Una notable parte de clérigos instalados en el mundo Vaticano considera al papa Francisco un comunista, un usurpador, un hereje. Un número nada despreciable de obispos y cardenales sigue diciendo que el verdadero pontífice es Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022. Odian a Francisco y rezan cada día para que suba al cielo cuanto antes, como ha confesado que lo hace a diario el párroco toledano Gabriel Calvo Zarraute, provocando las risas de otros clérigos presentes en la retrasmisión de la tertulia La sacristía de la Vendée, que reúne en el canal de Youtube a un grupo ultraderechista de curas abiertamente contrarios al papa Francisco. Este episodio radiofónico ocurrió el pasado 22 de febrero. Por supuesto, ninguno de los presentes reconvino al párroco, ni siquiera cuando el sacerdote Franciso J. Delgado Martin, director del programa, intervino para proponer “a ver si rezamos más fuerte”.
El citado párroco Calvo Zarraute, una de las voces más activas de la tertulia confiesa que pide habitualmente en sus oraciones la condena al infierno de un obispo argentino, el hoy papa, y como le gustaría una bomba en el Vaticano. Reconoce abiertamente: “con mis palabras cometí una falta, y luego me fui a confesar”. Para el grupo que forma la fachoesfera, Franco era un cristiano ejemplar, y en más de una ocasión desde el canal de Youtube que emite sus tertulias han llegado a gritar vivas al dictador.
A la tertulia se la conoce con el sobrenombre de la fachosfera, y en ella participan curas jóvenes ultraconservadores, formados en seminarios que destacan por defender la férrea moral de Juan Pablo II. Este grupo que, en el caso del Estado español, se concentra en la diócesis de Toledo, es muy activo cuando se trata de boicotear las reformas que defiende el papa Francisco, extendiendo su beligerancia en sectores de la Iglesia Católica, para lo cual desobedecen abiertamente a la jerarquía. Uno de esos curas es Francisco José Vegara, recién sancionado por José Ignacio Munilla, uno de los obispos más conservadores. Munilla, es partidario de las críticas episcopales a las reformas de este pontificado. Su posición crítica con el Vaticano la conjuga con un discurso de obediencia al pontífice, lo que choca con las posiciones de Vegara, que considera al papa Francisco fuera de la doctrina católica a lo largo de un documento de 20 páginas.
Es verdad que la Archidiócesis de Toledo se ha distanciado de quienes sin recato rezan para que el papa Francisco muera pronto. El programa Tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria que se emite en Youtube, ha sido galardonado por la asociación ultra Hazte oír por defender la fe católica en redes sociales. El grupo de clérigos que rezan por la muerte del papa Francisco tiene seguidores en América Latina, todos ellos partidarios de acabar con el papado del argentino. Quieren a Francisco fuera del Vaticano, pues cada día da un paso más para destruir la Iglesia. Hay que expulsarlo como sea y al precio que sea. Sin lugar a dudas, el sector más conservador del clero menosprecia a Francisco porque viene de una región del planeta en la que la Iglesia “está empapada de ideología comunista”. Esta última fue la excusa para lanzar una campaña internacional contra la Teología de la Liberación, encabezada y organizada por Juan Pablo II. De hecho, existe una corriente internacional que alimenta un complot para evitar reformas que formen parte del proyecto progresista del papa. Destaca la asociación mejicana el Yunque como inspiradora y financiadora de la ultraderecha de los clérigos.
La brutal campaña contra las reformas de Francisco tiene ramificaciones en Estados Unidos, donde el ex asesor de Donald Trump, Robert Sarah, lidera un grupo que enlaza con Mateo Salvini en Italia, quien tampoco reconoce al papa Bergoglio y trabaja en común con Santiago Abascal para hacer fracasar el proyecto de Iglesia de Francisco y regresar a los principios del Evangelio, a una organización menos piramidal, menos monárquica y más sinodal. Principios que algunos cardenales identifican como socialistas y protectores del movimiento gay. Desde el comienzo de su pontificado, en marzo de 2013, el papa ha enfrentado batallas con los sectores más conservadores de la Iglesia romana. Muchos cardenales ya están pensando en un nuevo cónclave y en los posibles candidatos para un nuevo papado. Parece cierto que el papa Benedicto hizo de escudo para parar ataques contra Francisco, a pesar de sus diferencias, una de las cuales fue el uso del latín en las celebraciones religiosas. Precisamente, en 2007 Benedicto permitió el uso del latín con el fin de evitar choques divisionistas en la Iglesia Católica.
Francisco proclama una triple reivindicación “tierra, casa y trabajo”. Por conceptos como éste fue acusado de “marxista y comunista” por los sectores más conservadores de la Iglesia, varios de ellos de Estados Unidos. Comparten este punto de vista crítico, según sostienen expertos vaticanistas, muchas multinacionales y sobre todo fabricantes de armas, dado que el papa Francisco insiste en condenar las guerras y el armamentismo. En el Estado español también se extiende una red ultra entre los 113 obispos, lo que convierten al estado español en el epicentro de los últimos ataques al papa Francisco, en medio del silencio de los obispos. Obispos como José Ignacio Munilla y Juan Antonio Reig miran a Alemania en busca de una referencia en el cardenal Gerhard Muller, ultraconservador. Reig es uno de los protagonistas en las denunciadas terapias de conversión homófobas, defensor confeso de los benedictinos del Valle de los Caídos, autor de frases que vinculan al infierno con los homosexuales. También Munilla aparece implicado en falsas terapias de conversión de la homosexualidad. El obispo de Alicante critica la ley que prohíbe las terapias de reconversión sexual y habla de “liberticidio LGTBI”. El papa Francisco habla de Teología del Pueblo, lo que significa desde el punto de vista ético, el deber de luchar por la justicia social, la igualdad de derechos y la redistribución de la riqueza, es decir “tierra, casa y trabajo” para todas las personas.