Es conocida la expresión “En fin” y las connotaciones que tiene… Algo parecido al hastío contenido que producen sucesos que se enmarcan en lo que se denomina el día de la marmota, repetición de situaciones, vuelta a lo mismo, pelín aburrimiento y resignación, repito, contenida. Es la negación del principio de realismo. Como bien dijo el lehendakari Urkullu en el último debate de política general celebrado en el Parlamento Vasco: “Entre la autocomplacencia y el catastrofismo existe un amplio terreno en torno al eje del rigor y de la veracidad. No me duelen prendas en reconocer con visión crítica los ámbitos necesitados de reforma y mejora. Tenemos mucho que mejorar, pero no comparto los relatos que presentan a Euskadi en un balance catastrofista e, incluso tercermundista. Con la misma claridad con que señalo los ámbitos de mejora, afirmo que Euskadi se encuentra entre la países más avanzados en cuanto a calidad de vida, desarrollo, servicios públicos o cohesión social”. Mejora y autocrítica, coraje y voluntad. Nada de autocomplacencia. El lehendakari abundó en hacer balance, poner datos encima de la mesa y avanzó intenciones y objetivos.

Algunos ejemplos: Euskadi ha alcanzado el puesto 14 del mundo en el índice de desarrollo humano, sobre una muestra de 150 países del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Este Índice se elabora tomando en cuenta el nivel educativo, la renta disponible y la esperanza de vida. Euskadi ocupa el puesto 14 sobre 150 países. El Producto Interior Bruto per cápita hace diez años era de 28.400 euros, hoy es de 32.900, por encima de la media europea. El gasto por alumno en Educación no universitaria ha pasado de 6.580 euros a 7.330 euros. El gasto en Salud, de 2.730 euros por persona, a 3.550 cuando en Europa es de 3.220. El gasto en Protección Social por persona, era de 7.930 euros hace una década, hoy es de 9.970, en Europa es 9.540. La cuota de Energías Renovables ha avanzado del 12 al 16%, en Europa 21%. La reducción de Gases Efecto Invernadero ha crecido del 26 al 35%, Europa está en el 27%. El desempleo en 2013 era del 16,6%, hoy 7,4%. En fin.

Respecto a Osakidetza también dio datos: en seis meses el compromiso es recuperar los 65 días de demora media en intervenciones quirúrgicas, bajar de los 30 días de espera para pacientes oncológicos, y bajar de los 90 días para cirugías cardíacas. El compromiso en Atención Primaria es claro: bajar en los próximos seis meses de las 48 horas de espera y elevar la presenciabilidad del 61% actual al 70%, logrando un mayor equilibrio entre citas telefónicas y presenciales. Con el fin de avanzar en estos objetivos, se realizará una inversión de 1.200 millones de euros en ocho años para renovar centros de salud y adquirir nuevos equipamientos médicos. El objetivo es que siga siendo un sistema de salud público de referencia, cercano y de calidad, y que el usuario sienta que está recibiendo el mejor servicio posible. Una Osakidetza convertida en argumento principal de desgaste del Gobierno Vasco por parte de la oposición donde la legítima labor de control se ensucia por la repetición de latiguillos repetidos que no buscan precisamente mejorar su gestión como alimentar una sensación de desamparo y malestar para utilizarse como pura herramienta electoral. Su pretendido desmantelamiento y privatización la desmienten los datos. Es igual. El presupuesto de Osakidetza es el que más gasto dedica por habitantes del Estado, y dedica un 6% a conciertos con el sector privado mientras la media del Estado es del 8,76% y la autonomía catalana supera el 23%. Se achaca la falta de médicos al no ofrecerles buenas condiciones laborales cuando se oculta y no se dice que Osakidetza ofrece los salarios más altos del Estado para los médicos de familia y que dedicando a la salud el mayor gasto por ciudadano el 54% de ese gasto va a pagar los sueldos de los profesionales; también el porcentaje más alto del Estado donde la media no llega al 46% de los recursos. En fin.

Pues bien, en fin, al día siguiente, tan sólo 24 horas después de que el lehendakari se comprometiera a garantizar la calidad de los servicios públicos en el tramo final de su mandato, los sindicatos vascos, excepto UGT e Interinoak, convocan dos días de huelga para los alrededor de 150.000 trabajadores del sector público el 25 de octubre y 19 de noviembre. Una huelga que plantea reivindicaciones maximalistas y que incluyen exigencias que no son competencia del Gobierno Vasco. Y, es más, para el 24 de octubre, víspera del 25, se convoca otra huelga en la enseñanza pública de la que se desmarcan esta vez tanto UGT como LAB. Antes de cualquier consideración manifiesto mi respeto al derecho a manifestarse y hacer huelgas. Manifiesto, por lo tanto, mi respeto a los sindicatos en su legítimo derecho a reclamar mejoras laborales. Laborales digo. Laborales, insisto. Hago mías las palabras de Andoni Ortuzar “es triste que ésta sea la respuesta al ofrecimiento de diálogo y de mejora de los servicios que formuló el lehendakari Urkullu en el debate de política general. Alguien se estará frotando las manos”. Pues sí.

Pues sí. Sorprende las llamadas a dichas huelgas y movilizaciones con argumentos que a uno le extrañan y que le hacen pensar en otro tipo de fines e intenciones. Los sindicatos convocantes justifican el llamamiento a los dos días de huelga debido al deterioro notable de la calidad de los servicios públicos y el empeoramiento de las condiciones laborales de los empleados públicos. Los sindicatos convocantes no sólo denuncian la calidad de servicios y de condiciones laborales sino que incorporan una quincena de reclamaciones y plantean reducciones de jornada hacia la semana laboral de 32 horas, exigen un incremento salarial del 10% (en lo que se refiere al Gobierno Vasco, Diputaciones y Ayuntamientos) y el reconocimiento de deuda sobre el poder adquisitivo perdido. Se pide una subida del 10% cuando esa subida la establece el Gobierno español por Ley para todo el Estado. Este año concretamente la subida para todos los funcionarios ha sido del 2,5 %. Por lo tanto, ¿ese aumento lineal salarial es legal y posible? No. ¿Se decide en Euskadi? No. ¿Dónde se ejecutan y deciden esas subidas y esas partidas? En Madrid ¿Lo saben los sindicatos? Sí. Los sindicatos saben perfectamente que existe una limitación para la subida de salarios en la función pública determinada por una ley para todo el Estado según el acuerdo interanual alcanzado por CCOO (uno de los convocantes), UGT y el Gobierno español para los años 2022-2024. Esta subida es de aplicación en todas las CCAA, lo saben los sindicatos. Pero es igual. En fin.

Entre las medidas sobre el empleo sobresale la reclamación de que la temporalidad se reduzca por debajo del 8% y que se reviertan los servicios privatizados con la subrogación de los trabajadores que los prestan en la actualidad. Es sabido que la administración vasca tiene el compromiso de reducir al 8% la temporalidad y ya viene adoptando medidas, OPEs, convocatorias varias y procesos diversos de consolidación de puestos. Pero sigue siendo igual, sí. En fin.

Recapitulemos, responsables sindicales adelantaron un otoño caliente. Cronograma diseñado. No peco de conspiranoico, pero no tengo tendencia alguna a creerme a pies juntillas casualidades temporales. Hay una reivindicación que me ha llamado la atención, la cual es instar a los partidos políticos vascos con representación en Madrid (¿PNV/BILDU?), que posibiliten acordar estrictamente en el ámbito vasco salarios y necesidades de empleo en lugar de las Cortes españolas. ¿Creen los convocantes que es realista lograr que salarios y número de empleados públicos se decidan, hoy y ahora, en Euskadi? Y lo anterior me da pie a una reflexión de cara a las próximas elecciones autonómicas en Euskadi. ¿Cómo se entiende que en Euskadi, pese a tener las mejores condiciones laborales del Estado, se realicen más del 56% de huelgas? ¿Por qué no el mismo llamamiento de huelgas en Navarra con parecidas reivindicaciones? ¿Por qué sí en la CAV y no en Navarra? ¿Existen condiciones objetivas mejores en Navarra que impidan la hiperventilación sindical existente en la CAV? Quizás alguien deduzca lúcidamente que en Navarra ya se realizaron las elecciones que posibilitaron el actual gobierno con su apoyo político correspondiente, y que en cambio en la CAV las tenemos cerca. He ahí la cuestión. Premeditación y agitación, dar impresión de que poco va bien y mucho mal. “En fin”.