Los sindicatos franceses tienen intención de seguir protestando contra la reforma de las pensiones, con una nueva jornada de movilización el 6 de junio, y ponen condiciones al diálogo que les propone el Gobierno, que intenta así pasar página a la grave crisis social y política que atraviesa el país.

En un comunicado conjunto publicado ayer, las ocho centrales sindicales y cinco organizaciones estudiantiles demostraron que van a seguir unidas en su rechazo a la reforma ya promulgada. Y eso un día después de la jornada del 1 de mayo, que fue la décimo tercera contra la ley que va a retrasar la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años, y en la que hubo una participación multitudinaria.

La fecha del 6 de junio se ha fijado porque sólo dos días después se debatirá en la Asamblea Nacional una proposición de ley de la oposición para anular el retraso de la jubilación a los 64 años, una iniciativa que en principio tiene pocos visos de prosperar. Antes de eso, el Consejo Constitucional va a pronunciarse hoy sobre otra demanda de la oposición para poder organizar un referéndum sobre las pensiones, con la intención de anular la reforma.

Rumores de ruptura

Los sindicatos se esfuerzan en acallar los rumores de ruptura de la unidad de acción por las diferentes estrategias de las centrales de cara a la cita que les va a lanzar en los próximos días la primera ministra, Élisabeth Borne, para discutir diferentes aspectos laborales, pero no el retraso de la edad de jubilación a 64 años.

En su comunicado, se quejaban de que el Gobierno no haya fijado ni el marco ni el objetivo del ciclo de concertaciones que dice querer abrir, y avisan que tienen intención de recordar “su rechazo de la reforma de las pensiones”. Sobre todo, anunciaban que van a hacer propuestas comunes, en dirección también de las empresas, “para que se tengan finalmente en cuenta las preocupaciones de los asalariados en particular en materia de salarios, de condiciones de trabajo, de salud en el trabajo, de democracia social, de igualdad entre hombres y mujeres y de medio ambiente”.

Advertían de que “la desconfianza es profunda y el diálogo no se podrá restablecer más que si el Gobierno prueba su voluntad de tener en cuenta las propuestas de las organizaciones sindicales”. La línea de consenso de los líderes sindicales incluía una crítica directa a Macron por “mantener su reforma pese a la oposición casi unánime de la población” y el aviso de que eso “crea una desconfianza profunda”.