Un nuevo estudio clínico y preclínico del Centro Oncológico Integral Jonsson de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, ha identificado las raíces en el ADN de la resistencia a la terapia dirigida contra el cáncer, proporcionando una posible estrategia para abordar un problema grave en la terapéutica del cáncer, según publican en Cancer Discovery, una revista de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer.

El doctor Roger Lo, investigador del Centro Oncológico Integral Jonsson de la UCLA, profesor de Medicina y Farmacología Molecular y Médica en la Facultad de Medicina y coautor principal, explica que se trata de “un nuevo enfoque para combatir la resistencia adquirida a la terapia, es decir, la capacidad de los cánceres de escapar a los tratamientos dirigidos mediante la evolución molecular”.

Según apunta, “la investigación intensiva se ha centrado en el tratamiento de cánceres que han recaído, tratando de intervenir después de que las células tumorales se hayan complicado y fortalecido. Pensamos que prevenir, en lugar de tratar de revertir la resistencia después de que el cáncer se haya vuelto más agresivo, podría mejorar las probabilidades de supervivencia de nuestros pacientes”, afirma.

Para entender cómo cambia el genoma del cáncer inmediatamente después del inicio de la terapia dirigida –generando potencialmente nuevas variantes genéticas capaces de escapar a la terapia–, los investigadores se centraron en el melanoma cutáneo metastásico.

Este agresivo cáncer de piel carecía de tratamiento eficaz hasta el reciente desarrollo de una terapia dirigida a pacientes cuyos cánceres albergan una mutación del gen BRAF, presente en aproximadamente la mitad de los melanomas metastásicos y en pacientes con muchos otros tipos de cánceres comunes y altamente letales.

“Esperamos que, al bloquear los medios del melanoma para generar diversidad genética, podamos prevenir la miríada de formas en que el cáncer escapa a la terapia dirigida”, afirma Lo.

Mediante el análisis de biopsias tumorales tomadas a pacientes antes de la terapia dirigida y después en el momento de la recaída clínica, el equipo descubrió que el genoma del melanoma puede sufrir una extensa “fragmentación y recosido” en respuesta a la terapia dirigida, en un proceso denominado cromotripsis.

Pequeñas cantidades de ADN cromosómico pueden desprenderse del cromosoma y volver a coserse para convertirse en ADN circular extracromosómico (ecADN). Las células cancerosas pueden generar y retener muchas copias de estos ecADN –de 50 a 100 copias en algunos casos– que amplifican genes clave que impulsan la resistencia a la terapia.