La Comunitat Valenciana y otras regiones del este y sur de la península, como Albacete y Andalucía, intentan recuperarse tras la devastadora DANA que esta semana ha provocado inundaciones y desbordes históricos. Las lluvias torrenciales del martes pasado dejaron más de 445 litros por metro cuadrado en la región de Valencia, una cifra no vista desde 1966, cuando en Tavernes de la Valldigna se registraron 520 litros por metro cuadrado.
Esta tragedia es, según los expertos, una muestra innegable de cómo el calentamiento global, impulsado por los combustibles fósiles, está amplificando los sucesos meteorológicos extremos. Así lo ha reconocido Leandro del Moral, catedrático de Geografía humana en la Universidad de Sevilla y miembro de la Fundación Nueva Cultura del Agua. “Los factores apuntan al cambio climático y sus consecuencias, especialmente en este caso a la elevación de la temperatura del mar Mediterráneo, a las olas de calor que venimos padeciendo con mayor intensidad y atención, y al incremento de la temperatura media. Es un fenómeno empírico y bien contrastado”.
Las tormentas intensas y las DANAS (Depresión Aislada en Niveles Altos), aunque no son fenómenos nuevos, están alcanzando un nivel de violencia e imprevisibilidad que alarma tanto a científicos como a la sociedad. El problema radica en que mientras que hace unos años estos fenómenos ocurrían de manera ocasional, cada vez se han vuelto más frecuentes, poniendo de relieve que la acción del hombre y el cambio climático están detrás de ellos.
“Estamos bajo unas condiciones climáticas que favorecen que el tiempo sea más extremo”, ha afirmado a EFEverde Isabel Moreno, meteoróloga y presentadora del programa Aquí La Tierra de RTVE. Así, con una atmósfera más caliente y mares con temperaturas inusualmente altas, el riesgo se intensifica.
El Mediterráneo, epicentro del cambio climático
El Mediterráneo es, junto al Ártico, una de las zonas del mundo donde el cambio climático se está manifestando con especial intensidad. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), esta región se calienta un 20% más rápido que la media global. Esto significa que, mientras en el resto del mundo las temperaturas han subido alrededor de 1,1 ºC en comparación con los niveles preindustriales, en el Mediterráneo el aumento es cercano a 1,5 ºC. Este incremento de las temperaturas no solo está alterando los patrones meteorológicos, sino también la frecuencia de eventos como las DANAS.
El aumento de las temperaturas en la superficie del mar Mediterráneo, que este año ha alcanzado hasta 3 ºC por encima de los registros históricos en algunos puntos, es uno de los factores clave que intensifican estos fenómenos, según Isabel Moreno. “Nuestros mares y océanos tienden a estar más calientes, lo que se convierte en una fuente tanto de vapor como de energía para estos sistemas capaces de hacer llover. En el caso del Mediterráneo frente a nuestras costas, la DANA se ha encontrado con el agua a unos 22ºC. Eso es unos 2ºC por encima de lo normal para esta época”, ha precisado Moreno, aportando cifras concretas que enmarcan este desafío como una amenaza urgente.
¿Por qué es tan destructiva una DANA?
Para entender mejor cómo funciona una DANA, Jorge Olcina, geógrafo y climatólogo, en declaraciones a la agencia EFE , ha descrito el fenómeno como un sistema en el que “una bolsa de aire frío queda atrapada en las capas superiores de la atmósfera, lo que genera un vacío de presión. Atrae, entonces, grandes cantidades de aire caliente y húmedo desde la superficie, especialmente en zonas como el Mediterráneo, donde el agua caliente proporciona un continuo suministro de vapor”. En otras palabras, cuanto más caliente está el mar, más vapor de agua puede acumularse en la atmósfera, y esto, combinado con la inestabilidad de las bajas presiones en niveles altos, crea la tormenta perfecta para que se desarrolle una DANA destructiva.
Según los expertos en meteorología, este tipo de DANAS pueden provocar precipitaciones muy intensas, que en la mayoría de los casos superan los 100 litros por metro cuadrado en pocas horas y causan inundaciones que se desplazan de forma incontrolable.
Olcina ha explicado que las DANAS a orillas del Mediterráneo se han convertido en uno de los fenómenos meteorológicos “más peligrosos”, con efectos comparables a los huracanes tropicales, ya que conllevan una mayor cantidad de precipitaciones que un huracán del Caribe o un tifón asiático, aunque también menos viento. Además, muchas de las infraestructuras, diseñadas en una época de estabilidad climática, no están preparadas para soportar una cantidad de agua tan grande como la caída en valencia, según sus palabras.
La ciencia es clara en este sentido: los océanos y mares más cálidos no solo son más propensos a la formación de DANAS, sino que también aumentan la probabilidad de otros fenómenos extremos, como huracanes, tormentas tropicales e incluso olas de calor. Además, el cambio climático no solo afecta a la atmósfera, sino que también está alterando el equilibrio del ecosistema marino, provocando que especies migratorias cambien su comportamiento y desplazando nutrientes clave en la cadena alimentaria.
Los expertos consideran que el Mediterráneo será una de las regiones que sufrirá de manera más acentuada los efectos del cambio climático. Las previsiones de los climatólogos apuntan a un aumento de la frecuencia e intensidad de las DANAS y otros fenómenos meteorológicos extremos, que supondrán no solo mayores costos económicos, sino también el riesgo de vidas humanas, como ha sucedido en este caso en la Comunitat Valenciana.
Las consecuencias de estas DANAS podrían ser aún más graves en el futuro debido a las condiciones del suelo y la urbanización en el Estado español. La erosión del suelo, particularmente en el sureste de la península, reduce la capacidad de retención de agua en la tierra, acelerando la velocidad a la que esta se desplaza, en lugar de ser absorbida. La falta de vegetación y el crecimiento urbano en zonas de riesgo hace que el agua se desplace sin encontrar barreras, agravando las inundaciones y exponiendo a la población a un peligro mayor.
Por este motivo, los científicos insisten en la necesidad de actuar con celeridad. “La ciencia lleva tiempo alertando sobre las consecuencias que va a tener, y que está teniendo el cambio climático, y no necesitamos esperar ni un segundo más para mitigar los peores escenarios posibles”, ha expresado Isabel Moreno.
Los científicos reclaman medidas frente al cambio climático
Las imágenes de Valencia bajo el agua y las escenas de personas rescatadas de sus hogares han conmocionado a la población. La comunidad científica y los activistas coinciden en señalar que es urgente adoptar medidas para intentar frenar el cambio climático y reducir sus consecuencias. Así lo ha reconocido Leandro del Moral: “Se deben adoptar medidas para que el calentamiento de la Tierra no se siga acentuando. Ahí entramos en políticas energéticas, de ordenación del territorio, de urbanismo, agrícolas, forestales... es decir, en políticas que cambien y adapten más los usos del suelo. Porque, si en el futuro se producen estas mismas lluvias pero el polígono industrial no está localizado ahí, sino en otro lugar más adecuado, el fenómeno será el mismo pero el impacto no”.
En una línea similar se ha manifestado Carlos Arribas, miembro de Ecologistas en Acción, en declaraciones a EFEVerde: “Estos sucesos y acontecimientos extremos los vamos a ver con mayor frecuencia en el horizonte. Necesitamos organismos potentes que puedan adoptar las medidas oportunas y un calendario más urgente por parte de la UE y del gobierno de central para mitigar los efectos producidos por el cambio climático”.
Entre las medidas propuestas por los expertos, se encuentran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la gestión de los recursos hídricos, planificar con más detalla de las zonas urbanas, construyendo espacios de drenaje más eficientes, y crear sistemas de alerta temprana para informar sobre estos fenómenos meteorológicos con suficiente antelación.
Los expertos insisten en que es necesario actuar ya y que mientras las políticas no cambien y se ajusten a la urgencia climática, el riesgo seguirá aumentando y los sucesos climatológicos extremos continuarán cobrándose vidas y causando daños económicos devastadores.
El tiempo apremia, y el calentamiento global avanza a una velocidad que supera las previsiones. Los eventos extremos, como la reciente DANA en Valencia, son apenas el inicio de un proceso que requiere acción inmediata. La pregunta es si se adoptarán las medidas necesarias para proteger a las futuras generaciones o si continuaremos como hasta ahora.