Hace unos días, a iniciativa del embajador de S.M. el Rey de los belgas en España D. Pierre Labouverie, y en su madrileña residencia, se celebró un acto académico para homenajear al médico y anatomista bruselense Andrés Vesalio (1514-1564) en el quinto centenario de su nacimiento y el 450 de su muerte.

El encuentro tenía además una particularidad significativa para nosotros los vascos, habida cuenta que se presentaba el libro que sobre Vesalio acababa de escribir, fruto de una laboriosa investigación de varios años en archivos españoles y belgas, el médico donostiarra Dr. José María Urkia Etxabe, editado por la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco, cuyo Decano, Dr. Hilario, clausuró el acto.

Acompañaron al Prof. Urkia el diplomático belga destinado en Copenhague, Theo Dirix, investigador y estudioso del personaje y el catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad de Cádiz, Dr. Francisco Herrera, que se definió como “telonero” de Urkia en el evento.

Entre el escogido grupo de asistentes invitados, investigadores de la Historia de la Medicina, Veterinaria y ciencias afines, junto al personal de alto rango de la Embajada.

Los ponentes que arroparon a Urkia trasladaron a los asistentes las aportaciones en la revisión y actualización de la obra de Vesalio que se están llevando a cabo en este momento en Lovaina, Amberes, Bruselas, Basilea, Irlanda (Cork), San Marino, Alemania (Wesel), Estados Unidos (Utha, Filadelfia, Denver), Canadá (Alberta), Portugal, algunos países latinoamericanos y la isla griega de Zakynthos, junto al Peloponeso, donde falleció a su regreso de Jerusalén y donde reposan sus huesos. Como ocurre en Madrid con los de Cervantes, tratan de identificarlos.

En España, a pesar de que fuera el médico de Felipe II, residiera durante cinco años en la Corte (1559-1564) y tuviera una nutrida clientela de nobles, nada de nada. Tampoco es de extrañar, si la preocupación del momento en la Corte es la vestimenta de los Reyes Magos en su cabalgata y acaban de nombrar a un Presidente del Congreso, cuyo único título conocido es el de conductor de ambulancias y a una Vicepresidenta, la del caldito con huesos de cerdo, incapaz de acabar Derecho.

Andrés Vesalio era hijo del boticario del emperador Carlos V. Estudió en Lovaina y París donde coincidió en la bancada de estudiantes -y sustrayendo huecos en el cementerio de los Inocentes- con Miguel Servet. Se doctoró en Padua, donde sería nombrado inmediatamente profesor de anatomía, y su primera iniciativa fue la de romper con el método didáctico existente hasta entonces, abandonando la cátedra para bajar y situarse junto al cadáver, disecando y mostrando por sí mismo los músculos, tendones, nervios, huesos u órganos a los que la lección del momento se refería, completando además con dibujos, lo que en el cadáver era difícil de observar. Aunque esto hoy perezca lo más normal, supuso entonces un cambio tan importante que impresionaría a sus colegas docentes y a los propios estudiantes. Basó sus estudios anatómicos en la observación directa, con lo que pudo rechazar docenas de errores anatómicos presentes en la obra de Galeno y fundó lo que hoy denominamos la anatomía moderna. Fue autor, entre otros, del libro De humanis corpore fabrica, en donde evidencian junto a sus conocimientos anatómicos, sus habilidades como dibujante. Vesalio no sólo enseñó más y mejor la anatomía, sino que también enseñó a hacerlo de otro modo, de una manera totalmente renacentista.

Acompañó a Carlos V y Felipe II en sus campañas militares, como médico particular, con lo que pudo adquirir conocimientos excepcionales de cirugía, llegando a ser una de las figuras universales más relevantes de la investigación médica de todos los tiempos.

Los belgas, que fueron pioneros en Europa en su densa red de ferrocarriles, se sienten muy orgullosos de sus autopistas iluminadas y gratuitas y de sus mil doscientas cervezas originales, con la particularidad de que la mayoría tiene su copa, vaso o recipiente en exclusiva. De todo ello doy fe. Y añado, de su reconocida hospitalidad, de la que el Embajador hizo gala con motivo del evento vesaliano. Pero me interesa resaltar otro detalle: la sensibilidad mostrada por el Gobierno de Bélgica en su país y por su Embajador en España para, reconociendo la obra de su compatriota, honrarle como se merece.

Me habían advertido que no hay evento social, político, cultural e incluso deportivo que pretenda ser cool en Madrid al que no acuda algún invitado con un bebé o con peinado rasta. Tenía previsto ir acompañado de mi nieta Lore de cinco meses. Un problema logístico de última hora lo imposibilitó. Ya en la capital del Reino, me informaron que los alquileres de bebés y de pelucas rastas, estaban por las nubes. Desistí y opté por el protocolario traje oscuro, dress code formal, propio de esas reuniones y que además, exigía la invitación.