Hce unas semanas tuve ocasión de hablar con unos viejos amigos en torno a una buena mesa. Un encuentro hermoso. Cada día valoro más estos encuentros con amigos en los que hablamos de esto y aquello —que diría D. Miguel de Unamuno—, encuentros donde a menudo sale a relucir el tema político.

Un debate de color político.

En la sobremesa, se me acercó y pude hablar un buen rato con uno de ellos, a quien llevo más de treinta años de edad de diferencia. Me dijo de pronto: “No es posible que sigamos así. No es posible que, como creo que tú mismo dices, permitir el PRI Vasco con el PNV siempre ganando, siempre en el poder, salvo aquel año en el que los jueces no permitieron que se presentara Herri Batasuna (con la denominación que fuera) a las elecciones y pudieron conformar un gobierno del PSOE con el apoyo del partido popular”. Recuerdo que en aquella ocasión escribí un artículo largo en el que defendía la posibilidad de que fuera una legislatura con dos lehendakaris, a rotación: uno del PSE-EE y otro del PNV. La idea no cuajó, y mi amigo, nacionalista como yo, aunque él quizás más radical, me decía que hasta cuándo vamos a tener a Batasuna en el limbo de los injustos sin que gobierne, él también, puesto que es el segundo partido más votado en Euskadi (lo que se confirmó en las encuestas del 27 de marzo pasados), y, sin embargo, “erre que erre”, estamos formando gobiernos del PNV con el PSOE.

Claro que, añadió mi amigo que, al menos en Gipuzkoa, ya habíamos tenido la experiencia de un Diputado general de Batasuna y de un alcalde del mismo color político en Donostia, a quienes no se les volvió a votar sencillamente porque defraudaron para muchos, cuando estuvieron en el poder. Pero, continuó mi amigo, todos tienen derecho a una segunda oportunidad cuando, como es el caso, obtienen un número importante de votos y podrían formar un gobierno con el PNV. Así tendríamos un gobierno nacionalista que correspondería mejor a la sociología electoral de la sociedad vasca, sin la menor de las dudas en Gipuzkoa y Bizkaia y probablemente también en Araba.

Me vio escéptico y de alguna manera como intentando mantener la actual situación de la coalición PNV-PSE en el poder del GV y de las tres Diputaciones Forales, así como en las tres capitales de la CAV, y que debiéramos trabajar para que Uxue Barcos volviera a gobernar Navarra. Todo esto me impulsó a escribir el presente artículo.

Tres coaliciones posibles en la CAV.

En la actualidad, veo tres gobiernos posibles en la comunidad Autónoma Vasca: un gobierno liderado por EH Bildu con la complicidad del Partido Socialista, una coalición conformada por el PNV con el apoyo de EH Bildu, y la mayoritaria coalición actual conformada por el PNV y el PSE-EE. Veamos las ventajas e inconvenientes de los tres modelos de gobierno, vistos por un sociólogo que intenta ser independiente de sus convicciones políticas, las de un nacionalista vasco moderado

1. La coalición EH Bildu con el PSE-EE ya podría darse en este momento. Las cifras lo permiten, luego es, estadísticamente hablando, posible. Si no lo es, se debe, de entrada, a la gran distancia ideológica, y sobre todo histórica, entre EH Bildu y el PSE-EE, en la actualidad por mayores reticencias de esta última. Aunque en Madrid el PSOE acepta sin rubor los votos de EH Bildu. La mayor virtud de este gobierno residiría en superar el riesgo del PRI Vasco en base a un PNV mayoritario y muy extendido en toda la Comunidad Autónoma vasca. Gobernarían en Euskadi quienes nunca lo han hecho de forma suficiente, aunque sería un gobierno de “segundones”, además mal avenidos entre sí. Por otra parte, aunque este gobierno tendría el apoyo de Podemos, no contaría con el de la sensibilidad mayoritaria de Euskadi, la que representa el PNV. Yo no veo posible a corto plazo está fórmula de gobierno, pero sí, quizá, tras una o dos legislaturas, o una generación, al menos.

2. La coalición conformada por el PNV y EH Bildu daría una gobernanza totalmente nacionalista. Y, si en la CAV el nacionalismo es nítidamente mayoritario a lo largo de los últimos 45 años, desde que hay elecciones libres, no puede decirse lo mismo en Navarra, que requiere tratamiento propio. Quizá en otra ocasión. Además, los dos nacionalismos, el del PNV, y el de EH Bildu son muy distintos entre sí. El del PNV, centrado, posibilista, hace décadas hubiera dicho de base demócrata-cristiana, que en la actualidad solamente subsiste en las personas de cierta edad. El PNV es reformista; EH Bildu revolucionario, aunque ya no apueste por métodos violentos. Su último modelo es el bolivariano, aunque ya mitigado y en parte difuminado. EH Bildu ya no tiene entre sus objetivos inmediatos, aunque irrenunciables, la creación de un Estado Vasco, independiente, socialista, euskaldun y conformado por los siete herrialdes. Pero es un movimiento, devenido partido, revolucionario- posibilista y con una dimensión temporal a largo plazo.

EH Bildu busca superar su pasado de apoyo y glorificación de ETA, cuyas acciones terroristas nunca ha condenado, contando, precisamente, con el paso del tiempo, y el olvido o desconocimiento de los más jóvenes, único sector de la sociedad vasca que le otorga sus preferencias sobre las demás formaciones políticas, PNV incluida. Por otra parte, su posibilismo aparece en su apoyo al gobierno de Sánchez, cuando hace décadas criticaban que el PNV fuera al Parlamento de Madrid. Claro que los simpatizantes de EH Bildu también han cambiado, aunque mantienen el objetivo primigenio de desbancar al PNV, como el partido con mayor apoyo electoral en la CAV.

3. Queda la coalición que sigue gobernando la CAV desde hace décadas, PNV y PSE. A día de hoy es la coalición que prefiero. La CAV está en España, y así como el PNV es la formación más votada en la CAV, el PSOE, donde se integra el PSE, lo es en España. Recuerdo cómo un día en Deusto me topé con Xabier Arzalluz y, tras una pregunta mía de con quién gobernar, me contestó que “con quién más réditos saquemos para Euskadi” (cito de memoria). Conviene no olvidar que los vascos de la CAV somos, en número, menos que medio Madrid capital.

No nos conviene estar enfrentados a los más poderosos, sino manteniendo nuestra idiosincrasia, afianzándola lo más posible, participar con nuestro peso - más allá del meramente demográfico, pues tenemos otras potencialidades -, en el comercio de los pueblos que nos son más próximos. Por eso me parece imprescindible crear lobbies, como el reciente del eje Atlántico con Cantabria, Asturias y Galicia.

No puedo ni quiero no mentar la importancia de nuestra relación con Navarra e Iparralde, relaciones no fáciles, ciertamente. Sé, por experiencia personal en mis estudios, la complejidad de llevar a cabo investigaciones conjuntas de los siete herrialdes vascos. Los de la CAV y Navarra acabaron financiados por los recursos que conseguía la universidad de Deusto y el de Iparralde gracias a un contacto personal con un reputado sociólogo de la universidad de Burdeos, que llevó a cabo el trabajo de campo en Iparralde y nos ofreció los resultados a Deusto.

¿La independencia?, ¿un Estado propio?

Eso está bien me dijo hace bastantes años Jordi Pujol, pero “si se tiene la fuerza suficiente para lograrlo” añadió, y me espetó esta pregunta, ¿entre Uds., los vascos, cuantos están a favor de la independencia frente a los poderes francés y español? No recuerdo la cifra que le di, pero, a tenor de datos recientes, no llega al 25% el porcentaje de vascos que apoyan, hoy, la independencia, mientras que el 31 % lo apoyaría “según las circunstancias” y el 41 %, hoy, estaría en desacuerdo con la opción independentista. (Véase la tabla de la página 21 del Sociómetro Vasco de febrero de 2023, donde nos muestran la evolución desde 1998 de la opción independentista en la CAV). ¿Se pueden alterar, en el tiempo, esas cifras? Si, por supuesto, pero no mañana, ni pasado mañana. Y más allá, nadie sabe nada.

Terminando

Euskal Herria es el pueblo de los vascos. Si no lo dejamos diluirse en el magma arrollador de los estados, habrá de avenirse a mantener la mejor relación posible con ellos. Por otra parte, hay que acrecentar los lazos con los vascos que residen a lo largo y ancho del planeta, especialmente en América Latina. Euskal Herria no debe ser solamente el pueblo de los vascos sino su casa común, respetando las singularidades que la historia ha generado. Por ejemplo, no cabe decir, como decíamos hace varias décadas, “Nafarroa, Euskadi da”. Nafarroa, como Iparralde y como los tres Herrialdes de la CAV tienen su propia personalidad, irrenunciable y que debemos respetar. Debemos trabajar, quienes nos sintamos vascos y trabajamos por su futuro, en el respeto a cada Herrialde, para que todos nos sintamos participes de Euskal Herria. Gure esku dago! l