Este pasado jueves, 26 de junio, se han cumplido 31 años desde que ocurrieran los famosos crímenes de Miramar, en el Estado de Florida (EE.UU.), donde dos individuos allanaron una casa durante la madrugada –uno de ellos cubierto con una gorra y unas gafas de sol y el otro envolviendo la parte inferior de su rostro con una camiseta– y asesinaron a las tres personas que se encontraban en el interior.
La consiguiente investigación de aquel crimen culminó, el 25 de agosto de 1994, en la acusación y detención de Pablo Ibar y Seth Peñalver, al descubrir una imagen de una cámara de seguridad –del año 1994, sin sonido, en blanco y negro, borrosa y granulada– en la que uno de los dos hombres, con el que relacionan a Ibar, se retira la camiseta que le cubría el rostro y se limpia con ella.
Condena a muerte
Tres años más tarde, se celebra el primer juicio contra los dos acusados, que fue finalmente declarado nulo el 25 de enero de 1998 al no lograr el jurado unanimidad en su veredicto.
Un segundo juició llegó poco después, en el año 1999, separando los caminos de ambos acusados, ya que Pablo Ibar presentó una moción de cese del abogado de oficio designado para él –por haber sido acusado por un incidente de violencia machista–, que fue denegada por el tribunal y otra moción solicitando un aplazamiento del juicio que sí fue aprobada. El juicio de Seth Peñalver continuó y fue condenado a muerte.
Pablo no tardó demasiado en correr la misma suerte. En julio del año 2000, tras la vista oral de su tercer juicio, Ibar fue condenado también a la muerte.
Era ya septiembre de 2006 cuando Peñalver consigió una repetición de su juicio –no así Pablo Ibar–, que concluyó en 2012 con su declaración como no culpable.
Pablo continuaría en el corredor de la muerte aún hasta el año 2016, cuando el Tribunal Superior de Florida determinó que las pruebas condenatorias habían sido “escasas y débiles” y concedió un nuevo juicio a Ibar.
Irregularidades
- Recusación al juez. En el juicio del año 2019, en el que Pablo Ibar es declarado culpable y condenado a cadena perpetua, la defensa recusó al juez por haber sido fiscal en la misma oficina que tramitaba el caso de Pablo, además de que su mujer también era fiscal y había intervenido en una de las apelaciones del caso de Ibar. “El tribunal de apelaciones dijo que no, que era un juez muy profesional y que no hacía falta cambiarle”, dice Krakenberger.
- Parcial y antidefensa. Unos meses después de que Pablo fuera condenado a cadena perpetua, el juez del caso tiene que comparecer ante el Tribunal Supremo de Florida para recibir una “reprimenda brutal” por no haber sido “parcial” y haber sido “antidefensa en otro caso”.
Se repite entonces ese juicio a Pablo concluyendo, el 19 de enero de 2019, que Ibar es culpable y se le condena a cadena perpetua. Todo ello “con exactamente las mismas pruebas escasas y débiles” que el Tribunal había determinado años antes, según asegura Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación ‘Pablo Ibar-Juicio justo’.
Nuevas pruebas
Ahora, comienza una nueva etapa en el caso de Pablo Ibar, tras la presentación por parte de la defensa de un nuevo testigo que ha identificado a las dos personas que serían los perpetradores reales del triple asesinato de Casimir Sucharski, Sharon Anderson y Marie Rodgers.
En base a estas nuevas pruebas, la defensa de Ibar presentó el pasado domingo una moción ante el tribunal, en la que se pide de nuevo la repetición del juicio, que ya supondría el quinto al que se enfrenta Pablo. Podríamos estar –31 años más tarde– cerca del desenlace de un caso que, desde sus inicios, plantea grandes incógnitas.
Pero las dudas ahora se centran en un único punto. En qué pasaría de constatarse la culpabilidad de estos dos nuevos sospechosos. Krakenberger aclara que “los asesinatos en Florida no prescriben. En el Derecho español sí lo hacen, con carácter general –todos los delitos, no sólo los asesinatos–, a los 30 o 40 años. En Florida no. Es decir, en caso de que las dos personas a las que acusa el nuevo testigo fueran detenidos como los perpetradores, se les podría detener, juzgar y condenar, cómo si el crimen hubiera sido ayer”. No volverá a ser, sin embargo, ayer para Pablo.