“Dame todo lo que tengas”. Fue lo primero que le dijo a la estanquera. El asaltante, encapuchado y de 31 años de edad, llevaba ya un rato merodeando por la zona, hasta que a eso de las 18.30 horas del lunes vio por fin la posibilidad de quedarse a solas con la dependienta del establecimiento, en Pasai Antxo.
El sospechoso, de nacionalidad española, parecía “un poco pasado por los efectos de pastillas”, según relataron a este periódico testigos presenciales. No es conocido en el pueblo. Ni tampoco sabía que en esos momentos había varios ojos puestos en el escenario de los hechos, lo que a la postre frustró el asalto.
“Antes de entrar ya le había visto acercarse a la puerta. Se echaba para atrás en cuanto venía gente. Así lo hizo varias veces, hasta que se escondió en una esquina, bajo los arcos”, explica a este periódico la estanquera, que no tardó en advertir de ello a Javi, del bar Hogei Taberna, a unos metros del lugar. Le pidió que no se alejara, que había un hombre que no dejaba de mirar. Le estaba dando muy mala espina.
Frente a este estanco del distrito pasaitarra se levanta la infraestructura que sustenta el trazado viario del Topo, un enclave en el que se había escondido el sospechoso poco antes de irrumpir en el establecimiento. “En cuanto me avisó de que había alguien merodeando, salí del bar, me aparté un poco del estanco y me fui hacia la ría, en dirección a la peluquería que hace esquina”, relata a este periódico el camarero.
En el otro extremo se había apostado un segundo compañero. Dos clientes del bar también se sumaron al cerco vigilante. Uno de ellos -según indican a este periódico- se llegó a proteger un brazo con varias vueltas de jersey ante una hipotética cuchillada. “La gente llamó a la Ertzaintza”, cuentan testigos presenciales. Y poco después se confirmaron las sospechas cuando, esgrimiendo el cuchillo, el varón irrumpió en el estanco. “Nada más entrar, fuimos nosotros detrás”, cuenta el camarero.
"Te pegas un buen susto, no le había visto nunca"
La estanquera ha vuelto este martes por la tarde a su puesto de trabajo después de llevarse ayer un buen susto. “Venía con una capucha y con el cuchillo en la mano. No le había visto nunca”, reconoce la mujer, que se muestra agradecida por la respuesta del vecindario.
“Ella sabía que estábamos afuera para intervenir en caso necesario”, dice Javi, que no se lo pensó dos veces a la hora de actuar. “Cogí un paragüero y le dije de todo”, confiesa el tabernero. Entre cuatro personas le retuvieron. La estanquera se quedó en el interior del establecimiento, mientras escuchaba en el exterior al asaltante, encarándose a la gente, al grito de “pegarme, pegarme”. Y a partir de ahí se suceden los acontecimientos.
El sospechoso trató de escapar. Los vecinos le persiguieron hasta el supermercado Alcampo, a 300 metros del lugar de los hechos. Durante media hora no cesó la tensión. “Él chillaba, y nosotros también”, rememora el vecino. “¡Soltarme, que no tengo ningún cuchillo!”, decía el sospechoso, molesto con la respuesta vecinal. “¡Saca el cuchillo! Tú no te mueves de aquí hasta que venga la Ertzaintza!”, le respondían.
-“¿Me estás amenazando con el paragüero?”, decía el asaltante.
-“No, pero como saques la navaja te reviento la cabeza”, le respondió el camarero.
Le volvieron a retener junto al supermercado, hasta que llegó la policía autonómica. Efectivos de una patrulla de protección ciudadana desplazada al lugar pudieron observar cómo el individuo, retenido por los vecinos, arrojó al suelo el arma blanca. “Ahora es cuando te voy a soltar, una vez que ha llegado la Ertzaintza. Así le dije. En ese momento, cogió lo que tenía y lo tiró hacia la carretera. Entre sus pertenencias, el cuchillo”, detalla el vecino pasaitarra.
Los agentes corroboraron con la empleada del estanco que el implicado había entrado al local cuando estaba ella sola y, seguidamente, esgrimió un cuchillo con el que la intimidó para que le entregara el dinero de la recaudación. “La gente se portó muy bien”, reconoce a este periódico la mujer. “Lo que no te quita nadie es el susto. Es un pueblo en el que hay muy poca vigilancia policial y mucha gente rara, pero bueno, es lo que hay”, lamenta la estanquera, que hace años fue víctima de un episodio similar.
Tras comprobar los hechos, la dotación policial procedió al arresto del sospechoso por un delito de robo con intimidación mediante arma blanca en grado de tentativa. Una vez concluidas las correspondientes diligencias policiales, el sospechoso ha pasado este martes a disposición judicial, y una vez prestada declaración se ha decretado su puesta en libertad, según han confirmado esta tarde a este periódico fuentes del Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco.