a seguridad es una de esas prioridades que casi todo el mundo suscribe antes de adquirir un coche. Luego, a la hora de la verdad, esa convicción suele decaer un poco. Una vez delimitado el margen económico de maniobra para afrontar la compra, en la selección del modelo definitivo priman sobre otros factores el diseño y la reputación de la marca que lo fabrica. Y si el elegido sale de la factoría provisto de un buen equipamiento de seguridad, todos contentos.

Porque la experiencia demuestra que, a pesar de los buenos propósitos iniciales, gran parte de la clientela sigue optando antes por opciones ornamentales (acabados deportivos, pintura especial o unas llantas determinadas) que por complementos para mejorar la protección.

Menos mal que la legislación europea es cada vez más exigente con los recursos para preservar la integridad de las personas que los nuevos coches han de incluir de serie. Hasta que la ley no obligó a instalar ABS en todos los automóviles, estos frenos eran un opcional con menos partidarios que el climatizador; vamos, que muchos preferían ir frescos a ir seguros.

Esa disyuntiva ya no se produce. Cualquier coche contemporáneo compatibiliza niveles de bienestar y de amparo insospechados en la década anterior. De comprobar cómo los automóviles modernos salvaguardan a sus ocupantes y a otros usuarios de la vía pública, se encarga EuroNcap. Las pesquisas de este organismo, que se proclama independiente en una época como la actual, marcada por la globalización y los intereses cruzados, persiguen verificar la capacidad de protección de todos los vehículos que salen al mercado.

Su campo de investigación cubre dos facetas distintas. De entrada, evalúa el potencial de cada automóvil a la hora de evitar el accidente, analizando para ello la aportación de los distintos medios de asistencia a la conducción puestos a su disposición. A continuación, comprueba cómo reacciona cada vehículo a las consecuencias del percance.

EuroNcap lo hace de un modo empírico, sometiendo cada uno de esos debutantes a una batería de crash test. La finalidad de estos accidentes provocados en el laboratorio es constatar la respuesta objetiva del vehículo a los efectos de distintos tipos de siniestro. El pormenorizado estudio reproduce impactos frontales, laterales y traseros contra diversos obstáculos, unos fijos y otros en movimiento (50 km/h). Estas pruebas de colisión tienen como objetivo examinar la resistencia estructural del vehículo y su capacidad para preservar de posibles daños fruto de esos choques a sus ocupantes y a otros posibles implicados (viandantes, ciclistas, motoristas, etc.).

Impactos reales

Esos golpes son reproducidos minuciosamente en el laboratorio, pero son absolutamente reales. Tanto que requieren sacrificar varias unidades de cada modelo analizado. EuroNcap pone énfasis en señalar que solamente emplea a tal fin ejemplares de rigurosa producción en serie -se destruye una media de cuatro por ensayo-, adquiridos previamente de modo anónimo en concesionarios oficiales de cada marca. Esas operaciones de compra están financiadas por los gobiernos e instituciones que sustentan a la entidad.

EuroNcap pondera los méritos de cada automóvil atendiendo a cuatro aspectos fundamentales, y los recompensa siguiendo un baremo que va hasta las cinco estrellas. Comienza evaluando la dotación de recursos de asistencia a la seguridad que propicien evitar que se produzcan los siniestros y que, en caso contrario, faciliten la prestación de ayuda. Su investigación considera también el grado de protección que reciben ocupantes adultos, pasajeros infantiles y usuarios de la carretera vulnerables (viandantes y ciclistas).

la hora de comprobar las posibles secuelas personales de los accidentes, los seres humanos son suplantados en los ensayos de choque por dummies. Así se denomina a los autómatas condenados a soportar sesiones de maltrato con el estoicismo de un autónomo: sin bajas, horarios, nómina ni convenio. Estos replicantes, fabricados en material plástico y repletos de sensores, adoptan las morfologías más diversas: femenina y masculina adultas, además de infantiles de varias tallas. Por medio de dichos maniquíes es factible detectar las secuelas que un accidente puede dejar en quien maneja el volante, en su copiloto y en los pasajeros, adultos y menores, instalados en el asiento posterior y/o en sillas supletorias. También se emplean dummies para escrutar las lesiones provocadas a peatones o usuarios de vehículos de dos ruedas víctimas de atropellos.