El Tour salió desde Euskadi y recorrió Araba, Bizkaia y Gipuzkoa antes de pasar a Lapurdi. Se ha hablado mucho de la gran afición vasca inundando las carreteras, se han proyectado nuestros paisajes en todo el mundo. Y ha sido emocionante ver la marea de ikurriñas poniendo color a todos los kilómetros de cada etapa.
Se ha hablado menos del apagón informativo impuesto por los medios españoles, seguramente porque tenían grandes problemas para esconder las miles y miles de ikurriñas. Pero, también, porque las etapas del Tour han sido organizadas y financiadas, en exclusiva, por las instituciones vascas, que han contado, además, con la colaboración de cientos de personas voluntarias. Sin necesidad alguna de ministros o de reyes.
La izquierda abertzale ha querido aprovechar la ocasión para marcar su impronta. Y lo ha hecho con la bandera navarra. Partiendo del máximo respeto a Nafarroa y a su bandera, sí que merece algún comentario este empeño de la izquierda abertzale en relativizar la simbología vasca. Empezaron sustituyendo a Euskadi por Euskal Herria. Siguieron por negar carácter nacional a la selección de fútbol de Euskadi, que tuvo que cambiarse a “Euskal selekzioa”. Han escondido la palabra “abertzale”, aunque la usan si les conviene. Y, por lo que hemos visto, la ikurriña ya no les vale si no va acompañada por la bandera de Nafarroa.
La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué? Pues porque son conceptos y símbolos “sabinianos” –se lo hemos oído a algún tertuliano con caché–; y es que, evidentemente, lo son. Sabino Arana fue el primero en reivindicar la nación vasca con sus seis Territorios y, por eso, tuvo que poner nombre a la nueva realidad política, Euskadi. Y creó una bandera, la ikurriña, para que fuese símbolo del Pueblo Vasco como entidad política. Y llamó “abertzales” a quienes defendemos que tenemos una única causa política nacional: la vasca.
La izquierda que ahora se dice soberanista, para regocijo de muchos cuya causa nacional es la española, demuestra tener un especial empeño en desposeer de valor a los símbolos de la causa nacional vasca. Dicho todo lo anterior con el máximo respeto a la bandera de Nafarroa y a las de Zuberoa, Lapurdi, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, territorios, todos ellos, representados por la ikurriña. Porque, si no, ¿a qué viene el acoso político-judicial, todavía reciente, contra la ikurriña en Nafarroa?
Probablemente, el trasfondo de esta estrategia en concreto –como de otras muchas que tiene activas EHBildu– es la permanente y progresiva relativización y deslegitimación de todo lo construido por el PNV, también lo de hace 128 años. Esta estrategia es tan amplia y tan variada que cuesta hasta analizarla. Y de eso se valen para imponernos sus marcos mentales.
Justo la víspera del Tour, celebramos en Juntas Generales el debate de investidura de la que ya es la primera mujer en ostentar el cargo de diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza. Sin duda, la mejor diputada general para los próximos cuatro años.
A EH Bildu no le gustaron nada los argumentos del PNV y nos acusó de movernos “en el barro”. Resulta que EH Bildu se vale de todas las técnicas del populismo contra el PNV pero si alguien del PNV les suelta un par de verdades, se está “moviendo en el barro”. Otra de las muchas asimetrías con las que actúa el populismo: colocan al PNV “en el barro” y hacen como que EH Bildu levita preguntándose a qué huelen las nubes, siendo ambas cosas inciertas. Para barro, el impresentable video que Otegi dijo ser “un error” pero que siguen manteniendo en la red.
¿Qué es lo que no les gustó? Básicamente, que negáramos el relato que EH Bildu ha impuesto urbi et orbi desde la misma noche electoral, su falacia ad nauseam. Esa que repiten como una letanía, el falso acuerdo con el PP. De hecho, el argumento que utilizan es dual: por un lado, pretenden ganar un plus de legitimidad para sí mismos afirmando incesantemente haber sido elegidos “por el pueblo” para gobernar. Por el otro, cada vez que mienten al afirmar que existe un acuerdo con el PP, intentan restar legitimidad al PNV.
Ante las estrategias del relato populista de EH Bildu, estamos obligados a reivindicar nuestra absoluta legitimidad democrática y la de nuestro modelo político para Gipuzkoa, alternativo al que EH Bildu que representa. Solo faltaría que, encima, nos dejemos poner la mordaza.
EH Bildu obtuvo 22 escaños; con los 2 de Podemos, 24. Los del PNV y los del PSE sumaron 24 y unos miles más de votos. EH Bildu –al igual que la izquierda abertzale de toda la vida– sigue confundiendo “el Pueblo” con sus votantes. Y, siendo muchos sus votantes y mereciendo todo el respeto, no está de más recordarles que hay “mucho Pueblo” más allá de los votos de EH Bildu.
En el pleno de investidura, la que ya es diputada general, Eider Mendoza, defendió un amplio y bien trabajado programa de Gobierno que pone a las personas en el centro. Un programa acordado con el Partido Socialista, único partido con el que el PNV tiene acuerdo. Por cierto, ha quedado en evidencia, una vez más, la incapacidad estructural de EH Bildu para llegar a acuerdos de contenido con alguien.
¿Y el programa de EH Bildu? 14 páginas que nadaban en la nada. Nunca nadie ha logrado tantos votos con un programa más vacío. Un mérito que no esconde el hecho de que carecen de proyecto para gobernar Gipuzkoa. Su programa se puede resumir así: “otro modelo” en política industrial, “otro modelo” en política de cuidados, “otro modelo” en lo que sea. Y si alguien preguntara en qué consiste ese “otro modelo”, la respuesta sería en “un modelo alternativo” y tal.
En lo que sí tienen habilidad es en hacer diagnósticos. Siempre diagnósticos “en negro”, cargando las tintas en la negatividad. El populismo también se basa en crear relatos para proyectar desesperanza y pesimismo. Y EH Bildu lo hace sin cesar: lo han hecho con Osakidetza –precisamente, acabo de leer que la demora en la atención primaria es la menor del Estado, quién lo diría, ¿eh? –. Lo hicieron incesantemente durante la pandemia. Lo hicieron con la supuesta quiebra de Bidegi. Lo hacen con el modelo de cuidados guipuzcoano, probablemente de los mejores, sino el mejor, del Estado. Lo hacen con todo. Y si tienen que faltar a la verdad, mienten. Proyectan negatividad y luego ofrecen su solución mágica: “otro modelo”.
Pero, cuando gobernaron en Diputación, ya llevaron a la práctica ese “otro modelo”. Mucha gente se acuerda. También ellos lo recuerdan y, por eso, durante toda la campaña, han escondido cuidadosamente aquel Gobierno foral de Bildu, que iba diciendo por las esquinas aquello de “¡lo estamos haciendo bien!”. Costará dar con un partido que haya ocultado tanto su paso por el gobierno.
Olvidar interesadamente el pasado y machacar con lo de que el PNV es de derechas centra su relato político. Sin embargo, las políticas del PNV siempre han sido progresistas. No porque seamos de izquierdas sino porque somos abertzales y porque nuestro objetivo político es lograr hombres y mujeres libres en una nación libre. De hecho, ¿cómo se mide lo de ser o no ser progresista? ¿Votando, acaso, todas las leyes de reconocimiento de derechos de esta pasada legislatura en el Congreso? Las hemos votado afirmativamente. Viniendo a Euskadi: ¿dónde hay mejores servicios y políticas sociales que aquí? En ningún sitio.
Estigmatizar al PNV diciendo que es “de derechas” les ha servido para intentar deslegitimar nuestro derecho a presentar candidatura para gobernar Gipuzkoa –y les sigue viniendo bien para su relato en la campaña para Madrid-. Y el relato de Bildu ha llegado al paroxismo con el trolero “pacto con PP-Vox”. Nunca nadie ha hecho más publicidad a la extrema derecha española en Gipuzkoa que EH Bildu.
Y no, el PNV ni tiene ni ha tenido pacto alguno con el PP. La decisión fue propia y exclusiva del PP, que tenía dos opciones ante el empate entre candidatas: abstenerse y hacer diputada general a Maddalen Iriarte; o dar un voto a Mendoza, como anunció Feijoo, para seguir atacando a Pedro Sánchez por el flanco de EH Bildu –lo cual, por cierto, le viene muy bien a la estrategia electoral de EH Bildu, de hecho ambas formaciones se retroalimentan–.
Ni pacto con PP-Vox, ni pacto con el PP a secas. Una mentira por mucho que se repita mil veces no se convierte en verdad. Ni siquiera en los tiempos de la posverdad y Twitter. Y lo saben. Pero no les importa. Y a eso, como poco, se le llama cinismo.
La legislatura no será fácil porque estamos en minoría. Si EH Bildu hubiera logrado la Diputación, también estaría en minoría. Cuando en la Diputación Foral gobernó Bildu, el PNV hizo oposición, es verdad, pero también posibilitó tres de los cuatro presupuestos de la coalición por la simple razón de que somos abertzales y entendemos la política por el bien del pueblo y no el bloqueo por el bloqueo. Esperamos que los próximos años sean tiempo de entendimiento, por el bien común de todos y todas las guipuzcoanas.
Para terminar: ya estamos otra vez en campaña. Una campaña polarizada entre un Pedro Sánchez que ha incumplido los acuerdos que teníamos y ha atacado nuestro autogobierno y un Feijoo que se muestra descaradamente recentralizador. Es manido decir eso de “más que nunca” pero creo que, más que nunca, tenemos que votar por la buena política y por defender la voz de Euskadi: Euskadik behar zaitu! Bozkatu EAJ-PNV.