Las tradicionales peluquerías y barberías para caballeros han vivido en los últimos años una revolución estilista. Los cortes degradados y las barbas perfiladas que tan en boga están entre los más jóvenes han llevado a que estos establecimientos vuelvan a llenarse de clientes que acuden a cuidarse sus looks cada poco más de dos semanas. La moda, además, no solo ha llegado al estilo del corte, sino también a los propios locales, que han dejado atrás su aspecto clásico entre la madera y el cuero en favor de colores llamativos, pantallas de televisión y hasta recreativos.

En los últimos años, anglicismos como mid fade (degradados de corte cónico por debajo de la sien y por encima de las orejas) y low fade (cabello muy recortado a partir de la nuca y las patillas) y servicios como trazar rayas o líneas en el pelo, arreglar cejas y perfilar barbas son el pan de cada día en buena parte de las peluquerías masculinas de Gipuzkoa. “Los jóvenes buscan, sobre todo, el corte de los futbolistas”, cuenta entre risas Alejandro Díaz, propietario de la barbería Real Habana, situada en el barrio donostiarra de El Antiguo. “Me enseñan fotografías o me dicen lo que quieren, pero casi todos se hacen lo mismo”, cuenta este peluquero natural de Cuba.

Alejandro Díaz y Eraldo Palacio, de la barbería Real Habana. Iker Azurmendi

Gran parte de estos negocios que se han puesto en marcha en los últimos años en el territorio están regentados por profesionales procedentes de países en los que surgieron estos looks. “Son estilos nuevos aquí, pero muy comunes para los latinos. Los clientes vascos están cambiando su aspecto a este tipo de cortes”, explica el colombiano Jhossimar Cabrera, quien lleva un año al frente del local Golden Barber Shop, en Errenteria.

“Empezamos en nuestros países y, al venir, hemos traído los cortes de allí”, corrobora Díaz sobre una moda que no es propia de los más jóvenes. “La mayoría es gente joven, pero también vienen mayores del barrio”, confirma el peluquero tras una larga jornada laboral. “Antes trabajaba en la Parte Vieja y descubrí que El Antiguo era una zona con buen mercado, en la que se mueve bastante gente joven. Hay que hacerlo muy mal para no funcionar aquí”, ríe, sobre un negocio que cumplirá en abril los tres años y en el que sin cita previa es “muy difícil” que alguien sea atendido.

“Vienen clientes de todo tipo, no solo jóvenes, y buscan cortes iguales, sobre todo degradados y barbas”

Mustafa Benecin - Peluquería del Norte

Bajo el mismo parámetro trabaja Cabrera, quien en un año ha pasado de una barbería pensada para un solo trabajador a necesitar la ayuda de su hermano y buscar un tercer barbero para los fines de semana. “Hemos tenido muy buena aceptación. Gracias a Dios se van dando las cosas y vamos currando poco a poco, aunque Hacienda nos dé bien”, bromea, al tiempo que revela que, aunque su clientela principal sigue siendo la latina, cada vez hay más clientes vascos, ya acostumbrados a este estilo.

A pocos metros de este establecimiento, Mustafa Benecin degrada con una maquinilla el cabello de un cliente en su local, la Peluquería del Norte. “Vienen de todo, no solo jóvenes, y buscan cortes iguales, sobre todo, degradados y barbas. Antes también se recortaban bigotes, pero ya no se llevan”, apunta este profesional que comenzó como peluquero con 17 años en su Marruecos natal y “ahora, con 50 años, sigo siéndolo aquí”, cuenta orgulloso mientras enseña su título de barbero, colocado en la pared del local junto a una fotografía suya siendo un chaval.

“Cada 20 días suelen venir a la peluquería”

Una de las principales claves para entender el aumento de la demanda en estos establecimientos está en el mayor cuidado que necesitan este estilo de cabellos. “Cada 20 días suelen venir. Cuando el pelo empieza a crecer, se deja de lucir, por lo que ahora se viene con más frecuencia”, explica Díaz, mientras que Cabrera señala que son cortes que necesitan de “una costumbre”, la de acudir, como máximo, cada mes. “En un sitio donde hay tanta humedad y tanto frío, llevar el pelo corto ayuda mucho para que no salga psoriasis, caspa o resequedad”, observa.

“Son estilos nuevos aquí, pero comunes para los latinos. Los clientes vascos están cambiando su aspecto”

Jhossimar Cabrera - Golden Barber Shop

Aunque estos cortes los realizan igual que los hacían en Colombia, Cuba o Marruecos, lo que sí cambia son las formas. “Nosotros tenemos pelos diferentes, por lo que, al llegar aquí, noté bastante la diferencia y sentía que no sabía cómo hacerlos. Encima aquí hay tanta cosa, como secadores, cera... allí era una máquina o una cuchilla, un poco de talco y ya”, indica con una sonrisa Díaz, quien aprendió a cortar el pelo mientras ejercía el servicio militar. “Aprendí por necesidad, porque siendo peluquero podía irme a casa todos los días y estar más cómodo. Cuando terminé el servicio, pensé en tomármelo en serio y estuve trabajando en Cuba hasta que vine a Donostia hace cinco años”, explica.

Josshimar Cabrera, propietario de la barbería Golden Barber de Errenteria. Iker Azurmendi

Cabrera, por su parte, aprendió en las calles colombianas, cortándole el cabello a sus amigos. “En Colombia, muchos somos autodidactas. Ahora, los que vienen lo hacen desde la academia y no es igual. Siento que las personas que aprenden por su cuenta lo hacen más de corazón”, asegura.

Junto a los nuevos estilos, estos profesionales han traído consigo una nueva estética para las peluquerías. Así, en la Golden Barber Shop y en la Peluquería del Norte destacan las fotografías de modelos con cortes degradados y flequillos en punta, mientras que en la Barbería Real Habana sobresale una gran pantalla de televisión en la que se emiten videoclips. “La música no puede faltar. Si no está, no trabajo”, cuenta entre risas su dueño mientras suena a todo trapo una canción de reguetón. “Si viene una persona mayor, pongo algo más tranquilo, pero siempre con esta base. Cuando son jóvenes, les pongo algo más moderno”, agrega.

“Cuando el pelo empieza a crecer, se deja de lucir, por lo que ahora se viene a la peluquería con más frecuencia”

Alejandro Díaz - Real Habana

Los tiempos, está claro, han cambiado y las barberías no son ajenas a ello. Los nuevos looks demandan otras técnicas que, como apunta Benecin, ya son iguales en todas partes: “El mismo corte ya vale para todo el mundo, sea en Marruecos o en Euskadi”.