Ámsterdam – Países Bajos fue escenario de una noche de protestas por la crisis desatada en el centro de recepción para solicitantes de asilo en Ter Apel, en la frontera con Alemania, entre denuncias de graves condiciones de insalubridad y, sobre todo, por la muerte de un bebé en un gimnasio que servía de albergue improvisado para los refugiados, en un centro “desbordado e incapaz de atender necesidades básicas”, lamenta Médicos sin Fronteras (MSF).
La Comisión Europea ha pedido a las autoridades del país que investiguen a fondo la muerte del bebé de tres meses, el detonante de las protestas que congregaron delante del centro a varios cientos de personas por una crisis que el Gobierno ya ha comenzado a tratar como una cuestión prioritaria. “Ahora mismo no estamos centrados en otra cosa”, aseguró el primer ministro del país, Mark Rutte, quien describió la situación como “terrible”.
Los manifestantes portaban pancartas con lemas como “¡Queremos que Ter Apel vuelva!”, “Ya hemos tenido más que suficientes problemas” y “Refugiados genuinos bien, alborotadores fuera”. Otros portaban banderas holandesas invertidas, ya vistas en recientes protestas de los agricultores.
El presidente del Consejo Holandés para los Refugiados (COA) Frank Candel, asegura que la crisis de Ter Apel no tiene que ver con un aumento del número de refugiados, sino con los recortes presupuestarios del Servicio de Inmigración y el cierre de los centros de asilo, que han provocado la falta de alojamiento y un aumento en los tiempos de procesamiento de las solicitudes. Como primera medida para aliviar la situación, se ha trasladado a 150 refugiados de Ter Apel a un polideportivo en Apeldoorn en un intento por aliviar el hacinamiento crónico en un centro que ha llegado a acoger a más de 500 personas.
MSF lamentó que la situación en Ter Apel, “cada vez más inhumana”, forzó la intervención médica directa de la organización en suelo neerlandés por vez primera en los 50 años de historia de la ONG. – E. P.