Han aparecido encuestas, intenciones de votos, preferencias en cuanto a las posibles coaliciones, conocimientos varios de los diferentes líderes en liza. Abstención, trasvase de votos. Habrá quien teorice sobre cambios de ciclo y quien subido al púlpito del oráculo de Delfos hable de políticas agotadas y necesidad de renovación. Se harán txirinbueltas respecto a estrategias políticas e ideológicas que han durado decenas de años. Aparecerá quien diga que hay que mirar al futuro compartido y se ponga de perfil respecto a lo acontecido. Se predicará sobre futuros abiertos a fotografían incluyentes. El “adanismo” se instalará en la política vasca, más en algunas formaciones que en otras. Muchos soñarán en sorpasos, en liderazgos en el seno del nacionalismo vasco. Algunos imitarán a otros sin mover un músculo de la cara. Nombres nuevos, más jóvenes que los anteriores se esforzarán en su quehacer. Y sí, siempre se suele decir que las elecciones en las cuales estamos inmersos son históricas. Y ciertamente siempre suelen ser históricas. La sociedad habla, el pueblo opina. Las urnas se llenan de papeletas. El recuento decide. Algunos ganan, otros no. Unos recabarán los suficientes apoyos para gobernar y otros no. A los hechos me remito. Diferentes gafas con distintas lentes opinando sobre mismos hechos. Nada nuevo para los que tenemos cierta edad. Casi todo nos es conocido.
Quizás algunas sean más que otras. En parecidos términos he solido escribir respecto a las citas electorales y al futuro de nuestro pueblo, de nuestra sociedad, del autogobierno futuro y nuestro futuro político, no son demasiado nuevas por lo tanto estas reflexiones que siguen a continuación. Y es cierto, yo estoy convencido de que el 21 de abril revalidaremos con nota nuestra apuesta por Euskadi, por nuestro pueblo, por nuestro autogobierno y por nuestra sociedad. No es la primera vez que he escrito sobre diferentes procesos electorales. Sí me he manifestado más de una vez. Por mi parte, si es precio decirlo y repetirlo, creo en lo que manifiesto y me reitero en lo que creo. Dicho de otra manera, escribo lo que digo y digo lo que escribo, y pienso. Aunque me equivoque de vez en cuando. Me reafirmo en cuestiones objetivas: somos un pueblo pequeño, pero realidad viva en el tablero internacional. Hemos pervivido a culturas poderosas y civilizaciones que han dejado huella y legado. Hemos sabido no perder pulso y tras siglos continuamos siendo con conciencia de querer seguir siendo. Lo reitero: ha resultado sinuoso el camino que hemos labrado para convertirnos en realidad sociopolítica, compleja, plural, dinámica y cambiante hasta configurar la Euskadi de hoy. A pesar de muchas circunstancias adversas nos hemos adherido a la voluntad de perseverar en nuestras señas de identidad. Y ello por encima de artificiales y caprichosas delimitaciones históricas administrativas. Creo en la Euskadi de los siete territorios históricos, en el Zazpiak Bat, en sus mujeres y sus hombres. En su inteligencia motor de supervivencia en los folios de la Historia.
Somos eslabón en la historia del nacionalismo vasco formada por miles de mujeres y hombres que han hecho posible que el nacionalismo vasco sea columna vertebral de la sociedad vasca. Personas que nos han legado el testigo de una herramienta para alcanzar el objetivo de la construcción nacional de Euskadi y su soberanía. Personas que trabajaron para alcanzar el objetivo de ser dueños de su presente y futuro a través de la acción política y el respeto. Objetivo que parte de la realidad de la diferencia y de la pluralidad de la ciudadanía, sin imponer ni impedir. El instrumento se llama EAJ-PNV, partido que ha venido identificando los desafíos y trazando el perfil de la ruta, que cree en la nación vasca y proclama que la Euskadi de los siete territorios es Patria de los vascos. Que nació hace un siglo largo como agrupación de vascos que más allá de la no aceptación del despojo político e institucional practicado en el siglo XIX en nombre de la nación española afirmaron el ser nacional del Pueblo Vasco uniéndose para la consecución de los derechos políticos inherentes a tal condición.
Un siglo largo y mutaciones de todo tipo. Con el paso del tiempo nada sigue igual, la sociedad ha cambiado, la estructura demográfica, social, económica y cultural también. Las transformaciones en la composición y estructura del cuerpo electoral son enormes y a futuro lo serán más. Las circunstancias políticas mundiales y el propio entorno personal y social del ciudadano están cambiando significativamente: la globalización, flujos de personas, migraciones e intercambios interculturales. Nada volverá a ser igual. Lo único que no cambia es el propio cambio. Y así, el PNV hoy y aquí, cadena histórica del nacionalismo vasco del siglo XXI, seguirá a futuro conectando con la nueva sociedad civil que se está gestando. Un eslabón que no trata de renunciar a nada de lo sustancial, al contrario, un eslabón que, acorde con los tiempos, y conservando lo sustancial y útil, continúa canalizando los nuevos intereses e inquietudes de los nuevos ciudadanos de la nueva calle. Recordemos, como se suele decir, en peores garitas hemos hecho guardia. Salimos.
La razón por la cual surgió el PNV se revalida en la defensa y afirmación de una personalidad colectiva abierta y solidaria al mundo. Compromiso de seguir en el futuro sintonizando esa voluntad política con los intereses, necesidades y problemas actuales de la ciudadanía vasca. Historia pequeña, y grande, en la que todavía hay mucho por hacer, aspirar y conseguir. Somos, cara al futuro, un eslabón más en la historia y recorrido de un nacionalismo vasco que siempre ha dicho sí a la vida, no a la muerte, sí al diálogo, a la convivencia, respeto y opuesto a la estéril confrontación por la confrontación. Futuro.
Un futuro, que ya está aquí, que adapte la acción política en sintonía con las necesidades que las propias transformaciones en marcha generan. Un eslabón en la historia de un nacionalismo integrador, firme y con visión de futuro. Un futuro de compromiso, contrato renovado con la sociedad, vertebrador, transversal y respetuoso con personas con sentido de pertenencia e identidades diferentes. Ideas novedosas, audacia prudente a la hora de seguir marcando la singladura en pos de la construcción de la nación de los siete territorios. Construcción transversal de la nación vasca basada en la suma de voluntades. Contrato renovado generador de condiciones para que sigamos escribiendo de nuestro puño y letra presente y futuro. Apuesta entre diferentes por la mejora de la democracia, del funcionamiento de las instituciones, por ser conscientes del futuro mestizaje que ya está aquí, por la acogida a los nuevos vascos e interpretar en clave de acierto las preocupaciones de la sociedad y sus más jóvenes, apuesta que pasa por hacernos atractivos en el aliento a las reivindicaciones nacionales vascas.
Reto a futuro de hacer efectivas las soberanías compartidas en un mundo cada vez más interdependiente. Apuesta incluyente por un futuro compartido por diferentes, que reflexiona sobre el sentido moderno de las soberanías e identidades compartidas en un contexto global, con larga mirada en la sostenibilidad, medio ambiente, infraestructuras, ordenación del territorio, bienestar social, economía, energías renovables, innovación, educación, cultura y conocimiento. Apuesta, compromiso, reto. Bilateralidad, concertación, acuerdo, diálogo compartido que con todas sus limitaciones, dificultades y ritmos diferentes desembocará en la nación vasca de los siete territorios en una Europa diversa. Futuro que periclite imposiciones. Un futuro de reconducción, relaciones negociadas y de torcer democráticamente la historia anquilosada de las fronteras. Futuro en el que las siguientes generaciones practiquen respeto mutuo y declinen conceptos como interdependencias recíprocamente asumidas, soberanías y ámbitos de decisión libremente compartidos. Futuro de encajes amables superadores de actuales delimitaciones administrativas.