Reconozco que no soy un admirador de Sir Winston Churchill. Me gusta su estatua ante Westminster de viejo león que devolvió su rugido a Inglaterra y sé, como todos, de su valía, su carisma y liderazgo durante la II Guerra Mundial, de su aguda inteligencia, sus frases y discursos para la historia, de su capacidad para galvanizar no solo a Gran Bretaña sino al mundo de los Aliados para vencer al nazismo.

Pero, dicho esto, escribo con dolor que se portó como un canalla político en relación al régimen franquista y a su no reconocimiento al extraordinario trabajo hecho por el nacionalismo vasco con sus servicios de información dirigidos por Pat Dyer. ¿Duro? Mucho más lo que hizo él.

No fue el único, pero sí el más importante. Prefirió la dictadura de un general de extrema derecha a la posibilidad de una III República española, ruidosa pero democrática, siguiendo el criterio de que un telón de acero había caído en Europa y Franco le aseguraba la paz de los cementerios.

Perdió las elecciones en 1945 y recuperó el poder en 1951, pero siempre actuó con la mentalidad de aquel increíble, por injusto y antidemocrático, “Comité de no Intervención”, que dejó desamparada a la República, mientras el nazi-fascismo ayudaba a su general, no haciendo nada para que la democracia volviera al Estado español ni reconoció absolutamente nada del extraordinario y muy arriesgado servicio realizado por exgudaris y civiles del PNV en la creación de una red de información fundamental en tiempos de guerra, tanto en Euzkadi como en Madrid.

Digo esto porque si algo querían nuestros dirigentes tras la victoria contra Hitler y Mussolini era que la guerra siguiera y limpiara España de fascistas, incluido un juicio parecido al de Nuremberg. No fue así. Y aunque, gracias al trabajo de republicanos, del lehendakari Agirre, de Irala y Galíndez en la ONU, que lograron la retirada de embajadores ante Franco en 1946 y que se aprobaran muchos comunicados de apoyo, no se llegó a más.

Algo así es lo que pretende Maduro, aguantar y aguantar, con la bayoneta y la tortura y represión calada, tras un robo electoral a la vista del mundo, mientras esgrime la doctrina que no permite la injerencia internacional en los asuntos internos de otro país, aunque este sea una dictadura y sea el ejército quien tenga un país, y no un país el que tiene un ejército. Que yo sepa, los derechos humanos son universales.

Noel Baker

Echo la vista atrás, este mes 78 años, y veo a aquella Euzkadi sumida en la esperanza puesta en los aliados, pero sin que se moviera apenas nada y confiando en un gobierno laborista en Londres que parecía tener más sensibilidad hacia la República que el Churchill de la V de la victoria. En 1946 el primer ministro era Clement Atlee, Ernest Bevin uno de sus ministros y Francis Noel Baker uno de los diputados laboristas en Westminster al que le preocupaba la situación española, por lo que decidió viajar clandestinamente a la España de Franco y hacer un informe que moviera a los suyos a intervenir. Antes de emprender este viaje, puso en antecedentes del mismo a su embajador en París.

Llegó el 4 de agosto procedente de París y fue trasladado inmediatamente a la frontera donde se le puso en relación con agentes vascos del PNV. La cruzó por los medios del PNV el día 6 conectando inmediatamente con los activistas del Interior, como así se les llamaba. Sin pérdida de tiempo y acompañado por un jefe de la Resistencia Vasca, se trasladó a Barcelona donde conversó largamente con el “Consell Nacional de Catalunya” informándose de la situación catalana. De Barcelona se trasladó a Madrid, donde agentes del PNV le pusieron en contacto con los líderes de Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas y del Bloque Republicano. Una vez al corriente de la situación española partió para Bilbao entrevistándose con el Consejo Delegado del Gobierno Vasco en el Interior. Aprovechando la circunstancia de la estancia del general Franco en Donostia, se trasladó a esta capital donde pudo ser testigo del aparato de fuerza represiva y de policía desplegado con este motivo.

En Donostia habló con el embajador inglés en España. En las capitales visitadas pudo pasear por las calles céntricas y por los barrios de trabajadores y no desperdició las ocasiones que se le presentaron para hablar con particulares que le parecieron interesantes por su posición social y personal, sacerdotes, médicos, personas enteradas de la vida industrial y local.

En todas las ocasiones se movió a su discreción limitándose sus acompañantes vascos a prestarle la ayuda que solicitaba. Le impresionó favorablemente la organización de la Resistencia, liderada por Juan Ajuriaguerra y su hermano Flavio, entre otros. Sus juicios fueron particularmente encomiásticos con referencia a Euzkadi.

El PNV colocó cada medio kilómetro una persona que saludaba su coche cuando él pasaba entre Bilbao y Donostia. Deseaban que se llevase la impresión de un control sobre la situación, sin peligrosas aventuras revolucionarias, a aquel diputado laborista. Lo consiguieron.

También Noel Baker elogió, aunque no en el mismo grado, la organización catalana y en cuanto a Madrid, comentó que llegó en momentos en los que la Alianza se encontraba en mala posición, a consecuencia de las persecuciones policiacas.

El día 14 cruzó de nuevo la frontera abandonando el territorio franquista. Se trasladó después a Baiona poniéndose al habla con su embajador en París al objeto de acordar una entrevista con el ministro Bevin para informarle personalmente de su viaje, anunciándole el envío inmediato de un rapport con la explicación de su experiencia clandestina.

Ese día 14 tuvo una comida con el lehendakari Aguirre y durante la misma insistió en la magnífica impresión que le había producido la Resistencia Vasca. Antes del almuerzo, fue presentado por el lehendakari a los consejeros socialistas del Gobierno Vasco Dueñas y Zarza, manifestando ante éstos su convicción de que si el resto de la península estuviera en las condiciones de Euzkadi, Franco hubiera tenido que abandonar el poder hacía bastante tiempo, y que él trabajaría para ello. Por la tarde sostuvo una conversación telefónica con su secretaria en Londres y con el representante de la Agencia Reuters, así como con algunos periódicos londinenses que al enterarse por la agencia de noticias del viaje realizado le llamaron inmediatamente para ampliar la información. Según le manifestó su secretaria, las llamadas de los diarios se sucedían en la oficina. El viaje había impactado.

Por la tarde se dedicó a escribir unas cartas de agradecimiento al lehendakari Agirre, al Consejo Delegado, al Consell Nacional de Catalunya, al presidente Martínez Barrios y al embajador franquista en Londres. Mostró a Joseba Rezola todas las cartas indicando que quería que no se diera a la publicidad de momento la dirigida al embajador franquista y que el mismo Noel Baker le avisaría cuando podría hacerse. Rezola le propuso modificar el texto primitivo de la carta dirigida al Consejo Delegado, al objeto de suprimir las referencias a los 400 gudaris que a lo largo de 50 millas de carretera le saludaron a su paso para dar fe de la Resistencia Vasca. En la nueva carta se decía que presenció una manifestación de la Resistencia Vasca que, por su improvisación y número, constituía un claro exponente del vigor de la misma.

A las 7 de la tarde asistió a una conferencia de prensa en la Delegación Vasca de Baiona, donde fue interrogado por el corresponsal de la AFP y por medios franceses así como por periódicos locales y regionales. Al día siguiente, 15, a las 11 de la mañana continuó la redacción del rapport que concluyó a las 5 de la tarde.

Le leyó a Joseba Rezola tanto el artículo como el informe. Este lo envió en original manuscrito y por correo a su secretaria en Londres, con encargo de entregar un ejemplar en el Foreign Office y de enviarle dos copias, una para Julio Jáuregui y otra para Joseba Rezola.

La BBC de Londres se ocupó de aquel viaje en sus emisiones españolas de la noche del 14, mediodía del 15 y mediodía del 16, anunciando en ésta que seguiría con el tema en la emisión de aquella noche. Todavía con mayor amplitud que la radio inglesa, se refirió la de París al mismo tema. En cuanto a esta última también la emisión española. En dicha emisión de París se dijo que todos los periódicos parisinos de la mañana se referían ampliamente al viaje clandestino de Noel Baker. Tuvo un gran impacto y abrió una ventana de esperanza.

No se dio el paso

En el informe para el Foreign Office explicó brevemente las capitales visitadas y se refirió también en resumen a los líderes con quienes había conversado. Expuso el deseo de la Resistencia de que se rompieran las relaciones diplomáticas y comerciales con la España franquista y se actuara con inmediatez. Se refirió también a los procedimientos brutales que la policía franquista utilizaba contra los demócratas aludiendo en el informe a los casos de Agirre y Txomin Letamendi, de los que se había podido informar por personas bien enteradas. Citaba estos casos por ser entonces muy recientes.

Noel Baker expuso también en el informe que se había enterado de la existencia de “quislings” potenciales en el Ejército y de que entre las derechas y también entre los monárquicos había elementos dispuestos a favorecer un cambio de situación. La actuación de aquellas gentes era todavía vacilante y seguía el compás de los acontecimientos internacionales, especialmente de la mejor o peor disposición de Inglaterra y los Estados Unidos para con el régimen franquista. Cuando creían que estas potencias iban a intervenir contra Franco se insinuaban inmediatamente a los republicanos y demócratas, pero luego adoptaban una actitud retraída cuando creían que los ingleses y los estadounidenses se desentendían de la cuestión española.

Noel Baker expuso su convicción de que una actitud enérgica por parte del Foreign Office repercutiría sensiblemente en la actitud de los católicos que no se hallaban muy convencidos de la estabilidad del régimen franquista.

Todavía la dictadura duraría treinta años más. Nadie dio el paso. No sé por qué me ha recordado toda esta historia la situación actual venezolana. Mucha solidaridad, pero ahí sigue Maduro con su robo electoral reprimiendo y apoyado solo por dictaduras e incomprensiblemente por Bildu. Irujo decía que todas las libertades son solidarias. Ya veremos.

Diputado y senador de EAJ-PNV (1985-2015)