Maialen Lozano es joven, tiene 26 años, pero ha vivido situaciones complicadas. Ella misma lo relata en una narración en la que ha querido dejar testimonio de quién es hoy, de su camino. “Yo he tomado bastantes decisiones no acertadas que me han hecho aprender de lo malo. En esta vida algunas veces corremos para llegar a donde queremos ir. O No llegar”.

NOTICIAS DE GIPUZKOA habla con ella en el Centro de Rehabilitación Psicosocial de Agifes (Asociación guipuzcoana de familiares y personas con problemas de salud mental) en Buenavista, Donostia.

Es una persona joven pero a la que le ha tocado vivir mucho. 

He vivido todo con mucha emoción, muy intensamente. Desde pequeña he tenido muchos miedos, aunque he crecido en un entorno en el que no me faltaba de nada, mis padres, mi hermana... Intentaron hacer todo lo que podían por mí. A los 13 o 14 años empecé a sacar malas notas en el cole, a juntarme con gente algo problemática. Caí enferma, tenía alucinaciones, pensaba que me perseguían y tenía miedo. Al tiempo fui al ambulatorio del barrio en el que estaba empadronada. A los 15 o 16 años me dio un brote psicótico y me tuvieron que subir en ambulancia a urgencias. Estuve casi un año ingresada, era la estancia máxima en el infanto-juvenil. Al salir empecé a estudiar Administración, a hacer deporte... Me sentía a gusto.

¿Pasó algo?

Empecé con un chico que era algo problemático y me afectó mucho. Pasé de la estabilidad a la inestabiblidad. Salía de noche con él y tenía una dependencia hacia él muy grande. Me convertí al islam, me casé, me separé... Tengo 26 años y he querido vivir muy, muy rápido.

Y acabó llegando a este centro

Sí. Llegué al Centro de Rehabilitación Psicosocial de Agifes cuando ya estaba desorbitada. Vivía en la calle, tenía malas influencias. Tras separarme, me fui a la calle. Mi madre me acogió en casa pero yo no estaba a gusto conmigo misma y buscaba otros perfiles, otra gente, calle, drogas... Tampoco es que me drogara demasiado, porque me he medicado desde los 15 años y más o menos he seguido la pauta que me marcaron. Pedí ayuda a la trabajadora social y me buscaron este centro. Antes estuve en un centro de día psiquiátrico desde donde me derivaron aquí para normalizar mis días, mi vida, mi funcionamiento diario.

En su vida, por lo que cuenta, ha tenido altibajos

Más o menos a los 19 años empecé e escribir. Me gustaba, me ayudaba, me llenaba. Empecé a escribir sobre mi vida y hace poco lo retomé. Es increíble el poder de escribir, la importancia que tiene. A una persona con la salud mental más sensible, no me gusta la palabra débil, le recomendaría pedir ayuda. Cuando no puede pedirla y se la ofrecen, que la acepte aunque le cueste. También les recomendaría que eviten cosas, situaciones que les pongan nerviosas y tirar hacia adelante, practicando un deporte o algo que les motive, como escribir. Yo ahora mismo estoy practicando jiu-jitsu, que es un arte marcial y estoy súper contenta. Quiero agradecer el apoyo de aquí, del centro, el de Telmo, que es un educador.

¿Cómo encara su vida diaria?

Estoy en un piso de rehabilitación. Decidí salir de casa. Tras estar en la calle y pedir ayuda a una trabajadora social me ofreció la opción de venir aquí e ir a un piso. Y yo acepté. Es a lo que me refiero con lo de aceptar la ayuda. Llevo once meses en el centro y ocho meses en el piso. 

¿Y qué tal?

Estoy mejorando. Necesito estar estable, lo necesito para mi salud mental. Ahora mismo con lo que tengo me vale. Tengo la ayuda de los profesionales y tengo a mi familia ahí. Sé que no puedo acudir a ellos para todo, porque yo estoy en un proceso pero mi madre también está en el suyo, o mi hermana, o mi padre...

Pero sí ha sentido esa ayuda de la familia

Mi madre siempre me ha ayudado, siempre ha tirado para adelante... Pero cuando volví de vivir con mi expareja, la relación con mi madre o con mi hermana, al no estar yo bien en esos momentos, no era buena. No confiaba en ellas, les mentía para conseguir cosas. Ahora estoy intentando con las relaciones de antes que quiero mantener (familiares, amigos...) darles su tiempo, distanciarme para que se sanen y así, cuando sea la hora, poder volver con más fuerza. Pasé muchas cosas, estuve casi siete años con quien fue mi pareja y fue bastante heavy. Fue salir del psiquiátrico y de primeras me uní a esta persona. He querido ir muy rápido, con mucha intensidad. Y no, la verdad es que esa prisa no lleva a nada.

¿Cómo quiere verse en el futuro?

A nivel personal, me gustaría estar estable y feliz. Pero para eso tengo que hacer ciertas cosas. Me gustaría poder estudiar Educación Social o Integración, que son temas que me interesan. Siempre me han gustado estos temas, desde que era pequeña y ahora han vuelto, los he retomado. Y me gustaría, sobre todo, ayudar a los demás pero con cabeza, siendo consciente de que no hay que moverse por pena, sino siendo consciente de que hay que hacer las cosas para sentirte bien.

“Me gustaría ser profesora de jiu-jitsu, estudiar para educadora social, estar tranquila y tener mi familia. Me gustaría ser madre”

Maialen Lozano - Usuaria del centro de rehabilitación psicosocial de Agifes

¿Y qué más?

Me gustaría ser profesora de jiu-jistu, porque he cogido mucha habilidad. Mi entrenador, Carlos, me ha ayudado muchísimo, a desenvolverme, con la disciplina, la rutina, el respeto... Quiero estar tranquila y tener mi familia. Me gustaría ser madre, es un sueño que tengo por cumplir. Me gustaría tener tres hijos.

¿Qué ha encontrado en Agifes?

Cuando llegué a Agifes era desconfiada y requería de mucha atención. Cada vez que necesitaba hablar tocaba la puerta y allí había alguien, siempre. Al principio me enfadaba mucho, porque no quería escuchar y a la mínima saltaba. Pero con las indicaciones que se me han dado, escuchándome, parándome... he ido mejorando. Aquí han dado mucho por mí, también algún compañero que me ha ayudado mucho. Pero yo he querido aceptar esa ayuda y eso es importante. Me costó ver la realidad, aceptar que necesitas esa ayuda, porque estás mal, no sabes cómo salir.

¿Con la medicación no ha tenido problemas?

No he tenido problemas graves. En el tiempo en el que estuve en la calle quizá sí me la saltaba, pero cuando he estado tranquila la he tomado siempre bien. Al principio tomaba mucha, mucha medicación pero después me la fueron bajando. Ahora estoy estable, con la medicación que me dan me va bien. A la psiquiatra le ha costado quitarme el ansiolítico, porque tiene un punto adictivo.

¿Cómo lleva la convivencia en el piso?

Somos 24 personas con diagnóstico clínico. Es una unidad de rehabilitación para trastorno mental severo. Me llevo con algunas personas mejor que con otras, pero se intenta mantener la convivencia. Comparto la habitación con una persona y yo no estaba acostumbrada a dormir con nadie, menos cuando he vivido con mi pareja. En casa de la ama siempre he dormido en mi habitación y mi hermana en la suya. Cuando me pusieron la compañera me costó, pero lo llevo bastante bien.

¿Cree usted que a la sociedad le queda mucho para normalizar los problemas de salud mental? 

Yo creo que todavía hay mucho estigma, mucho prejuicio. Te juzgan. Cuando te dicen que una persona tiene una enfermedad mental se le aparta. Creo que en la sociedad nos han educado así, con frases como: “Esta persona está loca”. Una persona que quiere requiere ayuda por tener un problema de salud mental, está haciendo todo lo posible por salvarse, por tirar para adelante, por salir de esa situación... Una persona con algún problema de salud mental y otra que no lo tiene son iguales, solo les diferencia que una es más vulnerable y la otra no tanto. O al revés, porque nunca se sabe. Se tendrán que superar los estigmas y visibilizar esta enfermedad como otras, como una diabetes o un cáncer. Lo físico se ve y no lo de dentro.

¿Qué llamamiento haría a la sociedad?

Tendríamos que aprender a ser más humanos. Que cuando alguien necesita ayuda se le preste, siempre con cabeza. La salud mental es tan importante o más que la física. Pediría que nos cuidemos de nosotros mismos, que no nos dejemos llevar por las influencias negativas. Es importante tener siempre bien presente el objetivo a alcanzar y si es bueno para tu vida seguir siempre adelante. Cuando algo se tuerce, vuelve a tomar el camino de la meta, para delante siempre. Que no pierdan el foco y siempre que te quieran ayudar, aceptarlo. La vida a veces te da sorpresas, muchas malas, pero hay que tratar de vivir más tranquilamente, ser optimista. Hay que tratar de ser felices, hacer lo que te gusta, lograr estar estable mentalmente, buscar un hobbie...

"“He vivido en pareja, he vivido en la calle, con mi familia. Yo no estaba a gusto conmigo y he querido vivir muy, muy rápido”

Maialen Lozano - Usuaria del centro de rehabilitación psicosocial de Agifes

¿La escritura es para usted más que una afición?

Este primer relato lo escribí cuando tenía 23 años, hace tres. Empecé a escribirlo un día triste, comencé a escribirlo en notas del móvil y no me cabían más. Los pasé a un word. Empecé a escribir para conocerme. Lo que cuento es mi forma de ver la vida. Cuando retomé el libro y leí lo que escribí, me di cuenta que estaba llevando a cabo un proceso bueno, que voy evolucionando. Cuento los miedos de pequeña, lo que me hacía feliz (como estar con mi amona), mis miedos, cuándo me empezaron a fallar las amistades, el tiempo que me hicieron bullying, cuando ingresé en el psiquiátrico, cómo estuve cuando salí de allí y cómo me apoyó mi ama, cuento mi experiencia con mi pareja... Digo algo que me gusta mucho: “He sido siempre una persona que he vivido todo muy rápido, he sido una persona muy impulsiva que lo quería todo al momento, no sabía esperar ni decir que no. Pero tengo un corazón que no me cabe en el pecho. Siempre que veía una persona en una situación peor que la mía, estaba allí para ayudar. Hoy en día me siento afortunada de mí y mis objetivos, con mi lucha diaria, con mi pasado, por ir dando pasos pequeños y luchando contra las adversidades. Quise huir, salir corriendo y me quedé aunque sabía lo que dolía, me doy gracias por soñar, creer y amar pese a lo difícil que es el camino.”

En definitiva, es su testimonio.

Sí. Hablo de lo que me gusta, de que me canso de las cosas y a veces no las termino... Hablo un poco de todo.

Sacar sus vivencias ha sido positivo ¿Quiere seguir usando la escritura para expresarse?

Sí, quiero usar la escritura para expresarme y porque igual hay personas que se pueden sentir identificadas. Quiero decirles que se puede, que pidan ayuda cuando la necesitan. Hay que querer para poder. Lo he hecho lo mejor que he podido.