“Estamos indignados, somos los únicos que estamos limpiando y no quieren que pasemos”, se quejaba este domingo amargamente María, una joven voluntaria que trataba de llegar a las zonas afectadas para seguir ayudando como ha hecho estos últimos días. Sin embargo, ella y otros miles de voluntarios se encontraron el sábado por la noche con un decreto de la Generalitat valenciana que restringía el movimiento de personas y vehículos a las zonas afectadas. “Pensamos que es porque viene el rey y el presidente y no quieren que vean lo que está haciendo el pueblo porque no lo están haciendo bien. Es el pueblo el que está ayudando al pueblo, desgraciadamente o afortunadamente”, apuntaba María.

Efectivamente, cinco días después de la tragedia, Felipe VI y Letizia tenían previsto visitar Paiporta y Chiva, dos de los municipios más afectados por la DANA del martes. La comitiva real la completaban el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón.

Eran las 13.00 horas cuando las autoridades pisaban la calle de lo que hasta el martes era la arteria principal de Paiporta y ahora es un inmenso fango de lodo donde voluntarios y vecinos, cubiertos de barro hasta las orejas, tratan de limpiar con sus palas y escobas unas calles entre cementerios de coches apilados junto a ramas y enseres inservibles.

En este ambiente, lo que pretendía ser una pacífica visita para la comitiva real terminó convirtiéndose en un estallido de indignación social. Paiporta, pero también Valencia entera, no aguanta más. Dijeron basta y nada más bajarse de sus vehículos, la comitiva encabezada por Felipe VI fue recibida al grito de “asesinos” mientras les lanzaban barro a su impoluta ropa

Una pala contra Pedro Sánchez

Los escoltas crearon un cordón de seguridad en torno a los visitantes reales, tratando de protegerse del lodo y los objetos que les lanzaban abriendo paraguas sobre sus cabezas y replegándose ante un ambiente fuertemente marcado por la tensión y la rabia. Sin embargo, el barro acabó manchando la cara de Felipe VI y Letizia y una pala fue dirigida a la espalda de Pedro Sánchez, que rápidamente fue evacuado por el protocolo de seguridad mientras su coche terminó con los cristales rotos por la caída de los objetos.

“Tres días para que llegue el ejército, no tenemos ropa, no tenemos comida, no tenemos nada. Nos están mintiendo”, esgrimieron dos mujeres a Letizia, a lo que ella, visiblemente superada por la situación, les confesó: “Tenéis razón”.

Juntos a ellos el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, aguardaba tras el monarca con perfil bajo y cara seria, escuchando los cánticos que le pedían su dimisión. “Traed una pala”, “que se manchen”, gritaban los vecinos que trataban de zafarse del cordón de seguridad para llegar lo más cerca posible. En menos de dos minutos los vecinos acorralaron a la comitiva formando un círculo a su alrededor y cada vez que Felipe VI trataba de seguir caminando hacia delante, muchos trataban de cortarle el paso con palas en la mano. “¡Han muerto niños, no es como la pandemia que eran ancianos, niños!”, lloraba un hombre ante la cara del rey español. “Ahora ellos volverán a su casa a darse una ducha caliente y dormir en su cama”, se quejaba otro.

En medio de esa tensión, los monarcas y Mazón se introdujeron en sus coches, aunque Felipe VI, incrédulo ante lo que le estaba pasando, volvió a salir a aguantar las quejas de un pueblo que se siente completamente abandonado.

Tras lo sucedido, la comitiva canceló su visita a Chiva, el municipio que ya no existe en palabras de su alcaldesa. Ya habían tenido suficiente.