Angola, país lusófono del África Austral, con costa atlántica, es independiente de Portugal desde el 11 de noviembre de 1975. Ahora que está a punto de celebrar sus 50 años como país libre, se enfrenta en los últimos meses a manifestaciones y represiones policiales violentas que están degradando la ya frágil paz social y política. Las manifestaciones y paralizaciones no cesan en Angola. Hay un gran descontento popular.
Al parecer, el gobierno angoleño respondió a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) retirando los subsidios al precio de los combustibles, lo que provocó un aumento en el precio de la gasolina y el gasóleo. Esta medida disparó el coste del transporte y de todos los bienes y servicios. La compra de productos de primera necesidad y las mensualidades escolares en los colegios privados aumentaron exponencialmente. Las escuelas privadas son, en su mayoría, propiedad de miembros del gobierno o de sus aliados. La propia ministra de Educación, Luísa Grilo, es una de las mayores propietarias de estos colegios, por citar solo un ejemplo. La población ya está cansada del mal gobierno del MPLA, partido en el poder desde hace 50 años.
La lucha por la independencia fue llevada a cabo por tres fuerzas políticas: la FNLA, el MPLA y la UNITA. El MPLA, apoyado por la izquierda portuguesa, Cuba y la extinta Unión Soviética (URSS), se quedó con el poder y expulsó a las demás fuerzas hermanas. El MPLA asumió unilateralmente el poder en 1975, implementando en el país un régimen de partido único y un sistema comunista. La FNLA casi fue extinguida. La UNITA resistió en los bosques. La causa que defendía y defiende es la democracia multipartidista y la economía de mercado.
Tras años de guerra, en 1992, el gobierno del MPLA y la UNITA firmaron los Acuerdos de Bicesse, en Portugal, y se instauró el multipartidismo y la economía de libre mercado. Las primeras elecciones estuvieron marcadas por fraudes masivos y todo tipo de maniobras electorales por parte del partido en el poder. La guerra volvió a Angola de forma más violenta y devastadora. En 2002, con la muerte de Jonas Savimbi, se firmó el Acuerdo de Luena. Desde entonces ha existido una paz marcada por el silencio de las armas, pero también una larga caminata hacia una verdadera paz social y política, o reconciliación.
En estos años, las elecciones han sido meros ejercicios de fachada. Las maniobras y fraudes han sido una constante. La voluntad del pueblo no se ve reflejada en los resultados electorales. Desde hace 50 años, es la voluntad y la prepotencia del MPLA la que impera. Hambre, miseria, mala gestión y corrupción. Recientemente, desaparecieron de las arcas de la Agencia Tributaria angoleña 100 mil millones de euros y nadie fue responsabilizado por ello, como tampoco por muchas otras irregularidades, mientras el pueblo continúa viviendo en la más absoluta pobreza. Y cuando el pueblo sale a protestar, el gobierno o los mata o los encarcela, llamándolos vándalos. La población se pregunta: ¿quién es realmente el vándalo? ¿Aquel que permite que las mujeres mueran durante el parto por falta de atención médica? ¿Aquel que permite que los ancianos coman de los basureros porque alguien robó sus pensiones? ¿Aquel que permite que los niños sean víctimas de la prostitución por falta de alimentos? ¿O aquel que roba descaradamente lo que es de todos para su propio beneficio, escondiendo el dinero en Europa y en paraísos fiscales?
Para empeorar, el gobierno anunció que ha invitado a la selección argentina a disputar un partido amistoso en el país como parte de las celebraciones por los 50 años de independencia, pagando a los argentinos aproximadamente 15 millones de euros por ese juego. La indignación en el país es tan grande que muchos invadieron las redes sociales de Messi y Antonella, rogándoles que no participen en este partido, que Angola está sufriendo que sus niños mueren en las puertas de los hospitales por falta de atención médica, que las personas mueren por falta de bienes de primera necesidad. Todo indica que Messi no acudirá, pero sí lo harán algunos de sus compañeros. Los jóvenes amenazan con boicotear este amistoso.
Además, la población cree que gran parte del dinero del país está siendo utilizado por el gobierno para pagar lobbies en la Casa Blanca con el fin de que Trump reciba a João Lourenço en reunión, al igual que lo hicieron con Biden, gastando la suma de 25 millones de dólares para que Biden visitara Angola y recibiera al presidente. El aumento del precio del transporte —los llamados candongueros— colmó la paciencia de los angoleños. Jóvenes, mujeres, adolescentes y organizaciones de la sociedad civil salieron a manifestarse desde finales de julio hasta principios de agosto, exigiendo que se redujera el precio del transporte y se explicara al país por qué el precio de los combustibles subió de forma abrupta en uno de los países africanos con mayor producción de petróleo y gas del mundo.
Las movilizaciones fueron tan grandes y la represión policial tan aterradora que resultaron en 30 muertos y 1.200 detenidos. Lo más doloroso de estas manifestaciones fue la muerte, por disparo directo de la policía, de una madre que protegía a su hijo de 12 años, quien por descuido se mezcló entre los que huían de la persecución policial. Este vídeo, grabado por uno de los manifestantes, se difundió rápidamente por el país a través de las redes sociales y conmocionó a la opinión pública. Las Naciones Unidas abrieron inmediatamente una investigación sobre las acciones del gobierno de Angola que, en su defensa, afirma que la policía actuó conforme a la ley y que esta madre fue sorprendida cometiendo actos de vandalismo. Información que no coincide con lo que muestran las imágenes difundidas en redes. La población se manifiesta en las calles y en las redes sociales —único medio de comunicación sin censura que existe actualmente para muchas poblaciones africanas cuyos regímenes dictatoriales controlan toda la prensa—. La población pide el fin del régimen dictatorial del MPLA que, con un gobierno corrupto y cleptocrático, paralizó el país, secuestró la democracia y el Estado de derecho, vació las arcas públicas y fue incapaz de mostrar pesar por las víctimas mortales de las manifestaciones. En cambio, aplaudió la actitud de la policía y, en menos de 24 horas, puso a disposición 50 mil millones de euros para reponer los bienes de los empresarios cuyos negocios fueron vandalizados por los manifestantes. Empresarios que, por cierto, son miembros del propio gobierno.
Es necesario prestar atención a los acontecimientos en Angola, donde se prevén nuevas paralizaciones y manifestaciones del 11 al 17 de agosto. La población de todo el país pide el fin de la corrupción, del desgobierno y de su gran responsable: el MPLA. Muchos van más allá y piden la convocatoria de elecciones. La situación es insostenible. El gobierno promete matar sin reparos a quienes se enfrenten a él, pero no presenta ninguna medida para mejorar la desastrosa situación del país.