Irlanda del Norte vuelve a ser centro de atención porque, por primera vez, el Sinn Féin se encuentra en condiciones de gobernar, después de tantas tensiones durante gran parte del siglo XX. No está de más utilizar los términos pro-británicos y pro-irlandeses, o unionistas y republicanos, para definir la confrontación, porque tradicionalmente se ha considerado producida entre católicos y protestantes, y es pertinente dar un giro a la denominación del conflicto. Ha habido tiempos, ciertamente, en los que se suponía que las creencias religiosas y políticas eran las mismas, pero esos tiempos han cambiado, aunque a veces no lo parece.

Cuando Enrique VIII se proclamó, en 1534, como Jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra, tal decisión significó un enfrentamiento con el catolicismo y un inicio de la represión a nivel interno contra quienes no lo aceptaron. Dos años después, el Parlamento irlandés lo nombró jefe de la Iglesia de Irlanda.Y a pesar de que la mayor parte del clero y algunos obispos se opusieron, la nueva Iglesia de Irlanda, como Iglesia oficial, vinculada al anglicanismo, contó con ventajas políticas y económicas. Inglaterra ya había iniciado una represión del catolicismo en su propia casa contra abadías, clero…, pero en Irlanda parte de la población se resistió y puso en valor la bandera del catolicismo. Con el tiempo, comenzaron a llegar, especialmente a la región del Ulster, colonos ingleses anglicanos y escoceses presbiterianos calvinistas y, mientras la minoría de habla inglesa quedó adherida a la Iglesia de Irlanda o al presbiterianismo, una amplia mayoría de habla irlandesa siguió siendo fiel a la liturgia latina de la Iglesia católica.

En la Guerra de Irlanda, que comenzó con un conflicto entre irlandeses nativos y colonos anglo-escoceses, se produjo una masacre de colonos en la Rebelión de 1641. Este hecho ha estado presente en el ideario de los pro-británicos, durante siglos, para justificar algunas actuaciones en Irlanda, como las masacres de Cromwell en 1649, aunque era un ataque contra los realistas, contra la Confederación Católica que había gobernado dos tercios de Irlanda desde la rebelión, e incluso contra los escoceses presbiterianos del Ulster, que se sentían a un lado desde la ejecución del rey. Tras la muerte de Cromwell, Carlos II y Jacobo II favorecieron los intereses católicos, pero Guillermo de Orange resucitó la política anterior.

Cuando en 1776 las colonias inglesas de América se sublevan e inspiran a los irlandeses, Inglaterra afloja su actitud y permite a los católicos irlandeses “heredar y hacer leyes”, lo que mejora algo la situación. En 1783 se reconoce al parlamento de Irlanda el derecho a legislar, pero en 1800 se promulga el Acta de Unión, por la que se une el Parlamento irlandés al británico. Esta pérdida de identidad supuso, sin embargo, que, unos años después, Daniel O’Connell fuese admitido en 1828 como diputado en Westminster donde, entre otros logros, quedaron abolidos los diezmos que la población católica debía pagar a la Iglesia de Irlanda.

En 1912 hay nuevo Parlamento irlandés con poderes limitados, y entre 1919 y 1921 se desarrolla la Guerra de independencia irlandesa, como una guerra de guerrillas entre el IRA, ejército republicano irlandés, y las fuerzas de seguridad británicas en Irlanda. El Sinn Féin y el gobierno de Lloyd George llegaron a un acuerdo y, en 1922, Irlanda del Sur obtiene la independencia, e Irlanda del Norte queda en el Reino Unido. Cuando Belfast se industrializó en el siglo XIX, atrajo a más inmigrantes de Inglaterra y también de Escocia.

En 1968 la policía reprime una manifestación republicana pacífica en Londonderry, se producen protestas y enfrentamientos, y se despliega el ejército británico en la zona. En 1970, el IRA atenta contra los militares y la respuesta de los paramilitares probritánicos afianza el muro que se iba levantando entre ambas comunidades. La tensión aumenta tras la represión del domingo sangriento en enero de 1972 en Londonderry, donde murieron catorce manifestantes a manos del ejército británico. En marzo de ese año se disuelve el Parlamento norirlandés y Londres administra el gobierno. Después de tres décadas en las que murieron más de 3.500 personas a consecuencia de la violencia, también en suelo británico, los acuerdos de Viernes Santo, en 1998, entre el gobierno británico y el irlandés, aceptado por la mayoría de los partidos políticos norirlandeses, supusieron una nueva etapa. Pero, aunque actos terroristas y asesinatos sectarios acabaron hace años, el conflicto ha dejado una gran huella, y hasta las nuevas generaciones, que no vivieron los años de violencia, son víctimas de los actos ocurridos en el pasado.

Conviene recordar, también, que la Iglesia de Irlanda hoy, que tiene en torno al 70% de sus miembros en Irlanda del Norte, se vincula a la Iglesia anglicana descrita como anglocatólica, acepta la ordenación sacerdotal y episcopal de mujeres, está inmersa en debates sobre la sexualidad humana, y actualmente está creciendo debido a inmigrantes de excolonias del imperio británico en África, pero también hay personas conversas provenientes del catolicismo, incluso clérigos ordenados por la Iglesia católica que se han unido al clero de la Iglesia de Irlanda, y no por motivos relacionados con el conflicto político. No deja de ser significativo, también, que hay clérigos ingleses anglicanos, casados, que se han adherido a la Iglesia católica, y continúan con su ministerio, aunque éstos provienen de sectores más conservadores.

Por su parte, el presbiterianismo de Irlanda agrupa a bastante más de doscientos mil personas y su inicio se remonta a 1610. Durante el reinado de Jacobo VI de Escocia, un gran número de presbiterianos escoceses emigraron a Irlanda. En 1642 se creó el presbiterio del Ulster y su situación en Irlanda ha tenido diferentes vaivenes, dependiendo de la coyuntura política, pues en ocasiones sus ministros recibieron estipendios reales, y disfrutaron de libertad religiosa, pero, como toda la ciudadanía, debía pagar los diezmos a la Iglesia de Irlanda.

Aunque, quizá, la figura de Ian Paisley es la que más ha influido para que se versione el relato como un conflicto entre católicos y protestantes. Había sido ordenado en la Iglesia Presbiteriana Irlandesa, pero en 1951 dirigió una facción fundamentalista para formar la Iglesia Presbiteriana Libre de Ulster, que cuenta con más de 10.000 miembros. Su ira se centró en un principio contra la Iglesia Presbiteriana de Irlanda, pero fue más intensa contra la Iglesia Católica Romana. A mediados de 1970, Paisley simbolizaba el unionismo desafiante e incendiario en Irlanda del Norte. Bajo su liderazgo, el DUP, Partido unionista democrático, fundado por él mismo, se retiró de varias negociaciones de paz, incluida la del Acuerdo del Viernes Santo, aunque su posición se moderó a mediados de la década de 2000. En 2007 fue Primer Ministro de Irlanda del Norte junto a McGuinness, y ese nombramiento provocó que le obligaran a dejar la función de moderador de la Iglesia, después de 50 años en el cargo, por haber negociado con terroristas y porque de su cargo dependía la oficina responsable de preservar los derechos LGBT ¡Qué vueltas da la historia!

A pesar del acuerdo del Viernes Santo de 1998, en Irlanda del Norte han muerto desde entonces más de 160 personas a causa de la violencia, aunque grupos comunitarios y trabajadores sociales se han esforzado en mejorar la situación. También han resurgido algunos brotes tras el brexit, aunque es posible que las protestas tengan más que ver con quienes se consideran ciudadanos de segunda respecto a la clase media y no respecto a los proirlandeses.

El caso es que el Sinn Féin, brazo político del IRA, ha ganado las elecciones, pero no podrá gobernar si los unionistas del DUP, según los acuerdos de 1998, no comparten el gobierno, y se oponen firmemente al protocolo del brexit, mientras crece el partido de la Alianza de Irlanda del Norte a 17 escaños, partido muy poco partidario de la confrontación entre probritánicos y proirlandeses.

No es baladí el hecho de que, hoy en día, la reina de Inglaterra ostenta la jefatura de la Iglesia anglicana, el Gobierno británico nombra al obispo de Canterbury, y es algo más que una anécdota que el primer ministro de este Gobierno, Boris Johnson, es católico, y casado por la Iglesia con una católica, en un país en el que hay más de cinco millones de católicos, y la colaboración entre la confesión anglicana y la católica es interesante desde hace años, pues los tiempos han cambiado. ¿Confrontación católicos-protestantes?

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