La Diócesis de San Sebastián celebró este lunes una misa muy especial en la iglesia del Seminario, donde se homenajeó a los sacerdotes que en 2024 cumplen 25, 50 y 60 años en sus labores eclesiales.

El sentido reconocimiento tuvo como objetivo “celebrar la valiosa y extensa trayectoria” de estos sacerdotes, según explicó Fernando Prado, obispo de Donostia.

Prado señaló que la actividad de los sacerdotes se basa en la “generosidad” y representa un “testimonio de fidelidad”. Es por ello que desde la sociedad se debe guardar “gratitud por el camino que todos ellos han elegido”.

El obispo también quiso remarcar la relevancia de la Iglesia en tiempos tan convulsos como los actuales y transmitió un mensaje a los asistentes: “Miremos al pasado con gratitud, vivamos el presente con pasión y abramos las puertas del futuro con esperanza”.

Una vida dedicada a la Iglesia

Uno de los homenajeados fue Jon Molina, quien celebra su 25º aniversario como sacerdote.

Molina recordó que su entrada en el mundo eclesial se produjo de una manera “muy natural”. Proveniente de una familia cristiana, ha acudido a misa desde que tiene uso de razón: “Toda mi infancia y mi juventud las pasé en la parroquia, de modo que el deseo de ser sacerdote se me despertó muy pronto”.

Un cura de su pueblo natal, Aretxabaleta, jugó un papel fundamental para que Molina encontrase su vocación: “Su ejemplo me animó a seguir sus pasos”.

El sacerdote de la Diócesis de San Sebastián cree que Dios es el verdadero artífice de su trayectoria como cura: “25 años es un tiempo considerable. Ser cura no es sencillo, y si he tenido un recorrido tan largo es porque Dios ha estado conmigo y me ha bendecido. Supongo que es una explicación complicada de entender para la gente, pero los que son creyentes verán que el camino que he tenido no se debe sólo a mis méritos, sino también a la obra de Dios”.

Desinterés social

Para Molina, la religión en la sociedad actual tiene una menor influencia que en la de hace 25 años: “Cuando me hice sacerdote ya se veían las tendencias. El proceso de secularización viene incluso de más atrás y ha seguido su pauta. Sin embargo, el Evangelio se mantiene igual de vigente que hace 2.000 años. No ha perdido ni frescura ni actualidad”.

Molina no solamente percibe el desapego de la juventud hacia la religión, sino el de la sociedad en su conjunto: “Veo un desinterés generalizado. A la gente parece no interesarle nada de lo que podamos decir y es porque piensa que ya sabe lo que es la Iglesia y el Evangelio. Cree saber lo suficiente como para decidir que no le interesa. La indiferencia es evidente y cada vez va a más”.

Aun así, todavía hay personas jóvenes que recurren a la religión y la espiritualidad para buscar plenitud en su existencia: “No son ni mucho menos movimientos mayoritarios, pero siempre surge savia nueva que se siente atraída”.

En cuanto al futuro más inmediato y a lo que puede continuar aportando a la Diócesis de San Sebastián, Molina se marca como meta “vivir lo que decimos creer, que no siempre es fácil. Uno a menudo encuentra contradicciones en sus convicciones, algo lógico cuando aparecen los momentos de debilidad e incertidumbre. No obstante, quiero seguir siendo fiel a lo que creo”.