JuANITO, el desnutrido y huelguista preguntón, sabía que el jueves sería un día especial. Aunque no como antaño, cuando soldados y trabajadoras de hogar (antes sirvientas) acomodaban sus manos sobre sus deseos. Sí, en el parque. Tal y como se ha venido haciendo, cada día, desde tiempos remotos. Muy remotos. Entonces vivía Franco.

Juanito tenía marcado en rojo el calendario. El 1 de agosto de 2013 significaba algo más que una fecha para Juanito. Era un desafío a su memoria. A duras penas recordaba lo ocurrido con motivo de la última huelga general. A duras penas recordó que ni antes, ni durante, ni tampoco después ocurrió nada que destacar en su calendario.

Pero el 1 de agosto de 2013 era otra cosa.

A Juanito le dijo su padre que ese día se sabría toda la verdad de lo que había ocurrido entre un extesorero y una nutrida representación del partido que dirige, con más desatino que voluntad, la templanza de los presuntos. Los presuntos aparecen templados, encorbatados, agigantados, sin bochorno alguno en su rostro.

¡Sálvese quien pueda!, gritó al aire el eco de la caja fuerte.

Se acerca el tiempo. Apenas quedan horas. El nerviosismo cunde. Las frases amables de ayer hoy solo son unas palabras de esas que nadie pondría en boca de nadie. Se invoca a las manos en el fuego y a la familia. (Antaño, mucho antes de que naciera Franco, la justicia y la honradez resplandecían al calor de la espada y la habilidad con la montura por parte del caballero presto a salvar la honra de su dama; o la suya propia. Quién sabe. Ahora se invoca al fuego para que juzgue, perdone o castigue. Por cierto, resulta más barato el butano que el acondicionamiento que requiere un torneo medieval. Cosas de los recortes).

Nadie se fía de nadie. "Nadie", contestó el astuto Ulises al gigante cuando este preguntó su nombre. Nadie, respondió el gigante al pedir socorro cuando sus hermanos preguntaban quién era el atacante.

Nadie.

Juanito cuestionó a su padre si cuando todo terminara se podría saber esa verdad que reclaman los que se creen engañados y mentidos. El padre volvió a indicar a su hijo que aquel día tendría que conocerse la verdad y nada más que la verdad. Y el hijo le dijo al padre que había oído que Nadie explicaría su versión de los hechos. Los hechos. ¿Qué hechos?, ¿acaso ha pasado algo?

Pepito, entretanto, inició la sesión deportiva con su preparador personal. Como cada día el ritual se repitió fiel. Al caer el sol Pepito se levantó a pelotear con su sparring durante dos horas. 120 minutos bien sudados para nivelar el ph de la mala baba acumulada a lo largo de la jornada. Pepito entrenó con demasiada energía. Faltaban horas para que Nadie explicara su versión de los hechos y, por nada del mundo, toleraría que algo o alguien le jodiera aquel jueves en el que daba comienzo, también, la operación salida para millones de coches, millones de contribuyentes que acudirían hipnotizados a la carretera con la vista en el asfalto. Mientras devolvía raquetazos a diestro y siniestro, trazaba en su bien engrasado cerebro un ardid que le permitiera subir a la cuadriga del Poder cuando la verdad saliera a flote.

Solo se trata, se dijo, de ocupar el puesto de alguno que salga pringado en este asunto. Habrá que colocarse bien, sentenció con una bola ganadora.

Juanito prosiguió en su afán por conocer la importancia, la transcendencia, de lo que ocurriría. Y el padre volvió a repetir que aquella sería una jornada muy importante para España.

Confesó su angustia por ese momento histórico que se viviría desde el limbo vacacional. Porque no todos los días se asiste a tamaño espectáculo: Nadie sorteando las cifras de los papeles del "cabrón". El presunto inocente (sic) frente a un pasado de corrupción anotada como si de un notario se tratase. David contra Goliat. Ferrari contra Red Bull.

Juanito, oídas las palabras de su progenitor y con el recuerdo de los últimos telediarios, alegó que los medios de comunicación afines a Nadie han prodigado en las últimas semanas un sin fin de alabanzas que buscan provocar un efecto de lluvia fina plena de buenas noticias. Sobre todo las que tienen que ver con la macroeconomía y la reiterada salmodia de que el próximo año, 2014, será el principio del despegue. "No vayamos a quebrar esta recuperación dando crédito a las palabras de un delincuente" asegurará el orador. Lástima del accidente de Galicia que emborrona aún más la Marca España, sopesaron los asesores antes de sugerir al patrón guardar un minuto de silencio.

Que el debate gire solo sobre la corrupción será termómetro exacto para evaluar en positivo la deplorable salud de la democracia española. De lo contrario, lo que ocurra el 1 de agosto permanecerá en nuestra memoria como recuerdo de otra fecha bluff.

El protagonista de la jornada sabe que lo que ocurra el día 1 quedará en la memoria de los millones de votantes de la derecha; sabe, incluso, que la operación salida ya ha comenzado para él.