La higiene de la cama es fundamental; mantenerla limpia y bien ventilada no solo es una cuestión de orden, sino también de salud.

Pasamos cerca de un tercio de nuestra vida durmiendo, y durante esas horas el cuerpo libera sudor, células muertas, restos de cremas, pelos y microorganismos.

Si no se cuida la higiene del entorno donde descansamos, el colchón y la ropa de cama pueden convertirse en un caldo de cultivo para ácaros, bacterias y hongos, responsables de alergias, irritaciones y problemas respiratorios.

La ventilación es esencial

Al despertarnos, la humedad y el calor acumulados durante la noche permanecen atrapados entre las sábanas y el colchón. Hacer la cama inmediatamente después de levantarse, aunque parezca más ordenado, impide que esa humedad se evapore.

Esto favorece la proliferación de ácaros del polvo, que prosperan en ambientes cálidos y húmedos.

Por eso, los expertos en higiene doméstica recomiendan ventilar la cama entre 20 y 30 minutos cada mañana antes de hacerla. Durante este tiempo, es conveniente retirar el edredón o las mantas, abrir las ventanas y permitir que circule el aire.

En Gipuzkoa, en los días más húmedos y fríos, conviene alargar el tiempo a 45 minutos o incluso una hora.

En verano, en cambio, bastarán unos 15 o 20 minutos si hay buena corriente de aire. El objetivo es siempre el mismo: que el colchón y las sábanas pierdan la humedad acumulada durante la noche.

Mujer levantándose de la cama

Cambiar y limpiar la ropa de cama

Además de ventilar, es fundamental cambiar las sábanas al menos una vez por semana.

En verano o si se suda mucho, hacerlo dos veces es lo ideal. Las fundas de las almohadas requieren especial atención, ya que acumulan grasa, saliva y restos de piel.

Lavarlo a 60 °C ayuda a eliminar los ácaros y sus alérgenos.

El colchón también merece cuidados regulares: aspirarlo una vez al mes, girarlo cada tres meses y airearlo al sol cuando sea posible.

Un protector de colchón lavable es una buena inversión para prolongar su vida útil y mantenerlo libre de manchas y microorganismos.

Beneficios de una cama limpia

Dormir en una cama limpia y ventilada mejora la calidad del sueño.

El aire más fresco y la ausencia de polvo y humedad favorecen la respiración y reducen las alergias. Además, contribuye al bienestar psicológico, ya que una cama cuidada transmite sensación de orden y confort, lo que ayuda a relajarse al final del día.

En definitiva, ventilar la cama cada mañana es un hábito sencillo pero poderoso. Dedicar unos minutos a airear el colchón y las sábanas no solo mejora la higiene, sino también la salud y la calidad del descanso.