se basa la representación. Las danzas tradicionales tienen su origen en antiquísimas ceremonias prehispánicas. Más de 130 danzas se interpretan en Puno (La diablada, el rey negro etc.), todas son muy vistosas y se acompañan con una estridente fanfarria de músicos que tocan alegremente mientras dura el festejo, combinando los instrumentos andinos típicos con otros más modernos y propios de una banda tradicional.
Son las comunidades indias del Titicaca y sobre todo la belleza de este mar interior los atractivos que inducen a miles de turistas a visitar anualmente Puno. Además, mucha gente del altiplano andino estudia en la Universidad Nacional de la ciudad. A parte de todo esto, en esta región existe un turismo místico: la vigencia del misticismo y esoterismo esta contribuyendo al aumento de visitantes. El lago esta considerado como uno de los puntos cósmicos y energéticos del planeta. En las aguas del lago y en sus islas se llevan a cabo liturgias y ofrendas dirigidas por maestros teosóficos.
Dentro de la ciudad de Puno destacan sus edificios religiosos: la catedral que es barroca con elementos andinos creando el estilo denominado barroco mestizo. También destacan las iglesias de San Antonio, San Juan y La Merced.
En la parte oeste de la ciudad se yergue sobre una colina la estatua de Manco Cápac, cuenta la leyenda que en este cerro hay una caverna que a través de infinitos caminos subterráneos permite llegar directamente al templo cuzqueño de Koricancha. Lo cierto es que desde este lugar se contempla una magnífica vista sobre la ciudad y el lago Titicaca.
Otro mirador digno de ser visitado es el Kuntur Wasi (Casa del Condor), se llega a él tras subir una alta escalera y ofrece una gran panorámica. También destacan por su interés: el Balcón del Conde de Lemos que alberga una galería de arte, el Instituto Nacional de Cultura y la Casa del Corregidor, que es una mansión del siglo XVII con muestras de arte puneño.
Otro cosa importante para visitar en la ciudad es la Motonave Yavarí: histórica embarcación anclada junto a los muelles del lago. Desde el 25 de diciembre de 1870 este barco formó parte de la flota del Titicaca. Fue construido en Inglaterra en 1862 y la única manera de enviarlo hasta Perú fue desmontándolo y transportándolo a bordo de otro buque mayor. Después hubo que cargar con todos sus embalajes a lomos de burra desde la costa del pacífico hasta el altiplano; se tardaron 72 meses en poder ensamblar la nave.