Ni cisma ni ruptura; la Iglesia católica califica al grupo fundado por Pablo de Rojas Sánchez-Franco de secta y advierte de que detrás de lo ocurrido con las monjas clarisas de Orduña y Belorado existe intereses económicos y de poder. “Esto ha dado una notoriedad pública a un señor al que nadie conocía hasta ayer”, ha lamentado el vicario para la Vida Consagrada de la Diócesis de Vitoria, Manuel Gómez Tavira.
Iglesia católica
La decisión de romper con la Iglesia Católica de las monjas clarisas de Orduña y Belorado, en Burgos, lleva camino de convertirse en un culebrón. O el mejor guion para una teleserie. Y es que, tal y como reconocía el representante de la Diócesis alavesa, “si no hubiera quince religiosas no pasaría de ser una telenovela de Netflix”. A cada día que pasa, van saliendo a la luz nuevos cruces de acusaciones y declaraciones que no hacen si no enredar todavía más la situación.
Gómez Tabira señaló, en una entrevista en Radio Euskadi, que el grupo liderado por Rojas “está tipificado” como secta por la Iglesia católica, por lo que descartó que lo ocurrido sea un cisma. “Ha habido otros cismas en la Iglesia pero esto es un señor que se hizo ordenar por un obispo vietnamita de El Palmar de Troya”, afirmó, en referencia a la organización creada por el autoproclamado papa Clemente Domínguez, antiguo contable, en el municipio sevillano tras la supuesta aparición de la Virgen a cuatro niñas.
Tras señalar que no tiene conocimiento de otros casos con el de estas quince monjas clarisas, que se han unido a la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli de Rojas, advirtió que se trata de un movimiento que rechaza el Concilio Vaticano II y todos los papas posteriores y que “pide continuos donativos, como se puede ver en sus redes sociales. No tiene un gran número de adeptos; es una cosa reducida de un hombre de familia bien y con mucho dinero”.
Religiosas engañadas
Gómez Tavira culpa a la abadesa de la congregación en Belorado, sor Isabel, y su intención de “perpetuarse en el poder” de lo ocurrido. “Ella ha cumplido su mandato de doce años, porque no puede estar más; tenía prevista una visita canónica el 28 de mayo. Tiene a las religiosas engañadas como si esto fuera una persecución; hay muchas mentiras que la madre Isabel cuenta a las hermanas, que lo creen como la verdad más grande del mundo”.
Entre esas mentiras, el vicario niega rotundamente que el detonante de la situación haya sido la negativa de las autoridades eclesiásticas a que las monjas clarisas pudieran vender una propiedad en Derio. Y echa la vista atrás para poner en contexto la situación. “Ellas estaban en el convento de Derio y en 2020 deciden dejarlo. El convento de Orduña llevaba cerrado desde 2002 porque la comunidad que estaba allí era mayor y las que quedaban se vinieron a Vitoria. Lo pusieron en venta por 1,2 millones de euros”, explica. Las religiosas vieron una buena oportunidad para trasladarse a Orduña; sus antiguas inquilinas se lo vendieron “con mucho gusto. Y no solo eso; se quedó que el primer pago de 75.000 euros no se haría hasta 2022”. Pago que, según Gómez Tavira, nunca llegó a realizarse, “ni el segundo, ni ninguno. Las monjas que ya estaban aquí en Vitoria en ningún momento les reclaman nada, y si no hubiera pasado nada jamás lo habrían hecho, porque entienden que habría quedado en la comunidad clarisa, en la Iglesia, para lo que está destinado el convento”.
Después de mudarse a Orduña, las religiosas pusieron en el mercado el convento de Derio, “que no han podido vender”, sin haber seguido el procedimiento “normal” establecido en el Derecho Canónico y que obliga a pedir permiso, tanto a la Santa Sede de Roma como al Obispado de la jurisdicción religiosa correspondiente cuando el valor de la propiedad supera los 150.000 euros. “El arzobispo de Burgos no ha bloqueado nada porque tienen que pedir permiso al obispo de Bilbao y no lo han hecho en ningún momento”, afirma.
“Intereses económicos y de poder”
El vicario alavés achaca todo lo ocurrido a “intereses económicos y de poder”, que se remontan al pasado mes de marzo, cuando la abadesa sor Isabel “le escribe al obispo de Vitoria diciéndole que tienen un benefactor, con 1,2 millones de euros” pero que pone una condición: poner el convento de Orduña a su nombre. “Fue entonces cuando empezó la rumorología de que aquí estaba empezando a pasar cosas raras”. Tras recibir ese aviso, el propio vicario, junto al obispo, Juan Carlos Elizalde, se trasladaron a los conventos tanto de Orduña como de Belorado para interesarse por conocer la identidad de ese “benefactor”.
Por ello, entienden que lo único que se ha buscado es repercusión mediática por parte del fundador de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli. “¿Quién conocía a Pablo de Rojas hasta ayer? Quitando en Bilbao. Nadie. Esto ha dado una notoriedad pública a un señor que era lo que buscaba”, insiste.
Por su parte, el alcalde de Belorado, Álvaro Eguiluz, reconoció ayer hasta la noche del pasado domingo no tenía conocimiento de la situación del convento, cuando se hizo público el comunicado de las monjas, pero espera que “todo vuelva a su cauce”. Las monjas mantenían relación con los vecinos del municipio, se suministraban con productos de la comarca, como el pan, y estaban integradas en el municipio.