Pocas letras han sufrido más castigo. La violencia verbal –expuesta fundamentalmente en una de sus canciones Fuck a Cripa 02– dirigida a un colectivo como el de la Policía Municipal de Pamplona ha supuesto una dura condena para un rapero de la capital navarra, Junior O., más conocido por ser el artista que se esconde detrás del cantante Black Marfil, un auténtico referente de la música drill (variante del hip hop, rap y trap) en la Comunidad Foral.

El joven, que tiene una importante retahíla de detenciones a sus espaldas y que se encuentra en el foco de los agentes policiales porque le acusan de formar parte de una banda latina recientemente desarticulada– se sentó en el banquillo de los acusados el pasado mes de diciembre en el Juzgado de lo Penal 3 de Pamplona. Allí, la Fiscalía pidió para él hasta 2,5 años de prisión por un delito de amenazas colectivas no condicionales por entender que la letra de una de sus canciones llama a atentar contra los hijos de policías municipales de Pamplona y, por tanto, podía anunciar un mal grave tanto para los agentes como para sus familiares.

En varios momentos de dicha canción, el rapero profiere la frase Corre, sinpa, matar al hijo de un munipa, y en el vídeo musical que le acompaña a esta tonadilla se le ve realizando varios gestos simulando haciendo disparos, cortes de cuello o brotando sangre en alguna de las escenas. Finalmente, la titular del juzgado le ha condenado a 2 años y 1 mes de prisión al entender que ha quedado acreditada la versión de la acusación pública. No es la única pena impuesta al artista, que puede recurrir esta sentencia en la Audiencia. También la jueza le prohíbe acudir a la red social YouTube, por tanto cerrando su canal y no pudiendo crear otros por tiempo de tres años.

El acusado declaró en el juicio que con su música no tenía intención de amenazar ni atemorizar a la Policía Municipal de Pamplona, ni a sus familias, y que las canciones y las referencias que hizo a dichas letras en una entrevista forman parte del “postureo en la red” de un artista, que trata de expresar con su música lo que piensa. Su defensa alegó que no había ninguna amenaza concreta, que el vídeo se publicó hace dos años y “no ha pasado nada” (ninguna situación de peligro, se refiere) y que la función del procesado al que se acusa de incitar a la violencia y fomentar las armas teniendo en cuenta que en su público son menores, “no es educar ni influir en nadie. No es un educador”.

En otra canción, a la que alude Fiscalía, Atraco, decía “si matas a un policía, matas a cinco”, en un vídeo que tenía 48.000 visitas en el momento en el que se formuló la acusación. El videoclip Fuck a Cripa 02 había tenido por su parte 47.974 visualizaciones y en el mismo es donde el acusado dice, como parte de la letra, “corre sinpa (sin papeles) matar al hijo de un munipa” mientras se visualiza una mancha roja que simula sangre.

Las claves

Las frases en cuestión dice la jueza que suponen una amenaza grave. La jueza considera que en dos de las canciones de Black Marfil existen elementos para considerar reales, graves e inminentes las amenazas de un mal a un colectivo, como el de la Policía Municipal de Pamplona, que ha intervenido precisamente con el acusado en varias detenciones que incluso han terminado en condenas penales. Así, se habla en Fuck a Cripa 02 de “corre, simpa, matar al hijo de un munipa”. Mientras que en otra canción, publicada en 2020 y titulada Atraco, el cantante expresaba la frase “si matas a un policía, matas a cinco”.

Amenazas colectivas no condicionales. El Código Penal castiga “si las amenazas de un mal que constituyere delito fuesen dirigidas a atemorizar a los habitantes de una población, grupo étnico, cultural o religioso, o colectivo social o profesional, o a cualquier otro grupo de personas, y tuvieran la gravedad necesaria para conseguirlo”.


Es una amenaza real

En su informe, la fiscal recordó que el procesado ha tenido 14 intervenciones con la Policía Municipal de Pamplona, que le han condenado por delitos de lesiones, amenazas y robo y que le investigan en una causa en instrucción por formar parte de la banda de los Blood 901. Por tanto, la Fiscalía concluyó que la pose del artista “no se corresponde con la de un personaje, sino con la realidad”, “sabía lo que decía en su canción y adopta una actitud amenazante e intimidatoria” y que su grabación se corresponde con la animadversión que siente hacia el cuerpo policial. “No es un joven que diga eso de forma accidental, es una amenaza real que influye en el uso de la violencia y de las armas”, que aparecen en el vídeo. La fiscal, para pedir la condena, aludió al caso del rapero Valtonyc, condenado por el TS por injurias a la Corona. “En este caso en Pamplona también se traspasan los límites de la libertad de expresión”, insistió. La jueza se alinea con la fiscal y considera que el procesado utiliza su canal de YouTube para proferir amenazas a un colectivo profesional con el que había tenido varios altercados. Y que por tanto, la canción viene a anunciar un mal grave para el colectivo y sus familias. El artículo 170 del Código Penal por el que se le condena castiga “si las amenazas de un mal que constituyere delito fuesen dirigidas a atemorizar a los habitantes de una población, grupo étnico, cultural, colectivo social o profesional, y tuvieran la gravedad necesario para conseguirlo”.

La defensa de Black Marfil contrapuso en el juicio que “no existe ninguna amenaza concreta” y llamó a distinguir entre el artista y la persona, pero la jueza sí entiende que existe dicha amenaza al colectivo y a sus familias. Además, la defensa expuso en la vista oral “no han quedado acreditada ninguna animadversión ni odio a la Policía Municipal. Yo también estaría harta si me paran 14 veces, pero no por ello el acusado tiene el dolo o la intención de amenazar a nadie ni al colectivo”.