Durante los seis primeros meses de este año, la protectora de animales de Gipuzkoa recogió 212 perros de la calle, entre los que habían sido abandonados y los que se habían escapado. En el último mes, desde que entró en vigor la nueva Ley de Bienestar Animal el pasado 29 de septiembre, la cifra se ha mantenido en los mismos términos. No obstante, lo que sí ha cambiado es el número de llamadas telefónicas preguntando por cómo afecta la normativa, ya que “hay un desconocimiento general” que ha llevado, incluso, a consultas sobre cómo deshacerse de aves y erizos.

“En realidad, han cambiado pocas cosas. Se ha avanzado en el registro, no se han prohibido animales que ya se tenían en casa. Que los dueños se informen de la ley y no abandonen a sus mascotas”, explica Ainhoa Permuy, de la asociación Katubihotz, para quien la desinformación y los bulos que se han creado a partir de la nueva normativa estatal son el principal peligro para los animales.

Así también lo percibe Gema de la Peña, de la Protectora de animales de Gipuzkoa, que recuerda que las dos obligaciones para tener un perro –el michochip y el seguro– ya eran obligatorios desde hace un año con  la ley vasca de protección animal. “Mucha gente viene preguntando por el seguro y con miedo a que sea mucho gasto, pero, en realidad, la mascota se puede incluir en el seguro de la casa”, apunta.

En el caso de los canes, la principal diferencia radica en los cursos necesarios para la tenencia de perros. Hay algunas razas entre ellas, el pastor belga malinois, que parece “estar de moda” entre los jóvenes. “Con este tipo de animales son los que más problemas tenemos por falta de espacio”, apunta De la Peña, que recuerda que la mayoría de los perros de razas como esta que llegan a los refugios han sido maltratados y utilizados para ejercer violencia, lo que obliga a dar con una persona que sea capaz de controlarlos durante las 24 horas del día. 

Al ser muy complicado dar con dueños que cumplan estos requisitos, y al haberse prohibido su sacrificio, los animales acaban pasando la vida encerrados en jaulas en las que no pueden realizar el ejercicio físico y mental que deberían. “Empiezan a ser un problema y los refugios acabarán por colapsarse. No es justo que se tengan que quedar así”, agregan desde la protectora guipuzcoana.

En el caso de los gatos, la situación es similar, más teniendo en cuenta que es muy complicado hacer un seguimiento por parte de las autoridades. “Como se tienen en casa, a no ser que te paren yendo al veterinario, es muy difícil comprobar si el animal está registrado o no”, explica Permuy, al tiempo que señala que la colocación del microchip tiene un coste económico de 30 euros, una cantidad que la mayoría de los dueños se pueden permitir.

En lo referente a los gatos, además, la ley recoge la regulación de las colonias felinas y la obligación de establecer métodos de control por parte de los ayuntamientos. La asociación Katubihotz ayuda en esa labor, recogiendo a los animales, castrándolos y devolviéndolos a su entorno bajo diferentes programas municipales.

Aves y erizos

Con todo ello, las principales inquietudes en torno a la Ley de Bienestar se dan en aves y otras especies que realmente no están prohibidos. “Viene mucha gente a preguntarnos dónde pueden soltar pájaros, sobre todo ninfas, y erizos, cuando la ley solo dice que hay que registrarlos”, cuenta Permuy.

Según la norma, están prohibidas las tortugas de tierra, los loros –excepto el periquito, la ninfa y el agaporni de cara de melocotón–, los camaleones, las iguanas y las rapaces, mientras que para el resto de especies el requisito es que tengan todos los documentos en regla. “Tratamos de informar en cada caso para evitar que se abandonen. Hay mucha desinformación sobre los animales exóticos, por ejemplo”, apunta.

Aún así, desde la asociación creen que habrá gente que siga con animales, sobre todo aves, en sus hogares sin ningún tipo de registro. “Es muy difícil que las autoridades vayan a tu casa a multarte y se aprovechan de eso”, concluye.